martes, 30 de noviembre de 2010

Perspectivas.

Ir por ir, sin saber qué hay detrás, sin pretender encontrar nada más que historias fusionadas que cuentan alegrías, tristezas, miserias, comedias… Ir por ir de enlace en enlace, sin saber por qué se escoge una u otra página, sin sospechar si es porque tenías que cruzarte con una serie de palabras que te hacen pensar en otras cosas, y es que visitando páginas y leyendo magias me planteo si el enfoque que yo muestro roza la tragedia, porque soy pesimista últimamente y no sé ni siquiera si es pasajero o pretende instalarse aquí conmigo. Esta vez sé que es cuestión de perspectiva, de saber reponerse a tiempo y dedicarle solamente las horas o los minutos requeridos, los que están contados en esa permisividad, y lo demás simplemente sobra, porque no hay ningún minuto extra que dedicar a personas que no saben volar, o a quienes vuelan demasiado alto y no podemos alcanzar.
Vidas, retos, enfrentamientos, sueños, metas… Todo a punto de conseguir un equilibrio en esta existencia mía que a veces me parece insustancial y otras el epicentro del mundo. Mientras tanto, sigo navegando en esos mundos, inventados o no, que me devuelven la ilusión por seguir contando historias mías, nuestras, ajenas o libres de vuelos inciertos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

A ras de suelo.

Será cuestión de seguir caminando y ver pasar los días de esta forma absurda… Quiero volar, pero me siguen arrastrando los pies…

domingo, 28 de noviembre de 2010

Crisis de fin de semana.

A veces tengo mis dudas, porque no sé si esto es un simple preámbulo o va a ser así siempre… Tengo que reconocer que no estoy tan mal, me podría acostumbrar a esta situación, sí, podría hacerlo, y acabar convirtiéndome en una de esas mujeres solitarias que hacen la compra sola y que acaba aprendiendo a cocinar para una persona, que acaban hablándole a la tele y dejando de ir a la peluquería, quizá deje de combinar la ropa o me de por comer sin control, total, para qué, para quien voy a cuidarme… No sé, está claro que estoy exagerando, posiblemente quien me conozca pensaría que dramatizo, que no es para tanto y que tengo que mirar lo estupenda que estoy y la de cosas que consigo por mí misma, y sí, la verdad es que todo eso es cierto, me considero una mujer con muchas cosas buenas, dotada con dones valiosos, como la vocación, sencilla, buena persona, sí, y muchas cosas más, también con mis defectos, que hay una larga lista de ellos, pero sin embargo, con gran capacidad para aplanar caminos… Lo he intentado siempre, y quizá sea ese uno de mis defectovirtudes (yo los llamo así porque no sé en qué categoría encajan mejor), porque me empeño en hacerle la vida más fácil a quien esté a mi lado, pensando incluso más en él que en mí misma… Craso error, sí, porque nunca debería dejar de ocupar el primer lugar en mi vida, pero… qué le voy a hacer… sigo luchando por mejorar ese aspecto de mí… Así acabo, con mis relaciones rotas en mil pedazos  y tratando de esquivar los cristales rotos, y parece mentira pero por mucho que barra, siempre acaba volviendo a salir algún que otro cristalillo que se había quedado agazapado en cualquier rincón, y se me clava en un pie, en un dedo o en el corazón…
Manías mías, tal vez, emociones, carencias, más dramatismo envuelto en papel celofán de colores, sí, quizá sí sea tan solo una representación en mi cabeza en la que la protagonista pasa por numerosas fases y acaba como en las mejores películas de domingo tarde, de esas de sesión lacrimógena que acaban con finales felices comiendo perdices o con amores verdaderos que no dejan de ser utopías en realidad.
Pesimista o no, aquí me encuentro, en mi salón que está quedando genial, y sin embargo, en silencio, porque no escucho nada, no hay voces ni sonidos de rutinas compartidas, no hay sorpresas ni palabras que se me cuelen en la oreja, ni buenas noches con besos incluidos, de esos tan geniales que acaban dando las tantas y ni siquiera importa si hay que madrugar al día siguiente… Todo eso me falta y, sin embargo, reconozco que no estoy tan mal, será que ya he iniciado el proceso de conversión y la metamorfosis esté transformando mi parte emocional, porque ya casi no existe el dolor por pérdidas anteriores, por Peter Panes que se fueron, aunque les de por volver algunas veces, porque nada de eso puede ya alterar este mundo creado a partir de desilusiones varias que se han convertido en mí misma, sin miedos, casi sin sensación de soledad, sin nada más que la visión de un camino llano y fácil, donde la única desventaja es mirar atrás y ver un par de huellas solamente.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Ella y yo.

