miércoles, 30 de marzo de 2011

Retales de un sueño

Cómo cambian las cosas… Cómo un juego se convierte en dañino, sobrepasa los recuerdos, congela emociones, desborda sentimientos y los convierte en la miseria de una indiferencia extraña, fría, gélida, totalmente factible, porque así estamos ahora, así vamos teniendo encuentros fugaces sin razón, sin pararnos a pensar a qué estamos jugando, si es posible seguir mareando una historia acabada por el simple placer de estar juntos de vez en cuando. Me marea un poco, me aturde, sé que él ya no está en mi vida, que no volverá para quedarse, que a pesar de que llame a mi ventana de vez en cuando, a pesar de abrirle siempre, Peter Pan hace mucho que ya no es nada mío, no queda ni un triste vínculo, nada… Y la sensación de vacío es extraña, pesa mucho, corroe mientras libera el alma, y deja escapar a pequeñas dosis sueños ajenos, aquellos de los que llevo tanto tiempo sobreviviendo…
Ahora las cosas son distintas, apenas hablamos, nuestros encuentros son como juntar dos imanes, nos entrelazamos, nos hundimos el uno en el otro, nos miramos sin que haya restos de miradas pasadas, nos comemos la vida, no podemos controlarlo, no queremos separarnos, es como una fuerza interior que nos une, me pregunto si serán nuestras almas que aún se llaman a gritos desde algún lugar recóndito, desde donde ya no se pueden oír… Él suele abrazarme con fuerza, poseyendo cada rincón de mi ser, buscando en mi corazón, en cada hueco de mi vida, adentrándose en lo más profundo de mí y dejándome exhausta, ya no hay despedidas, no existen, no quedan motivos para separarse, para dejar que ese momento acabe, y sin embargo siempre se pasa, siempre las agujas del reloj caducan ese encuentro, y después ya no queda nada, sólo mirarnos de forma extraña, apenas sin decirnos nada, no queda ya de qué hablar, se han consumido las palabras, se han perdido en algún lugar, quizá en aquella parte del camino en la que caminábamos juntos, cuando éramos felices, ese lugar que queda tan lejos que apenas puedo verlo aunque fuerce la vista…
Viene y se va, como las olas del mar, dejando un sabor salado en mi boca, o dulce, no lo sé, quizá respire tranquila cuando marcha porque sé que va a volver, quizá siempre voy a esperar pegada al cristal de mi ventana, quizá nunca deje de ser Wendy aunque Peter Pan se haya convertido en un extraño.
Me duelen las manos cuando se separan de su piel, y si embargo, sé que no es mío y me da igual, no lo quiero tener porque ya no es él, sólo quiero jugar a sentir de vez en cuando, sólo quiero recordar que una vez lo quise tanto que el resto del mundo daba igual.
Lo que tengo ahora… sólo retales de un sueño…

jueves, 17 de marzo de 2011

Cuestión de respeto.

