miércoles, 27 de octubre de 2010

Otra vez la ventana...

No pretendo seguir asomándome a la ventana todos los días… De hecho, he decidido correr hasta las cortinas para evitar la mínima tentación de estirar el cuello de vez en cuando y mirar, aunque sólo sea a través del cristal, por si te da por aparecer otra vez, sobrevolando el cielo en mitad de la noche y deteniéndote en mi balcón. No es mi intención esperar que eso ocurra, porque parece ser que ya está sobrepasada la fecha de caducidad, y sé que no me hablarás más, que a pesar de ser yo la que está dolida, herida, hundida en la miseria, perdida y ahogada en el silencio, esta vez no volverás a hablarme, ni a contarme que te da miedo ser como eres, que en el fondo te asustan demasiado las alturas, que no he sido más que una intrusa en tu vida, y que no puedes volver. Y yo trato de tragar todo esto y se me queda obstruido en la garganta, provocándome hasta asfixia, y miro a mi alrededor y no hay ningún recuerdo de Nunca Jamás, entonces pienso que al final sí que parece que has decidido quedarte allí para siempre. En el fondo sé que lo sabes, que ya se te ha quedado pequeño, que pronto habrás crecido tanto que ya no entrarás en tu traje verde, y los niños de la entrada no te reconocerán, y te quedarás solo y triste volando por los cielos, quien sabe si buscando otras ventanas donde picar, quien sabe si aún recuerdes la mía… No sabría qué decirte si volviera a verte otra vez, si me tendieras la mano y me invitaras a volar… Quizá entonces volvería a sentir esa fuerza de atracción que me invita a cogerte de la mano y dejarme caer en un cielo azul, y sentir el hormigueo que produce volar contigo, tal vez sin destino fijo, quien sabe si se trataría sólo de un paseo rápido para quitarnos la morriña de estar separados, y fantaseo con ese momento una y otra vez, mientras intento mirar incluso a través de las cortinas, pero ni rastro de ti, ni de tu pelo enredado, enmarañado del viento, ya sabes cómo nos despeinábamos al volar juntos, y nos comíamos cada rincón con la mirada, mientras el aire nos revolvía la ropa… Recuerdo con todo detalle el sabor de tu saliva, el olor de tu piel, el tacto de tu pelo, parece que aún puedo sentir la suavidad de tu cara en la yema de mis dedos, el calor que desprende tu cuerpo, y me viene a la cabeza la sensación de tenerte entre mis brazos, de rozarnos la piel, de respirar tu aire… Quien sabe si vuelva a ocurrir todo eso alguna vez…Pero ya no queda nada, esta vez no hay más que cajones vacíos, mil silencios que hacen eco en casa, que mi voz rebota con las paredes y me devuelve tu nombre y tu persona, en cada detalle, en cada rincón, porque estás en cada esquina, recorriendo las paredes, dibujando tu figura entre las sombras, y de pronto encuentro algo tuyo perdido al fondo del armario, o en cualquier rincón olvidado, y sólo pienso en volver a verte. Aparento fuerza, sin embargo, he vuelto a dejar olvidado poner el pestillo a la ventana…

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