Hoy la miraba con una sonrisa, ella también sonreía, cómo se nota que le gusta que pasemos tiempo juntas, haciendo cualquier cosa, eso es lo de menos, lo importante es el tiempo compartido, los ratitos de hablar de lo que sea, de reírnos un rato, de recordar viejos tiempos, de estar simplemente abrazadas. Ella me echa de menos muchas veces, yo lo sé, y yo a ella; cada día, antes de irme a dormir la recuerdo y le envío un beso, la quiero tanto, siempre le pido a Dios que la deje muchos años más conmigo, que quiero disfrutarla al máximo, y que cuando sea una abuelita de esas encantadoras, con su pelito blanco y sus limitaciones, la cuidaré con todo el amor del mundo, con todo lo que ella me ha transmitido siempre, porque ojalá pudiera devolverle todo lo que ha hecho por mí, tantas luchas y tantos sacrificios, tantos años dedicados a crear lo que soy ahora… La adoro, la venero, la admiro por su fuerza, por tanta sabiduría en lo más simple, por los valores y las lecciones que, en su humildad, ha sabido hacer de mí la persona que soy, porque estoy orgullosa de poder tenerla a mi lado… Te quiero mamá.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Frío congelando.

El frío te cala en los huesos, te corta los labios, te entumece los dedos mientras va cayendo a finales de un noviembre como otro cualquiera, presala navideña de luces de colores adornando las calles abarrotadas de gente que se embute en abrigos y gorros, que intenta mantenerse caliente en un momento en el que parece que el frío me ha traspasado y ya no siento ni los pies. Me pregunto si sería capaz de correr contra el viento que me golpea la cara desnuda y hace que se me escape alguna lagrimilla tímida que se queda a medio camino, por no saber si caer del todo o congelarse en el trayecto… No veo el momento de llegar y enfundarme en mis mantas de colores mientras cierro los ojos y pienso… no hay nada como estar en casa.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Para ti, mujer.

Hoy es uno de esos días que me paro a pensar en mi condición de mujer, me siento orgullosa de mi sexo, me considero fuerte, inteligente, capaz de enfrentarme a cualquier cosa y de valerme por mí misma sin necesidad de dependencia, con mis manos trabajo para sacarme adelante, en mi vientre puedo engendrar y dar vida, cada día que pasa sé que soy, que puedo y que no hay nada que no esté a mi alcance…
Soy mujer y hoy quiero decir que me avergüenza muchas veces mi condición humana, por pertenecer a una raza capaz de maltratar y matar a quien ha querido… Espero que algún día desaparezca este concepto de “violencia de género” que se ha convertido en algo usual en los tiempos que corren, y dejen de sufrirlo víctimas inocentes que acaban convirtiéndose en muchas ocasiones en marionetas en manos de sus verdugos…
Espero que esto se acabe pronto… Desde aquí mi granito de arena por todas aquellas que lo han (hemos) sufrido, por aquellas que no lo superaron, por aquellas que podrán evitarlo, y por todas las mujeres del mundo, porque somos seres mágicos con capacidades increíbles…
Nadie será más que yo… NUNCA!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Nadando en la cordura.

Sé que hay muchas puertas que aún tengo que cruzar, muchos caminos por andar en esta vida, quien sabe cuántos habrá de buenos, cuántos de peores, pero aún así el capricho de la vida sabrá llevarme a uno y otro lugar, mientras paseo por los rincones de mi alma y me sigo conociendo más cada día. Hoy me siento bien, feliz, aunque la felicidad sea ese estado ambiguo que carece de extensión en el tiempo, pero hoy parece que sí, que me ha cubierto una oleada de felicidad y de abrir los ojos a algunos mares que tenía en penumbra. Hoy siento que sé dónde están mis propios límites, que puedo tomar mis propias decisiones sin importarme nada más, que soy capaz de vivir momentos mágicos que se queden sólo ahí, y que por primera vez en mucho tiempo he sucumbido a una realidad que no hacía más que rondarme sin parar, sin que yo quisiera abrirle los ojos… Hoy lo sé, que no hay nada en él que me pueda devolver la sonrisa, sólo momentos robados que sirven sólo para nadar a contracorriente el tiempo justo hasta que se empiezan a cansar los brazos, y entonces tomar la mejor decisión de todas, dejarse llevar por las corrientes de la cordura y dejar de intentar llegar al otro extremo, donde las aguas son tan turbias que a pesar de cubrirme escasamente, no me dejan ver mis pies.

martes, 23 de noviembre de 2010

Corazones de cristal.

Fragilidad entre algodones, míseros momentos que luchan por romper el corazón de cristal que habita en mi pecho, que se empeña en latir mientras la sangre fluye entre sus cuatro cavidades llenando con cada ciclo cardiaco mi cuerpo de ese líquido viscoso que me oxigena. Siento mi fragilidad dura como una piedra, en la que los golpes apenas hacen pequeños rasguños, mi fragilidad envuelta en caricias que llenan los rincones olvidados, y tal vez sea por eso que mi corazón de cristal se haya convertido en un simple músculo que hace su función mientras se endurece cuando ve que los algodones que lo rodean están cada vez más descoloridos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Vuelos inesperados.