Lleva tiempo dando vueltas esa idea en mi cabeza… Me retumba como una melodía a un volumen desconmensurado, como una alucinación que me palpita en las sienes, como si quisiera enraizarse en el alma, como un ave que sobrevuela una presa dócil e indefensa… Me persigue, me desvela, me tortura… No puedo pensar en otra cosa, y cada vez me siento más mísera, más ruin, más miserable, por la desdicha de ser humana, de pertenecer a esta raza manchada de sangre, de intolerancia, de especismo, de brutalidad… Y mientras tanto, mientras me avergüenza mi especie, más fijo mis ojos en “razas inferiores” que para mí no lo son. Cada día soy más consciente de que no quiero vivir más en la ignorancia, de que la barbarie y la frialdad de un ser humano no son comparables con nada, que en tanta gente hay esa carencia de corazón, de sentir, son como autómatas, rocas, trozos de hielo, insensibles… No quiero pertenecer a esa especie, no quiero contribuir a tal masacre.
Y desde aquí, cada vez con más fuerza, la idea me acompaña, no me deja dormir, me evoca asco, me dan arcadas sólo de pensar en la dureza de tantas situaciones… Alguien dijo una vez que si las paredes de los mataderos fueran de cristal, todos seríamos vegetarianos… Y sé que es cierto… Por qué cerramos los ojos? Está sucediendo… la brutalidad, el creernos seres superiores cuando no somos más que insignificancia en este mundo, nos creemos con derecho de decidir sobre la vida de otras especies, explotarlas para nuestro propio consumo, masacrar y torturar, nos horroriza lo que hicieron los nazis y no nos damos cuenta de que para los animales, eso es lo que somos los humanos… Me da escalofríos pensar en cómo pueden vivir tantos millones de animales, cómo ya nacen marcados por un destino atroz, cómo les arrancan la piel aún vivos, cómo experimentan con ellos de formas inimaginables, cómo son sometidos a torturas sin ningún tipo de compasión ni respeto…
La vida, eso es lo que promuevo, lo que quisiera manifestar con esto… La vida… sólo quiero respetar la vida en todas sus variedades, y ser consciente de que la capacidad de querer, sentir, amar, doler, estar triste… todo eso no es exclusivo de la raza humana.
La peor especie del mundo somos nosotros… Ojala llegue el día en el que el respeto por la vida sea el motor que nos mueva… Yo lo intento cada día, he empezado a dejar de comer carne, de consumir productos derivados de la matanza y la explotación animal, ya no compro las marcas que experimentan con animales… Sé que no es mucho, que es una actitud que nada cambia, que todo va a seguir siendo igual, pero yo no puedo contribuir, no puedo irme a dormir por las noches después de ver lo que está ocurriendo, porque en nuestra mano está no vivir en la ignorancia y ser conscientes de las realidades, que lo que a veces nos venden no son más que cortinas de humo y que el dolor es tan intenso, tanto, que aún me pregunto cómo puede haber gente que permanezca indiferente…
Quien maltrata a un animal, posiblemente maltrate a su pareja, a sus hijos, a sus congéneres… quien es capaz de no respetar la vulnerabilidad, la indefensión, la vida, para mí, es simplemente un monstruo.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Llueve.

Lleva días sin parar de llover… Me pregunto por qué el cielo se empeña en estar gris, por qué las nubes negras siguen sobre mi cabeza, por qué el mar ha adoptado ese color plomizo y apático, inerte, ni siquiera el oleaje producido por el viento parece darle vida… Los días grises son habitualmente tristes, y yo me pego a mi ventana mientras caen las gotas dibujadas en el cristal, y pienso… pienso en la soledad de los días de lluvia, en las noches frías, cerrar los ojos y dejarme guiar por un sueño pasado por agua, por tormentas infinitas, por amaneceres que parecen a punto de cobijar la noche… Es curioso lo que puede inspirar la lluvia, las cosas que puede traer consigo, la tristeza, la nostalgia, pura melancolía que quizá se esfume cuando salga el sol, quien sabe, quizá se trate solamente de otro invierno más en la ventana, otro día de fingir que no me gustan las tormentas, suspirar mientras me alivio con lágrimas turbias, mientras acepto una soledad marcada de nubarrones y aguaceros tímidos e insulsos… Y salir a la calle y sentir cómo el agua humedece mi pelo y penetra en mi cabeza, cómo cala hasta los huesos, hasta los recuerdos los tengo empapados ya, y sé que por mucho que siga mirando a horizontes ajenos, por mucho que la lluvia forme esa fina capa de turbidez a mi alrededor, no puedo esconderme, no puedo apartarme, no queda nada más, sólo lluvia, fría y limpia, lluvia de sueños tristes, de echar de menos sin hacerlo realmente… Sigue lloviendo y yo, desde mi ventana, continúo mirando al cielo esperando que nuevamente salga el sol, porque, eso sí lo sé, siempre vuelve a salir…

jueves, 10 de marzo de 2011

Recordando(te).

