jueves, 30 de diciembre de 2010

Vida nueva.

Con un pie en nochevieja no me queda más remedio que plantearme… año nuevo ¿vida nueva? Eso cuenta el dicho, y debería ser así, empezar a pensar en las cosas que queremos hacer, olvidar las que no cumplimos este año que se va… Y es que el planteamiento de la “vida nueva” es un soplo de aire fresco, una ilusión que se vive justo en ese momento, quizá engalanada por los ambientes festivos, y es que brilla el propósito de empezar realmente una nueva vida, más que eso, una nueva forma de vivir, justo lo que necesito ahora mismo, seguir caminando hacia el nuevo año, aunque ahora mismo sea consciente de que no hay novedad, sólo una nueva fecha que poner en el calendario, una montaña de incertidumbres, de incógnitas… Año nuevo, vida nueva… Quien sabe qué nos deparará esta vuelta de la esquina, si hará otro giro de tuerca a este año que ha sido más que amargo o me dejará desplegar mis alas para poder volar con la libertad de ser yo misma, sin más disfraces ni más Wendys esperando, sin más angustia por los malos momentos que sé que vendrán… Año nuevo, vida nueva, y nuevas esperanzas por seguir creciendo como persona, como profesional y, sobretodo, como mujer.
Un brindis por este año nuevo, que augura vida nueva. Feliz 2011.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Otra mañana en las trincheras...

No hay palabras para describir tal caos, increíble pero cierto, las salas llenas, los pasillos abarrotados de camillas y seguimos sin saber dónde meter a la gente mientras vemos que no dejan de llegar ambulancias sin parar trayendo “mercancía humana en mal estado”. Uno tras otro van pasando, como un desfile interminable, no podemos más, nos contagiamos del ambiente de nervios y de la falta de recursos, de espacio, de tiempo… Nos falta medicación, nos faltan manos para poder abarcarlo todo, paciencia para escuchar quejas, comentarios, peticiones de médicos que retumban en los oídos mientras se acumulan las cosas por hacer.
Esto es urgencias, un laberinto humano donde debes esquivar a la gente amontonada en los pasillos, sin ubicación y sin consuelo, quejándose de las horas que pasan allí, y con razón, pero ¿qué más podemos hacer? Corremos de un lado para otro, vías, analíticas, electros, monitorización, sondajes, cultivos, constantes, gasometrías, medicación, y ahora el carro de paros, y ahora otro código ictus… Y entre una cosa y otra, más gente, más caos, risas nerviosas, adrenalina a niveles demasiado altos como para poder parar un momento.
No me gusta tal desorganización, pero no hay más remedio, no se puede evitar atender a la marabunta que no deja de llegar. Es increíble que “urgencias” acabe siendo un lugar al que acudir por cualquier cosa, increíble porque no sé cómo podemos acabar resistiendo ante tal jornada de trabajo… Que no cunda el pánico, son sólo unas horas, pronto saldremos por la puerta, respiraremos hondo, dejaremos atrás el increíble espectáculo del servicio y podremos decir... ¡Hemos sobrevivido a otra mañana en las trincheras!

martes, 28 de diciembre de 2010

Sin balances, con propósitos.

