domingo, 10 de octubre de 2010

Desamor.

Wendy está hecha un mar de dudas, sabe lo que es mejor para su estabilidad tanto mental como emocional, pero sigue teniendo demasiados pájaros en la cabeza… Y es que una vez has visitado el País de Nunca Jamás, y has descubierto la magia, es difícil cerrar la ventana sin más y obviar que existe. Pero claro, Wendy es una chica lista, y a pesar de estar “enamorada” (más de la idea del amor que del propio Peter Pan) sabe que hay cosas que no se pueden cambiar. Él ya le ha dejado bien claro que no quiere crecer, que prefiere seguir volando a su antojo, sin enraizarse en ningún lugar, que prefiere jugar a ser un niño, y aunque la quiera mucho, y aunque la esté echando de menos de verdad, no puede simplemente quedarse. Y ella sabe que es verdad… Wendy lo ha intentado todo, se ha enfadado, ha llorado, se ha enrabiado como una niña (también lo es un poco en el fondo), pero nada, ninguna reacción, ningún atisbo de Peter Pan de poner los pies en el suelo… En el fondo, él sabe que no va a poder volar siempre, y que llegará un día en el que ya no podrá volver a Nunca Jamás, pero parece que no le importa… Quien sabe si sigue pensando que Wendy le volverá a abrir la ventana cuando eso ocurra, ni siquiera la propia Wendy lo sabe… tal vez lo haga, tal vez le de un portazo en las narices, quizá simplemente ya no esté esperando…
Dejo de esperar que vuelva, porque no va a volver aunque siempre ha acabado haciéndolo, pero algo me dice que esta vez no será así, y veo pasar un día, otro, otro más… Van pasando demasiado deprisa, las hojas del calendario caen y los meses se llevan los recuerdos… Las historias vividas se alejan y se convierten en meros borrones en la memoria. Hay cosas que cuesta olvidar, otras que luchan por quedarse… Y ahora mismo, estoy a punto de olvidarme de él. Cómo se nota que ya va arreciando el desamor…

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