Estos días en el trabajo están resultando ser pequeñas representaciones absurdas que chocan contra cualquiera de mis sentidos, porque volvemos a lo de antes, a como cuando no éramos nada y nos reíamos de todo, cuando nos llevábamos bien… Estos días parecen estar ya a años luz, y ahora los restos de nuestra felicidad son extraños, porque apenas nos salen las palabras, ni sabemos qué decirnos, quizá por tantos pares de ojos puestos en nosotros, por ver cómo vamos a reaccionar cuando nos crucemos… No es fácil, reconozco que me cuesta un poco porque todo está lleno de ti, de nosotros, todo es un decorado de nuestra historia, de nuestros comienzos… qué tiempos… y ahora no son más que leves y tímidas sonrisas que se escapan cuando acertamos a mirarnos a los ojos si encontramos un segundo en el que nadie nos mira… entonces nos miramos, sonreímos, quien sabe qué estés pensando en ese momento, yo pienso en cuánto te echo de menos, pienso en dónde estará ese chico que me hacía feliz, y solo veo una sombra, alguien con tu cara y tu sonrisa, sí, pero muy lejos de ser tú… Quizá sea una utopía volver a enamorarme de ti, porque sé que no quiero hacerlo, que prefiero cerrar los ojos y echarme a dormir, pero aún así, ahí sigues, recordándome cada vez que te miro que hubo un día en el que me prometiste que nunca dejarías de volar conmigo…

lunes, 7 de marzo de 2011

Insignificantes ratitos contigo.

Estos días me siento extraña por seguir siendo yo, sin disfraz a pesar de estar en mitad de carnavales, esta vez parece que sólo me disfrazo de Wendy de vez en cuando, porque ya me da un poco igual el vuelo incierto de este Peter Pan absurdo, que va y viene sin saber lo que quiere, que siempre acaba volviendo a mí, siempre, no sé si cuando se cansa de volar, no sé si realmente me eche de menos, quien sabe… Hay cosas que es mejor no preguntarse, simplemente hay que vivirlas, dejar que fluyan los momentos, que pasen de la mejor manera aunque sea extraño… Él sigue sobrevolándome, acariciando el aire que respiro, pegado al cristal de una ventana que siempre abro, una y otra vez, porque quiero hacerlo, porque sé que ese ratito volvemos a volar juntos y vale la pena… No sé si tal vez Nunca Jamás sea tan solo fruto de un sueño, de un estado de añoranza, de un momento de nitidez o de cordura que se esfuma entre recuerdos que ya no saben si lo son o si se han convertido en presentes insólitos, en abrazos tardíos, en nuevas noches en vela de mirarnos a los ojos, y parece que todo ha vuelto a empezar otra vez, este juego estúpido, esta sensación de tirar por la borda el tiempo, ese abrir las alas y darte cuenta de que se te ha olvidado volar…
Esta vez Wendy sonríe por dentro, esta vez ha dejado de ser una niña y vive sin más la historia de un regreso entre mentiras y deseo, entre abrazos regalados y, sobretodo, entre nubes que dejaron de borrar la estela que dibujaban nuestras figuras alzándose en vuelos ávidos de sueños por cumplir. Esta vez te tengo sin echarte de menos, porque no estás aquí, ni quiero que estés… Esta vez me duermo contigo al lado, escuchando tu respiración y sintiendo que, a pesar de haber sido tú y yo, aunque una vez fuimos uno, ahora sólo quedan partículas que barremos de vez en cuando para reconstruir, por tiempo limitado, el recuerdo de un sueño… No me duele que, por la mañana, vuelvas a abrir la ventana y eches a volar.

martes, 1 de marzo de 2011

Irremediable...

No sé si se trata de barrer las migajas de una relación, ir recogiendo los jirones de piel que quedan, los pequeños fragmentos del amor esparcidos por el suelo, no sé si es lo mejor para restaurar recuerdos partidos o ilusiones rotas, quizá sea por eso que me ha dado por recomponer un vuelo que ya tenía olvidado y, sin querer, he vuelto a caer en las miserias de una relación absurda, de no quererlo ya pero no poder dejarlo ir. Es contradictorio, ambiguo, ilógico, es simplemente irremediable, porque he vuelto a caer en redes frías, he vuelto a hundirme en mares revueltos, otra vez, sólo por un abrazo, por una noche más, por un sueño acompañado… No sé, no me siento mal, no me siento extraña, no me duele ni me quema el corazón, ni siquiera estoy triste, nada de eso, sigo bien, íntegra, a pesar de una noche con él que ya estaba más que escrita, otra vez en las estrellas y en la luna, otra vez para volver a levantarse por la mañana y seguir cada uno con su vida… Otra vez, esta vez… Sin vínculos.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...