Hoy quiero escribir y no sé qué contar… A escasos días de acabar este año, me propongo hacer balance y ni siquiera me siento capaz de hacerlo, hoy no, esta vez no, porque este año ha sido uno de esos para olvidar, para ni tan solo dedicarle tiempo a pensar en las cosas buenas, que sí, que también las ha habido, pero es que las malas han sido más y peores, demasiado, de esas que ni siquiera puedo dejarlas apartadas en el 2010 y algunas me las tengo que llevar al nuevo año, meterlas en mi día a día y asimilar que siguen conmigo a saber por cuánto tiempo más. Y bueno, a pesar de negarme en rotundo a hacer el balance típico que hago cada año por estas fechas, sí me planteo nuevos retos esta vez, quiero hacer cosas, no estancarme en esta ciénaga de países lejanos, quiero salir sin quedarme anclada en pasados que me abducen, quiero escapar de historias sin sentido que vuelven una y otra vez, de Peter Panes estúpidos que ni comen ni dejan comer, que aparecen y desaparecen invadiéndolo todo con esperanzas de volver a Nunca Jamás. Este año quiero romper con los sueños de ser princesa, este año que empieza quiero ser yo misma, con mis malos tragos por pasar, con los momentos que vendrán, y espero que por fin sea capaz de cerrar ventanas que me arrojan al vacío, y que la soledad no sea más que una etapa transitoria o, aunque dure más de lo que me gustaría, al menos sea un estado que me devuelva a mí misma la capacidad de ser yo sin necesidad de palabras en mi oreja, que no son más que ecos que se pierden de vez en cuando haciendo rasguños en el corazón.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Estrella(da).

Hoy me doy cuenta de que nada importa, todo da igual, por muchas estrellas que regale, por muchos esfuerzos que ponga, no sirve de nada, porque cuando ya no hay nada por lo que luchar ni nada a lo que agarrarse cuando estás a punto de caer, justo en ese momento, todo desaparece. Y se esfuman las ganas de seguir queriendo, los matices, los recuerdos, los encuentros, las sonrisas o los últimos besos que luchan en la memoria para no desvanecerse junto a todo lo demás. Y hoy me siento ridícula, con ganas de agachar la cabeza, como si tuviera que avergonzarme por sentir, qué tontería, sonrojándome ante mis ideas locas y absurdas… Regalar estrellas, ¿Quién hace eso hoy día? No sé quien podría desperdiciar algo tan especial y tan mágico. Una estrella con su nombre, qué extravagancia, qué originalidad, qué derroche de sentimientos para alguien que solo es capaz de ver nubes en el cielo.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Regalando estrellas.

Hoy es tu cumpleaños, te haces mayor, vas creciendo y tu capacidad de dejar atrás mundos infantiles sigue sin aparecer, a veces surge, un tiempo, pero acaba por desvanecerse y quieres volver otra vez a Nunca Jamás. Te da miedo cumplir años y ahí estás hoy, con uno más a tus espaldas, y yo preguntándome cómo estarás, qué sentirás, pensando en cuánto me gustaría pasar el día contigo.
Desde la distancia y desde el tiempo, que no ha hecho más que alejarnos, te envío un regalo en el silencio, una estrella, para que siempre te guíe y te cuide desde el cielo, y para recordarte que sigo aquí, perenne, al igual que su brillo en este cielo despejado de hoy, una estrella que te recuerde, cada vez que mires al cielo, que hubo un día en el que fuimos felices y no importaba nada más mientras pudiéramos seguir mirándonos a los ojos.
Feliz cumpleaños desde aquí, Peter Pan.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Y mañana, Navidad.

Mañana es Navidad otra vez, otro año más que pasa a una velocidad que me cuesta asimilar, otra vez villancicos, turrones, gorritos de papá Noel, risas y regalitos, compras compulsivas, días de fiesta (quien los tenga…), comer sin parar, juntarse con la familia como una especie de ritual… Es Navidad y todo esto parece formar parte de su decorado, porque sin todo esto la Navidad ¿en qué se queda? Para mí no es una fecha especial, son días que tienen que pasar deprisa, desapercibidos, no me gustan estas fiestas, y hoy, en el hospital, cuando todo el mundo se felicitaba y comentaba lo que iba a hacer esta noche, yo para mí pensaba… ¿Realmente esta noche es tan buena? Para mí está claro que no, que es otra noche más, como cualquiera del año, sin más genialidades que un adorno impuesto, un nombre propio en el calendario y un halo de espíritu navideño que será especial para quien lo sienta.
Hace años que no soy navideña a pesar de que recuerdo siempre haber vivido con intensidad estos días, pero supongo que la vida va dejando caer experiencias que hacen que las cosas cambien. No soy navideña, y este año menos que nunca, porque no tengo ganas de celebraciones hoy, a pesar de haber hablado con mi doctora y haberme dado un respiro temporal, de momento me libro del quirófano hasta nueva orden, en enero nuevo año y nuevas pruebas, otra vez, qué le vamos a hacer. Quizá esta nochebuena y esta navidad sean días de reír y de olvidarme de estas mochilas de piedras que me tienen contracturada, quizá estos días consiga reconciliarme con el espíritu navideño y me dedique a sonreír y a formular deseos, quien sabe… ¿no dicen que todo es posible en Navidad?