Wendy tiene los ojos como platos… Aún le da vueltas a lo que pasó anoche y descubre un corazón latiendo a mil por hora, rodillas que tiemblan, manos que sudan, palabras que no saben salir… No sé si será porque fue luna llena, o si simplemente tenía que ocurrir así, que estando Wendy tan tranquila oyó un ligero golpe tímido en la ventana. Cual fue su sorpresa al encontrarse a Peter Pan otra vez, allí de pie, mirándola, sonriendo y lo peor, pidiéndole que le dejara entrar.
No sé tampoco si es que la noche era demasiado fría, si no le apetecía dar largos vuelos a Nunca Jamás, el caso es que ahí se plantó con su mejor sonrisa y la pobre Wendy no sabía ni qué decir.
Al final cedió ante tal chantaje emocional y abrió la ventana, y él se coló acomodándose en su habitación, y ocurrió lo que tenía que ocurrir, porque entre ellos siempre hubo magia, y Peter Pan se quedó a dormir con Wendy esa noche abrazado a su cuerpo, que apenas se movía por miedo a estar soñando…
Lo que pase a partir de ahora serán simples encuentros fugaces entre vuelo y vuelo, quizá el tiempo los espacie o los borre por completo, tal vez el destino quiera que no se repita y que quede en el olvido, quien sabe, lo único cierto es que la luna abrió un camino común nuevamente y a la vez volvió a cerrarlo, dejando un mínimo hueco por el que algún que otro recuerdo se ha filtrado a escondidas, quien sabe, quizá vuelva, quizá se quede volando para siempre…

domingo, 21 de noviembre de 2010

Noche de luna llena.

Esta noche es luna llena y será increíble… En el transcurso de los próximos días empezará a menguar y, aún así, será radiante y estará rodeada de magia hasta desaparecer. Siempre me gusta dedicarle unos minutos al espectáculo que ofrece tan sólo mirarla, sobretodo días como hoy, cuando está en todo su esplendor en un cielo que espero esté limpio de nubes, tan redonda, tan mágica, a veces incluso parece que está más cerca, que ha salvado un trocito de esa distancia enorme que existe y se ha acercado para regalarte su brillo. Desde hace un tiempo he cogido la costumbre de pedirle deseos a la luna llena; recuerdo la primera vez que Peter Pan me habló sobre eso, pues decía que la luna llena era capaz de cumplir deseos… Al principio, no me lo creí mucho, pero poco a poco me he dado cuenta de que es verdad, y de que a veces los deseos están al alcance de nuestras manos, sólo necesitamos estirar un poco los dedos y antes de darnos cuenta, quizá estemos rozando un sueño… Esta noche pido deseos para mí, porque ya he desperdiciado demasiados pidiéndole a la luna que cierto personajillo vestido de verde y con aires infantiles golpee el cristal de mi ventana y me suplique que lo deje quedarse para siempre junto a mí.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Espinete no existe.

Los años vuelan y sin darnos cuenta vamos cambiando y dejando atrás muchas cosas que, un día, fueron importantes, cuando aún creíamos en cuentos de hadas, cuando nuestros pies colgaban al sentarnos en cualquier silla, cuando  alguien de más de treinta te parecía una persona muy mayor… Nuestro cuerpo parecía de goma, nos caíamos y nos arañábamos las rodillas en el parque, cargábamos con una mochila llena de libros que pesaban demasiado, nuestras ropas eran totalmente de niños, y no como ahora, que ves niños que parece que van vestidos de adultos, y todo era simple y tranquilo, y las preocupaciones que teníamos estaban limitadas a cosas que ahora nos hacen sonreír… La magia de la infancia parece ir esfumándose con el paso de los años, parece que los recuerdos y los apegos a ciertas cosas van cobrando cada vez menos importancia, y es que la vida nos va absorbiendo con las responsabilidades propias de los adultos, que cada vez son más, y a veces quisiera, sólo por un día, ser capaz de retroceder en el tiempo y despertarme hace veinte o veinticinco años, y volver a tener coletas rubias, nariz pecosa, algún que otro diente de leche, y volver a merendar pan con chocolate o ir a comprarme chucherías con cinco duros… Qué recuerdos más dulces me traen estas pequeñas cosas que formaron parte de mi niñez… Anoche pude hacer un recopilatorio abriendo la cápsula del tiempo y descubriendo pequeñas cosas que siempre fueron grandes tesoros…

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sueño que sueño...

Será cuestión de dejarse caer despacio sobre un manto de recuerdos y hundirse lentamente al abrigo de pensamientos que vienen y van, y así poder encontrar un lugar que me abrace con tal calor que pueda dormirme tranquila, sin pensar en nada más que en mí misma, cuando por fin el camino andado deja de ser cuesta arriba y la sensación de caminar libremente entre flores y mares azules se convierte en la mejor manera de soñar… Los sueños avanzan despacio por lugares estrechos para, en un momento, emerger de las profundidades y bañarlo todo con luces nuevas y colores chillones de amaneceres dulces y llenos de nuevos proyectos y motivos para sonreír.

jueves, 18 de noviembre de 2010

El mejor beso del mundo.

