sábado, 2 de octubre de 2010

Crónica de una muerte anunciada.

Una experiencia que, sin duda, me marcó, como muchas lo hacen, sin embargo, esta fue especialmente dura, de esas que se te quedan grabadas en la memoria incluso con imágenes que parecen imposibles de olvidar...

27/12/2009... A veces, la espera, es más dura que el propio acto en sí… Es difícil mantener el tipo en ocasiones como esta, es difícil no venirse abajo en la intimidad de una habitación fría, mientras simplemente se espera, y sabiendo que el final es cuestión de tiempo, como resulta ser siempre, solo que esta vez el tiempo es poco, tan poco que ata a los pies de la cama, que limita hasta el punto de no querer hacer nada más que esperar…
Mi papel en este caso es secundario, en esta representación macabra, yo simplemente interpreto un punto de apoyo aparentemente inútil, y desde mi posición de observadora, simplemente me derrumbo… No sé si es mejor quedarse o marcharse, si es mejor hablar o si las palabras sobran… Y por muchas veces que lo viva, por muchos momentos similares que pase, cada momento es diferente y nunca te acostumbras al dolor… Es curioso la forma en la que cada uno tiene la capacidad de afrontar el dolor, desde llorar hasta crear una coraza, aparentar frialdad, no querer saber nada, o simplemente aceptarlo, pero… realmente se acepta??
No se llega nunca a comprender el por qué… porque sí es cierto que todo el mundo lo sabe, que el momento siempre acaba llegando, sin embargo… nunca se llega a comprender por qué tiene que ocurrir cuando de verdad ocurre. Y en mi cabeza mil pensamientos que se agolpan, que me provocan un nudo en la garganta, y tengo ganas de llorar sin saber por qué, ya que no tiene nada que ver conmigo, ni con mi vida, ni siquiera existe un cariño previo, no sé por qué quiero llorar si sólo tengo que esperar que el reloj marque una hora y así marcharme a casa, y olvidarme hasta el día siguiente, si es que existe día siguiente… Porque simplemente sé que no va a haber un mañana… Sólo una larga espera, una tarde donde las horas van a eternizarse y el suave sonido de una respiración que se apaga va a ser lo único que llene esas horas… y ver los números ir disminuyendo, con las ganas de que ocurra ya pero con el miedo porque llegue ese final anunciado…
Antes de irme hoy, me despido, digo que lo siento… No puedo hacer más, simplemente no puedo ya más… La morfina la dejo a dosis altísimas y sigue sin ocurrir absolutamente nada… se prevé largo, se prevé duro…
La vida y la muerte están separadas por una línea tan delgada que a veces ni siquiera se ve… la vida es blanca, llena de luz; la muerte simplemente es negra, oscura, y en los días como hoy en los que el gris es lo único que se ve, sólo quiero marcharme a casa y olvidar…
El patrón respiratorio de Cheyne-Stokes es uno de los cinco tipos de respiración que pueden darse en el paciente en coma... Él lleva así varios días, sin que cambie, sólo que las apneas se van alargando cada vez más y la frecuencia disminuye lentamente; es apenas perceptible, pero disminuye, sin embargo, es lo único que lo hace, ya que el corazón sigue latiendo normalmente. Es un latido rítmico, sinusal, alguna extrasístole supraventricular aislada sin mayor importancia, pero nada más. La saturación ha bajado algo, aunque no lo suficiente; con la FIO2 ambiente, al 0,21, no consigue bajar del 85%... Es curioso como, aún a pesar de no haber nada que hacer, y a pesar de que todos estamos esperando ese momento, parece que no quiere irse…
No tiene sentido, no hay vuelta atrás, y sigo atreviéndome a subir la morfina, aunque me remuerda un poco la conciencia, porque no soy nadie yo para provocar la depresión respiratoria buscada; y sí, aunque a efectos prácticos la dosis es eutanásica, él sigue respirando, y el corazón sigue latiendo en una lucha sin sentido…
La vida es así, siempre se acaba perdiendo, pero la potestad para decidir un cuándo o un cómo no es mía… Y aún así ahí estoy, aumentando las perfusiones, provocando un apagón general en ese cuerpo que ya nada puede hacer para salir. Y no hay nada más que hacer que esperar a que llegue el momento, pero no llega, se está alargando demasiado, y la agonía que trae consigo es demasiado grande.
¿Éticamente correcto? ¿Legalmente adecuado? No lo sé… sólo sé que, si fuera yo, decidiría que abandonaran por mí… Pero no sé si eso puede hacerse o no, no sé hasta dónde llegan los límites, porque no es tan sencillo como apagar un respirador, esta vez no… En esta ocasión, la lucha por la vida es real, aunque inútil, y a pesar de la morfina, de la limitación terapéutica, los días siguen pasando y no hay indicios de una muerte cercana…
Sólo esperar, cuando la espera trae consigo el peor de los finales.
La vida es así, no avisa, no prepara, no palia, no perdona… La vida, simplemente, es algo que no nos pertenece, aunque nuestro ego o nuestra propia condición o razón de ser nos engañe para creer que así es…

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