jueves, 23 de diciembre de 2010

Pequeña, pequeña Wendy.

Wendy amenaza con una vuelta brusca, una caída en picado ahora que había conseguido levantarse, parece ser que vuelve a perder el equilibrio que tanto le había costado conseguir, y es que es normal en el fondo, porque Wendy se siente perdida, no hay más que obstáculos en su camino, de esos que dan ganas de llorar, pequeños baches que te tuercen los tobillos y no te dejan avanzar nada. Y es por eso por lo que parece que vuelve a despertar desde el olvido, y toca mi puerta, quiere entrar, lo sé, volver a ocupar todo el espacio, volver a quedarse otra vez pegada a la ventana, esperando vueltas inútiles del mismo de siempre, que sigue en su mundo de no querer crecer nunca… Wendy se cuestiona por qué se amontonan las preguntas en su garganta, siente cómo se atropellan los porqués en su boca, quieren salir y estrellarse con su cara, perderse entre sus razones, y siguen sin existir palabras de respuesta, sólo miradas inútiles, inocentes, de ceños fruncidos y mirada triste.
Wendy tiene miedo, y yo de volver a liberarla, esta vez es más pequeña que nunca pero sigue brillando, quizá sea que el último vuelo a Nunca Jamás fue más importante de lo que ella misma pensaba y volvió a quedarse prendada de la magia, sí, tal vez sea eso, tal vez sea simplemente que está pasando por un mal momento, y el miedo sigue provocando brazadas entre la noche, buscando liberarse de las soledades imaginarias, de noches de esperarlo despierta. Pero no vuelve nunca de veras, sólo a medias tintas, como cuando el corazón lanza una extrasístole de sentido común y aparece en la memoria lo genial que era estar juntos… Quizá esta vez Wendy (yo misma) consiga superar este pequeño ataque de debilidad y los días pasen borrando tentaciones, tal vez… mientras tanto, Peter Pan sigue creciendo muy a su pesar, y a escasos días de su 33 cumpleaños, la capacidad de volar pierde fuerza y en este regreso de Nunca Jamás el camino de vuelta va perdiendo el rastro…

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Lloviento reencuentros estúpidos.

Hoy, día de lluvia y de alma acartonada, será por los momentos imprevistos más que planificados, por poder evitarlo pero sin embargo seguir adelante y provocar un encuentro totalmente justificado. Él estaba allí, diferente, con el pelo demasiado largo, mirándome desde las alturas de su vuelo estúpido, alargando la mano de vez en cuando y tocándome la cara, provocando abrazos sin sentido, de esos tan geniales de apretarse fuerte y no decir nada, de tan solo querer sentir el otro cuerpo lo más cerca posible, como si fuéramos capaces de encontrar un grado de fusión entre ambos, como si pudiéramos volver a ser uno. Y otra vez vuelven a surgir los “lo siento”, tengo los bolsillos llenos de ellos, los guardo todos y cada uno aunque lleguen a deshoras, aunque no sirva de nada, y qué extraño vernos otra vez, en la soledad, sin paredes entre nosotros, sin tiempos, sin miedos, vernos con los ojos del alma marchita ya, gris de olvido, vernos como si no fuéramos nosotros, como si el tiempo que hubiera pasado no hubiese congelado el sentimiento, y con cada latido de mi corazón una sonrisa suya, una mirada de soslayo, una pregunta, un gesto, un “te doy todo lo que soy” pero sólo cuando yo quiero, no puedo lavar más esta toalla, lo siento, es mejor dejarla caer esta vez… Sin embargo hoy, más de un mes después sin saber nada el uno del otro, otra vez nos vemos, y otra vez sonrisas que reflejan momentos pasados, otra vez mentes que sobrevuelan realidades, otra vez un beso de despedida que no sabe si sobrevivirá entre tanto desamor.