Aquella tarde había salido el sol como casi todas las tardes que ya van rozando una primavera próxima, y su calor me había traído nuevamente ganas de ver tu cara junto a la mía, pasear a tu lado por cualquier sitio, e incluso perderme mientras perdía yo misma la noción del tiempo.
Y fue esa tarde cuando nos sentamos en un lugar cualquiera y me mirabas de  vez en cuando, o bajabas la mirada si te miraba yo; y empezamos a hablar de cualquier cosa, sabiendo que la conversación sólo tenía un destino posible que a ambos nos daba miedo alcanzar. Y poco a poco fue fluyendo la magia, colándose por los pequeños rincones que dejaban las palabras, y me dijiste que habías visto algo en mí, que te daba vergüenza decírmelo pero que no podías ocultarlo más, y yo te miré haciéndome la extrañada y sonriendo por dentro, ya lo sé, pero permíteme poner esta cara de sorpresa y de no saber qué decir, mientras en mi cabeza no paran de sonar canciones y las palabras se amontonan en mis labios queriendo salir a borbotones; entonces tú no bajaste la mirada más y yo sostuve la mía, y tu mano se acercó a mi mano de forma tímida, con el miedo al rechazo, y mi piel tembló cuando me rozaste y sólo quise detener el tiempo.
La tarde siguió siendo mágica, con esas miradas que no necesitan palabras, con roces de manos o sonrisas que se escapan mientras caminábamos por el mundo sin rumbo fijo y sin importarnos nada más que estar sintiéndonos tan cerca. Y la despedida llegó, y mientras me llevabas a casa, sólo había silencio y dos manos cogidas, que de vez en cuando daban algún apretón extra produciendo oleadas de sensaciones recorriéndome la columna.
Paraste el coche frente a mi portal y me miraste, hacía demasiado tiempo que no nos decíamos nada, y ya había anochecido y las calles estaban desiertas. Miré el reloj y me pareció demasiado tarde, pero me dio igual, entonces esperé que te movieras, que dijeras algo, pero sólo logré a ver la quietud de tu voz y de tu cuerpo junto al mío. Entonces me acerqué y te besé, sin pensar, y te pilló tan de improvisto que tardaste unos segundos en reaccionar y abrazarme, y el beso se convirtió en un momento, y ese momento en una noche, y esa noche en una vida, y esa vida en un recuerdo, porque sin duda, resultó ser el mejor beso del mundo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Soles que se ponen.

Hacía tiempo que nadie me preguntaba por Peter Pan, será porque de alguna forma he dejado claro que ya no quiero seguir hablando de él, porque a pesar de necesitar siempre explicarlo todo a aquellos en quien confío, siempre hay cosas que es mejor guardarse para una misma, porque el dolor es demasiado grande, incluso duele sólo volver a recordarlo, así que hoy, durante uno de nuestros paseos por la playa, una amiga me ha preguntado por él, y lo ha dejado caer de forma casual, con curiosidad más que otra cosa, porque he pasado de un extremo a otro, de tenerlo en la boca continuamente a dejar de hablar de él de forma radical, y quien me conoce ha respetado mi silencio, quizá porque eso sea una forma de gritar a voces que no quiero volver a hablar.
Y es que no quería decir nada, porque es volver a recordar aquel último día donde mis esperanzas aún estaban a flote, y podía escuchar una tímida voz dentro de mí que me decía continuamente que aún era posible. Entonces ese día salí pronto de casa, y compré flores, ninguna en especial, sólo algo alegre, un toque personal, un batiburrillo de colores y olores que coloqué como centro de mesa en una que lo fue totalmente improvisada, y busqué la manera de sorprenderle, de provocar situaciones distendidas, acercamientos, conversaciones, quería atrasar en cierta forma el reloj del tiempo y volver hacia atrás, donde éramos felices, sólo para que volviera, pero esta vez para quedarse de verdad. Pero no vino, ni siquiera apareció ese día, y las flores se marchitaron, y la comida se quedó fría en los platos, sin apenas tocar nada, y la mezcla de colores se volvió gris, y esa tarde llovió mucho en mi corazón, y no hubo forma de esquivar esa estocada, ese “tocado y hundido” que acabó convenciéndome de la realidad, que no hay flores que valgan, ni sorpresas, ni momentos mágicos, ya no hay realidades por las que luchar, lo único que queda son las sobras de una comida sola y las velas consumiéndose despacio, manchando de cera un mantel verde del que no quiero desprenderme, y tiñendo de soledad todos los rincones de aquella tarde, donde el sol se puso para siempre en Nunca Jamás.

martes, 16 de noviembre de 2010

Pensando en volver al astrágalo...

