lunes, 11 de octubre de 2010

Cerrado por derribo.

Ya está, se acabaron las posibilidades, ahora todo se reduce a querer o no querer. Querer coger un teléfono y llamar, querer saber cómo van las cosas, querer quedar un día, querer hablar, querer compartir, querer quedarse a dormir en casa… Que él quiera o no quiera ahora mismo no me preocupa, he aprendido a dejarlo todo en manos del destino, si tiene que ser será, y si no, es porque no ha de ocurrir.
Hoy he vivido mi “fin de temporada” con un encuentro casual a la salida, sin ni siquiera haberlo premeditado, simplemente he salido más tarde por complicaciones de última hora en la unidad, y cuando casi voy arrastrando los pies hacia la salida, buscando mi coche en el parking lleno del hospital, una voz a mi espalda, y allí estaba. Peter Pan me ha mirado, me ha sonreído, me ha regalado algo que hace tiempo le pedí, y hemos estado hablando un rato, bajo el sol de mediodía, con la sonrisa en los labios, tanto él como yo. Hoy parecía diferente, como otras veces cuando estaba a punto de volver, con un brillo especial en la mirada, con su expresión más dulce, hoy simplemente parecía otra vez el chico con el que pasé tantos buenos momentos, y parecía que el espíritu de Peter Pan estaba lejos. Pero no es así, sigue sin querer crecer, sin querer volver a poner los pies en el suelo y aceptar que ya tiene una edad como para dejar de ir volando a Nunca Jamás. Y me ha faltado valor para acercarme y darle un abrazo, me ha faltado coraje para decirle que lo sigo echando de menos y que me encantaría que volviera a casa, que sigo esperando que vuelvan a cruzarse los cables y pique a mi puerta, y que se quede a dormir, y que me regale la capacidad de parar el tiempo, porque eso es lo que quisiera hacer cada vez que nos miramos a los ojos.
Despedida cumplida, final de una etapa, quien sabe qué otras cosas vendrán después… Lo único que está claro es que lo vivido me lo llevo y, con su permiso o sin él, lo guardo dentro del cajón del olvido, donde siempre va a permanecer, porque no ha habido un momento, ni un solo segundo, que no me haya hecho sentir la mujer más especial del mundo el tiempo que duró.
Del cielo al suelo… y bajando… Ahora nada importa, sólo estudiar…

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