martes, 21 de diciembre de 2010

¿Alegrarme o lamentarme?

Hoy me he sentido avergonzada, ha sido una sensación desagradable, de esas incómodas, que no sabes dónde meterte, lo peor es que era algo mío, ajeno al resto del mundo, ha sido una de esas “vergüenzas” internas, que sólo conozco yo y que nadie más percibe, sólo yo con mis miedos, con mis historias… Y es que a veces no sé qué es lo que tengo que hacer o cómo sentirme, si alegrarme o lamentarme, porque lo mío no es tan malo si lo comparo con tantas historias, pero es mío, mi problema, eso no lo arregla la peor de las desgracias ajenas.
Y hoy, mi crisis de vergüenza ha sido en uno de esos momentos en los que tienes un paciente delante y tienes algo que hacer, estaba en triage de urgencias y una señora en la camilla esperando a que le sacara analítica y le hiciera un ECG. Todo iba bien hasta que se ha puesto a hablar, ha empezado contándome cosas de sus molestias, de sus hijos, bueno, lo típico en estos casos, pero en cuestión de segundos, no sé cómo, la conversación estaba totalmente centrada en ella… Ella se llama Sonia, tiene pocos años más que yo, y es su nuera; hace poco le han dado la noticia a la familia y todo se ha venido abajo… El cáncer ya está demasiado extendido, metástasis en varios puntos, la situación es delicada y, a pesar de ponerse en tratamiento con quimio y radio, es posible que las cosas no vayan bien…
Poco a poco me he sentido abducida por la historia, conmovida al verla llorar mientras pensaba en lo afortunada que soy al haber cogido a tiempo lo mío y poder estar tranquila de que sea algo potencialmente solucionable, algo que me dará mis males de cabeza pero que podré simplemente olvidar de aquí a un tiempo (eso espero), y lo pienso y me parece mentira pero es así. Afortunada por tener una lesión donde debería haber un grupo de células sanas, afortunada por pertenecer a ese porcentaje de la población que sufre una dolencia sin cumplir con los factores de riesgo propios de dicho mal, afortunada por tener que enfrentarme en breve a este mal trago, y afortunada porque los problemas que pueden venir después puede que no sean tan malos…
No sé si lo soy, si he tenido mucha o muy mala suerte, va a ser verdad eso de que todo depende del cristal con que se mira…
Quizá si hubiera sido con Sonia con quien hubiera hablado hoy me hubiera dicho… qué suerte la tuya, y no podría haber expresado nada más, porque es cierto, he tenido suerte, y no la fatalidad de un caso como el suyo… ¿qué nos diferencia a las dos? ¿Por qué la vida nos pone estas piedras en el camino? ¿Por qué su piedra es mayor? Quien sabe… Esta vez, y seguramente sólo por hoy, deje de lamentarme y me alegre, quizá sea la primera vez que respire tranquila, al final de todo va a ser un alivio todo esto, un simple mal trago que pasará en un suspiro por mi garganta y, con un poco más de buena suerte, pueda quedarse siempre en el olvido.

Otra luna más.