Queda menos de un mes para volver a esa consulta fría, a la incertidumbre y a la espera de resultados. Llevo unos meses ajena a todo y con ese tema guardado al fondo de un armario y cerrado con unos cuantos candados, y me parece que hace mil años que ocurrió cuando en realidad hace sólo unos meses. Quien sabe qué pasará esta vez, si volverá la vida a querer regalarme un resultado negativo, o si por el contrario esta vez quiera hacerme pasar por ese mal trago… De momento, sigo estando bien, ajena a todo, sin pensarlo demasiado, quien sabe si por miedo o porque simplemente esté en mi destino olvidar, pero ahora, a unos días de las pruebas, vuelvo a sentir ese temor en la boca del estómago, como si nunca se hubiera ido de ahí, y me muerde despacio y me hace sentir pequeña y tremendamente impotente… Quien sabe si deba volver a los zumos antioxidantes o al astrágalo, quien sabe si existe remedio eficaz contra el miedo… quien sabe… De momento descanso y confío en que no me quiera tan mal el destino.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Rumbos diferentes.

No sé si te acuerdas la primera vez que nos miramos a los ojos y nos dijimos tantas cosas, aquella vez en la que tu cuerpo y el mío era simples sombras caminando por pasillos iguales, por caminos estrechos o anchos, con días de  lluvia y de sol intenso, y nos miramos a los ojos despacio, hablando en el silencio de las miradas tímidas, y tu pelo se enredó entre mis dedos si apenas darme cuenta, y tus ojos me dijeron que siempre íbamos a estar juntos, y me prometiste noches en vela, paseos interminables, gotas de lluvia sólo para mí, y pusiste un arcoiris en el cielo, y me enseñaste a pedir deseos a la luna llena… No sé si ha pasado demasiado tiempo para que recuerdes estas cosas, o simplemente no es así, porque son cosas que nunca pasaron para ti, y los pasillos vuelven a ser ajenos y nuestros caminares siguen rumbos diferentes, tú al sótano y yo a las alturas…

domingo, 14 de noviembre de 2010

Mica en mica...

Estoy cansadísima, muerta, rendida, acabada… necesito dormir y dejarme soñar un millón de horas al menos, porque hoy me duelen hasta las palmas de las manos y la parte del corazón que tengo que proteger de la luz, hoy hasta siento pequeñas punzadas de realismo cuando miro a mi alrededor y veo los pequeños logros conseguidos… Está claro que, piedra a piedra, se consigue levantar el muro, o… como dicen en mi tierra… mica en mica s’omple la pica!

sábado, 13 de noviembre de 2010

Cajas de cartón.

Un gran número de cajas de cartón llenan mi salón. Cajas que contienen parte de mi vida, mis cosas, retales de mi mundo que empaqueto para que viajen conmigo y que por fin instalo en mis nuevas cuatro paredes sola.
Esta vez es verdad, parece que el camino por delante me vaya a dar un respiro y se adivina cuesta abajo por un tramo, al menos ya dejé atrás las primeras subidas, y aunque el cansancio lo tenga acumulado en la espalda y en el corazón, los nuevos aires me traen ganas de correr cuesta abajo, abrir los brazos y agitarlos como si, con el impulso, pudiera volver a volar.
Volar y volar, correr, saltar, reír a carcajadas, encontrarme a mí misma y disfrutar del paisaje acartonado de mi salón. Gran sábado!

viernes, 12 de noviembre de 2010

Pies en agua salada.

Hoy el mediterráneo estaba tan frío que parecían pequeñas agujas clavándose en mis pies, suerte que la espuma final de las olas remendaba el daño con una suave caricia. Qué gusto meter los pies en el mar en pleno noviembre, parece que es la mejor forma de liberarse de viejos fantasmas, aunque hayan algunos que resisten hasta el frío, incluso en días soleados como hoy.

Treinta y dos.

Hoy me paro a mirar a mi alrededor, dedico un tiempo a observar la imagen que me devuelve el espejo, sonrío ante él, me acerco mientras busco imperfecciones, nuevos cambios, alguna que otra cana suelta ya entre el pelo rubio, y es que no me doy cuenta y los años van pasando, y aunque me siento igual, joven, estupenda, no puedo negar que da un poco de miedo pararse a pensar en la velocidad con la que las hojas del calendario se pierden en el vacío y no dejan rastro… El tiempo pasa muy deprisa, los años no perdonan, y parece que estoy igual pero ya no aguanto si trasnocho mucho y ya necesito dormir mis horas, será verdad eso de que me estoy haciendo mayor a la velocidad de la luz, o tal vez al paso de un caracol, no lo sé. Tengo treinta y dos y me parecen tantos y a la vez tan pocos…

jueves, 11 de noviembre de 2010

Estado de semicongelación.

Hoy tengo el alma semicongelada, parece que me he pasado esta vez, la he guardado demasiado tiempo en la nevera y se me ha hecho cubitos con forma de corazones grises, que acabarán fundiéndose en algún vaso largo y desaparecerán… Qué destino más cruel le espera a mi alma semicongelada, qué dolor por derretirse en vasos empañados, donde no quedará más remedio que borrar el carmín de los bordes de aquellos besos que nos dimos cuando éramos felices…
Cierra la nevera, por favor, que se me escapa el frío de la mirada…

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Pintando sola.

