jueves, 28 de octubre de 2010

Urgencias.

Los pasillos y las salas estaban llenos ya a primera hora, y en mitad de la penumbra, de algunos sonidos lejanos de monitores encendidos, demasiadas sillas ocupadas por gente en mala postura, se nota que han dormido mal y las horas se han hecho demasiado largas; horas de espera, agotadoras, camillas duras, sillas incómodas, con un tic tac imaginario que parece clavarse en la piel, y sin apenas noticias, ni buenas ni malas, simplemente desesperar… Y yo llego puntual, como cada mañana, sin saber qué voy a encontrarme, y antes de entrar me quedo un momento en la puerta y observo el panorama, respiro hondo y pienso que el día va a ser de esos en los que no paras, ni entiendes nada, ni siquiera puedes organizarte, porque ya se ve venir el caos. Y en ese momento, lo que menos me preocupa es lo que hay, porque sé que la mañana es larga y aún queda mucho por venir, y ya se respiran las ganas de unos por irse y el sueño de los que acabamos de llegar.
Y no da tregua, no hay un momento de respiro, sólo correr arriba y abajo, esquivando compañeros que corren de un lado a otro, camillas que se amontonan en los pasillos, situaciones desesperantes, faltas de respeto de unos, exigencias de otros, que te llamen “señoritaaaaaa” continuamente y ser incapaz de atender a tal batallón que no hace más que aumentar por segundos… ¿Cómo puede ser que quepa tanta gente en un sitio que se está quedando pequeño? Y es que el hecho de que estén ampliando el servicio de urgencias es alentador, sobretodo en mañanas como hoy, donde la desesperación por llegar a todo es simplemente desbordante… Estoy rendida, pienso, es imposible abarcar tanto, se me amontonan las medicaciones por poner, no quiero retrasar los antibióticos, las vías no funcionan, los pacientes se quejan por la espera, otra analítica que sacar, ahora un electro, llamar a unos y a otros… No puedo más… Y después llegar a casa y no encontrar aparcamiento, un desastre; al final, como última opción, siempre me voy a aparcar a la playa, ahí siempre encuentro algún hueco y, más que eso, el azul del mar enviándome toda la energía positiva en días caóticos como este.

2 comentarios:

  1. Precioso texto, de verdad.
    Mucho ánimo.

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  2. Hola! Muchas gracias!
    Me he pasado por tu blog y eres un artista, qué fotos más increíbles.
    Un saludo!

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