Otra vez la luna ha vuelto a llenarse, exactamente un mes después desde la última vez. Recuerdo esa noche con todo detalle, aunque parece haber pasado hace años luz, esa noche que volvió con prisas, casi atropellándome con sus palabras torpes, con sus intentos por acercarse mientras yo no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Fue una noche genial, de volver a Nunca Jamás al menos en sueños, cuando dormía a mi lado, y justo un mes después, con la siguiente luna llena, ni rastro de él ni de la magia, ni de países encantados, nada, sólo la tristeza de lo que ahora me importa más que él, yo misma, y aunque quisiera poder compartir este momento con él, aunque ese sea el deseo que quiera pedirle a la luna llena esta noche, no lo haré, porque casi prefiero pedir esta vez por mí, por lo que me toca vivir ahora, por el año que empieza que espero que traiga grandes cosas, grandes momentos por vivir mientras entierro el 2010 bien profundo y no lo dejo salir más… Qué año más malo…
Mi deseo de esta noche… una tregua, un propósito, una intervención con éxito y, por qué no, una historia que acabe saliendo bien…

lunes, 20 de diciembre de 2010

Felicidad paliativa.

Me da miedo pensar en qué pasará ahora, si conoceré a alguien lo suficientemente maduro que lo entienda, tanto como lo fue Peter Pan cuando, aún lo recuerdo con exactitud, y a pesar de que hacía poquito que estábamos juntos, se lo conté. Le dije que necesitaba que lo supiera, y una parte de mí tenía miedo de que saliera corriendo por eso y me dejara, pero no fue así, fue tan dulce, tan alentador, tan comprensivo y cariñoso que cuando recuerdo ese momento revivo el cálido abrazo que me dio, me apretó muy fuerte contra él y me susurró que estuviera tranquila, que iba a estar conmigo en todo momento, si tenía que operarme, si habían problemas después, parecía no importarle nada más que yo en ese momento, y el mundo no existía, y mi problema se hizo tan pequeño, tanto, que la siguiente biopsia salió negativa… ¿Será que los estados de ánimo puedan influir tanto? Quien sabe si realmente la felicidad sea más que paliativa, no lo sé, quizá se me va la cabeza pensando tonterías, pero es que ahora, después de la amargura del desamor, todo parece haberse complicado, como si lo anterior fuera un sueño o un espejismo provocado por las nubes rosas que envuelven Nunca Jamás. Me siento más sola que nunca, porque el miedo es lo que tiene, que aún agudiza más cualquier estado, y aunque sé que soy fuerte, me siento como una niña pequeña en un rincón; esta vez sólo quisiera respirar hondo y conseguir empequeñecer a ese grupo de células que les ha dado por cambiar dentro de mí, ojala fuera tan fácil como coger una goma de borrar en lugar de la hoja fría de un bisturí, y ojala él estuviera al otro lado, en la sala de espera, y cuando saliera, dolorida y con los efectos del postoperatorio inmediato, me cogiera de la mano, me guiñara un ojo y me dijera, aquí estoy bailarina… todo va a ir bien.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Añorando el último negativo.

Después de trabajar catorce horas casi sin parar, lo vivido por la mañana y lo vivido por la tarde parecen sucesos ocurridos en días diferentes, parece que todas las horas que han pasado vayan poco a poco borrando la noción del tiempo, y el cansancio se acumula, colapsa pies y cabeza, y a pesar de existir buenos momentos, risas, compañerismo, a pesar de todo, el día de doblaje nunca es fácil…
Hoy ha sido menos fácil que nunca, no por el día en sí, que ha resultado ser bastante tranquilo, sino porque ya han aparecido los resultados esperados en el ordenador y, a pesar del último negativo, esta vez no ha habido tanta suerte… Me toca esperar, asimilar sin atragantarme mucho lo que me va a tocar vivir ahora, y me doy cuenta de que esta vez va a ser diferente, ya esta última biopsia lo ha sido, porque la anterior Peter Pan se mudó conmigo y dejó Nunca Jamás bien aparcado, no en doble fila como últimamente, y se quedó ahí, llenándome de esperanzas y de sonrisas, cogiéndome de la mano y diciéndome que este trago lo pasaba conmigo… Ahora me queda la soledad y la incertidumbre, imaginar el proceso sin saber cuando será ni cómo irá, simplemente esperando que ocurra otro milagro, el de la mejoría o el de su vuelta para quedarse de veras. Me estoy dando cuenta de lo importante que sería pasar esto con él, como ya habíamos planeado, y sin embargo sólo me queda la fuerza individual y el coraje para afrontar esta nueva etapa… Qué curiosa es la vida, a veces parece mofarse con sus coincidencias, porque creo que voy a acabar el año justo como lo empecé…