Ay si me vieras hoy, con las manos manchadas, el pelo enredado, la ropa de pintar con los manchurrones de colores que me hiciste aquel día… Si me vieras no podrías evitar reírte, con tu sonrisa perfecta, porque aquellos días no me dejabas pintar y ahora lo estoy haciendo todo sola… Me duelen las manos y la espalda, pero no me está quedando tan mal, no como cuando estabas tú, que lo hacías todo tan bien, tan perfeccionista, rematando cada esquina de la mejor manera, y yo, un desastre, pero aún así aquí sigo, empeñándome en imitarte, recordando aquellos días en los que acababa con el pelo de colores y tirada en el suelo muerta de risa… Parece que fue ayer y sin embargo el tiempo ha ido pasando y borrando los recuerdos que hoy vuelven a mí… Te acuerdas cuando no sabíamos ni dónde sentarnos, cuando no había nada más que tú y yo en estas cuatro paredes, cuando nos reíamos a carcajadas juntos y nos revolcábamos en el suelo lleno de pintura, y acababas haciendo ver que ibas a besarme para pintarme de verde la nariz… Me sentía feliz a pesar del desastre de tener tanto por hacer, y ahora me doy cuenta de que todo daba igual, no importaba lo que hubiera que afrontar si tú estabas cogiéndome de la mano. Y hoy, en plena crisis de pintora novata sólo puedo alcanzar a pensar… Ojalá estuvieras aquí hoy…

martes, 9 de noviembre de 2010

Es lo que tiene noviembre.

Estamos ahora en la época en la que al tiempo le da por anochecer a las cinco de la tarde, los días son más cortos y el frío por las mañanas da pereza y te obliga a remolonear bajo el nórdico siempre cinco minutos más… Y la noche baña las calles desprovistas de luz natural, y los ambientes son cada vez más cambiantes, casi con las bufandas y los abrigos ya… Por suerte aún queda la magia del sol de mediodía en días como hoy, en los que hay alerta por temporal en todo el país, pero aquí parecen haberse escapado las nubes sigilosamente y he podido disfrutar de un mediodía bañado en rayos de sol y respirando la brisa marina, y la sensación de sentir el calor mezclado con el aire fresco, el sonido de las olas que van y vienen en un intento por alcanzarme los pies, el olor a agua salada y el tacto de la arena tibia entre los dedos es el mejor de los regalos, como un soplo de aire fresco en un momento de asfixia.

Límites.

Siempre preguntas y más preguntas, siempre planteándome las mismas cosas, y es que hay días en los que los límites se hallan demasiado marcados y otros en los que son simples líneas efímeras que apenas se adivinan, y las situaciones requieren que el límite se cumpla, que no se pase la línea, pero apenas es posible cuando esa línea es tan difusa. Y es que no hay blancos o negros puros, siempre están los dichosos matices que le confieren a todo ese aire de dudas y de negociación.
Hoy un día más en los que me encuentro entre nudos morales, en los que la toma de decisiones es ambigua, y me alegro de no tener que ser yo la que decida, de ser un simple “lacayo” en esta escena, y me limito a hacer lo mío y a guardarme mi opinión, que para eso es mía, y días como este, cuando ves a la muerte rondar tan cerca, no puedo evitar hacerme mil preguntas.
¿Dónde se hallan los límites? ¿Y la moralidad? No sé exactamente por qué ocurre, pero aún a pesar de ser una batalla perdida, muchas veces nos empeñamos en seguir adelante cuando la viabilidad es prácticamente nula.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Pies fríos.

No sé por qué sigo esperando una señal del destino, algo que me demuestre que sabes que existo, que sigo recluida en este rincón, buscando por las esquinas los recuerdos que se me han caído de los bolsillos, cuando corría tanto que no me daba ni cuenta de estar perdiéndolos y derramándolos sobre la almohada, y ahora busco entre las sábanas pero no los encuentro, y la sensación de tener los bolsillos vacíos es tan triste que sigo preguntándome por qué estoy aún esperando, y el teléfono no suena ni apareces en mi puerta, ni siquiera existen ya destinos que nos crucen los caminos desandados, y las huellas tuyas ya se están borrando sin saber por qué.
Y yo sé que sigues estando ahí, bajo las sombras de la noche oscura, mirándome a través de un espejo o quizá sea un simple recuerdo que aparece por las noches barriendo los reflejos de mi imagen en el cristal… No estás ni apareces, ni hay rastro de ti en las horas que pasan, en los días que se pierden, porque ya no queda nada desde hace mucho tiempo, y la nada ocupa cada vez más espacio recordándome que no existe ninguna posibilidad de volver a abrazarte en las noches frías, ahora que llega el invierno y se me congelan los pies...

domingo, 7 de noviembre de 2010

Tictac... tictac...

El tictac de un reloj siempre acaba poniéndome nerviosa, me rompe el silencio recordándome que los segundos se escapan a una velocidad incontrolable, como hojas que caen y se pierden con el viento, como arena entre los dedos, los segundos vuelan, haciendo muecas burlonas por conseguir escaparse, y se alejan a su ritmo, sin prisas, moviéndose de un lado a otro como si bailaran. Y el silencio se rompe con su música, con el movimiento de las agujas del reloj, donde cada sacudida dibuja una pérdida de tiempo. Y nos empeñamos tantas veces en volver atrás, con la memoria, con los recuerdos, a veces provocando situaciones que nos devuelvan sensaciones pasadas sin ser conscientes de que esos segundos ya no existen, se han caído por un precipicio lejano y no saben escalar. Tal vez por eso sea que me pone nerviosa escuchar el tictac, porque una parte de mí quisiera ser capaz de volver atrás en el tiempo, incluso de detenerlo, porque hay momentos que no me importaría estar reviviendo una y otra vez…

sábado, 6 de noviembre de 2010

Por qué será...

No sé por qué hoy me ha dado por echarte de menos, no tiene sentido. La verdad es que los días siguen pasando y todo ha vuelto a la normalidad en mi mundo gris; sigo sobreviviendo al día a día, a las rutinas, ya casi me he acostumbrado a no verte pululando por casa, o apartarte de mi lado del sofá; he aprendido a no tropezarme con tus cosas, porque ya no están, y a moverme a mi antojo en la cama que antes compartías conmigo. Y no sé por qué hoy me ha dado por echarte de menos, poco rato, no te creas, pero sí el suficiente como para pensar qué estarás haciendo ahora, si te estarán llegando todos los pensamientos que te envío, pero ni las estrellas ni la luna llena me contestan. No sé por qué sigue en mi cabeza el recuerdo de tu cara dibujando una sonrisa en lugar del portazo de despedida… ¿por qué será?

viernes, 5 de noviembre de 2010

Amanecer.

A las siete y media de la mañana, el mar parece un fantasma de ojos azules que te mira y te estudia con la minuciosidad y la precisión de un relojero, y parece adivinar cada movimiento próximo, o entablar un lenguaje nuevo con el vaivén de las olas, donde cada una trae un nuevo mensaje por descubrir… Y es que con ese casi amanecer, el tono de azules brilla de forma especial, y las luces del nuevo día parecen filtrarse por cada una de las gotas de agua que lo forman y así regala una visión mágica. El mar a esas horas me recuerda a un ser desconfiado pero seguro de sí mismo, que se acerca y se aleja a su antojo, que apenas depara en mi pequeñez, porque soy pequeña, diminuta ante tal espectáculo, y a pesar de ser una día laborable y esa imagen vaya acompañada de todo el sueño del mundo, cojo mi coche y me voy a trabajar con otros aires, quizá aires salados de brisa marina y tonos azulados, aires renovados, donde las viejas corrientes siguen ocultas en el fondo de mi mar.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Sangre.

Qué se puede hacer cuando cualquier intento es vano, cuando no se consigue el objetivo por mucho empeño que pongas… Y es que a primera hora, nada más llegar, ya se preveía el desastre. Si ya lo digo yo siempre… cuando ves demasiado revuelo de batas blancas acumulándose al lado de una cama, algo pasa, y hoy había demasiada gente en ese box minúsculo, y se notaban los nervios, se escuchaban teorías, posibles soluciones, y las manos volaban de un lado a otro, todo era como un caos organizado que parece devastador.
Y no sé si ha sido por un ataque de curiosidad o de pura profesionalidad, que he dejado el bolso sin apenas mirar y he ido hacia la acción. Me gustan estas situaciones, el estrés, trabajar bajo esa presión, donde cualquier cosa puede ocurrir y tienes que correr, echar mano de lo que haya alrededor, tomar decisiones, priorizar… esa parte de mi trabajo es adictiva, la necesito siempre en pequeñas dosis. Pero hoy era mucho más que eso; al acercarme, intentando escuchar peticiones de mis compañeros y de paso ayudar en algo, me he topado con él. No era muy mayor, posiblemente alrededor de los cincuenta, y su cara era un amasijo rojo, y las sábanas parecían sacadas de una película de terror. Y es que ya se sabe, que la sangre es muy escandalosa, aunque en este caso, el escándalo estaba asegurado. Las teorías… una posible hipertensión portal, quien sabe si con algún componente cirrótico sin antecedentes, el caso es que provoca una hemorragia digestiva alta imposible de controlar… Y cae la tensión, el hematocrito por los suelos, no remonta a pesar de… ¿cuántas bolsas de sangre le han pasado ya? Ni lo recuerdo… Y ahora una placa, y medicación, y colocar la Sengstaken, y ni aún así se cortaba la hemorragia… Ha sido apoteósico, aquello parecía una obra macabra en el que, sin ensayar, cada uno hacía su papel, mezclándose con los demás como siguiendo un guión, y la lucha ha sido mano a mano, esta vez todos teníamos algo que hacer, sin discusión, si apenas tener que decirnos nada, unos intentado mantener las vías, poner la medicación, aumentar dosis, controlar el estado hemodinámico, otros liberando un hemoneumotórax a tensión, y entre todo este caos… la sangre, que no paraba de salir como una fuente, parece increíble… El final ya estaba más que anunciado, porque hoy ha sido uno de esos días en los que cualquier lucha es una derrota segura, cuando el adversario es tan difícil de ganar que aunque pongas todo tu empeño, ves de antemano que no hay nada que hacer. Y es que la muerte es así, cuando envía a uno de sus lacayos, no hay maniobras que valgan, ni actuaciones, ni siquiera esperanza, y es así, tan duro como llevarse a alguien de esa manera. Hoy ha sido más peliculero que nunca, y eso que he visto muchas cosas a lo largo de mi vida hospitalaria, pero hoy no sabría definir la escena… Sólo quisiera tener la capacidad de sentarme y escribirlo, pero después de leer esto, me doy cuenta de que hay imágenes que a veces no se pueden describir con palabras. Por suerte, a pesar de que estas vivencias me suelen dejar hecha polvo, he aprendido a encontrar el límite, que a veces cuesta, y ser capaz de dejar la tristeza, la sangre y la impotencia en la unidad justo cuando salgo, es lo más reconfortante en días tan duros como el de hoy.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Pensamientos que van y vienen.

Hoy he aprendido que hay días en los que no vale la pena ser valiente, que es mejor dejarse llevar por el derrumbe y no preocuparse por reconstruir un corazón cerrado por derribo, y es que dan igual los consejos, porque no pretendo esquivar un duelo, ni que nadie me rescate de este presente, sólo quiero seguir un día a día como ya lo hago, con esos momentos que parece que están destinados, quiera o no, a pensar en ti. Y días como hoy, en los que no podía parar de darle vueltas a lo mismo, a saber que por fin estás de vuelta y que a pesar de las escasas posibilidades podemos cruzarnos en cualquier momento, días como hoy sólo quiero dejarme caer en el sofá, huir de este techo en común y proyectarme en otro lugar, desaparecer o aparecer en el fin del mundo donde no pueda cruzarme contigo. Y le doy vueltas una y otra vez y caigo en la cuenta de que quizá sea cuestión de dejar de pensar en ti de vez en cuando, quizá ese sea el secreto para poder cerrar historias que se resisten a irse, que parece que no quieran marcharse nunca. Porque aunque parece que se sujetan al alma con más fuerza que nunca, el viento de las cosas nuevas poco a poco las arrastra hacia el fondo de un cajón. Quizá tenerte como te tengo ahora es la mejor manera de disfrutar de ti, desde la distancia y basándome en meros recuerdos que me traen de vez en cuando tu sonrisa y lo único que he podido conservar de ti, una imagen en mi memoria y algún que otro recuerdo descuidado que ronda sin rumbo fijo en un corazón en el que tu nombre ya no hace más que eco.

martes, 2 de noviembre de 2010

Patch Adams.

Ayer haciendo zapping antes de irme a dormir, y después de una intensa tarde de trabajo, topé por casualidad con una de esas películas que no me canso de ver, y es que no sé si es porque siempre tengo cierta atracción por cualquier cosa que esté ambientada o relacionada con el mundo hospitalario, o tal vez es porque el mensaje es simplemente directo al corazón, que me obligué a quedarme a verla de nuevo, a pesar del sueño y de tener que madrugar hoy.
La historia, totalmente recomendable, es algo así como una oda a la vocación, en este caso médica, un don que tenemos (y me incluyo en el término) algunas personas y que podemos desarrollar y hacer crecer; y es mágica la sensación de ver y sentir que puedes ayudar tanto con tan poco, aunque, al igual que en la película, haya personas que no lo valoren o que incluso provoquen desenlaces tristes, las personas somos así de imprevisibles y con demasiadas cosas por pulir siempre, sin embargo, esta mañana, al entrar por la puerta del hospital y recordar algunas escenas, no he podido evitar preguntarme qué pasaría si algún día apareciera con una nariz de payaso...

lunes, 1 de noviembre de 2010

Sin sentido.

Los días siguen pasando entre penumbras, entre historias para no dormir, entre puertas que quieren abrirse y ventanas que quieren cerrarse, y yo misma soy el epicentro de esta crisis existencial, donde no sé si dar un portazo o correr un pestillo, no sé si entrar o salir, si olvidar o hacer una llamada, y es que hay días grises que se empeñan en traer recuerdos gratos e ilusiones de colores, días como hoy, en lo que, a pesar de la penumbra y de las puertas entreabiertas, sigo buscando con el rabillo del ojo, disimulando, alguna señal de su presencia cerca, aunque sólo sea por soñar un ratito más que se puede ser feliz volando sin rumbo fijo y sin alas para volar.
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