sábado, 18 de diciembre de 2010

Pros y contras en mi nevera.

Un amasijo de caras, algunas conocidas, otras muchas no, y a pesar de buscarte en la noche, no te vi. Es mejor así, lo sé, quizá el destino me hizo un favor, sin más decepciones, pero una parte de mí pretendía encontrarte, no lo niego, y las expectativas pintadas de colores se han vuelto grises, quien sabe si sea posible encontrar un resquicio de luz en esta oscuridad plagada de notas malsonantes…
Es lo mejor, lo sé, porque en mi lista de pros y contras hay un desequilibrio enorme, sin embargo, ahí estaba yo, buscándote en la oscuridad, entre la gente, en los rincones, en cualquier sitio, esperando ese momento porque sé que no habrá más, porque seguimos en mundos diferentes, en turnos distintos, y yo aún me pregunto por qué será que sigo inventándote a mi lado aunque cada vez de forma más borrosa, por qué aún quiero encontrar una explicación… Cuando no existen motivos, lo único que queda son mil preguntas en el aire, mil porqués envueltos de melancolía, y listas desequilibradas colgadas en la nevera, pros y contras descompensados, aún así y sabiendo que he tenido suerte de no encontrarte anoche… ojala, entre canción y canción, me hubiera cruzado contigo en algún vuelo fugaz…

viernes, 17 de diciembre de 2010

Peter Pan y Wendy se van a bailar.

Aún no es la hora y ya me duele la distancia que habrá entre nosotros esta noche, me produce escalofríos la idea de encontrarme contigo, visualizo ese momento en mi cabeza una y otra vez, barajando todas las opciones. No sé si seré capaz de acercarme, aunque todo el mundo me diga que te ignore y sepa que es lo mejor, lo único que te mereces por haberte ido así, pero no sé si podré hacerlo; o quien sabe si tal vez seas tú quien aparezca a mi lado y me saludes, si me ignoras, quizá más propia de ti esta opción, no lo sé… y me duele pensarlo, porque quedan solo unas horas, y me verás como voy a ir hoy, increíble, porque esa es la idea, que me veas y pienses en todo lo que has perdido…
Esta noche estaremos bajo un mismo techo, rodeados de un montón de gente ajena a nuestra historia, y tal vez cuando se crucen nuestras miradas, si es que eso ocurre, nos alejemos nosotros también, tú de mí y yo de ti, como si nunca hubiéramos compartido alma… Me quedaré muda en la noche y sé que mis ojos perderán la luz, sólo espero ser lo suficientemente fuerte como para no volver a imaginarme volando hacia Nunca Jamás cogida de tu mano… No puedo hacerlo, otra vez no… Otra vez…

Brote hospitalario.

Soy una llorona, sí, lo soy, qué le voy a hacer, lloro por muchas cosas, todo me emociona, y cualquier sentimiento se traduce en un nudo en mi garganta que acaba por desembocar en un llanto, ligero o no, silencioso, escandaloso, tímido, de felicidad, de impotencia, de rabia, de tristeza… Y cuando lloro, busco la soledad, porque a pesar de todo no me gusta que me vean en ese estado de vulnerabilidad total… Hoy no he podido esconderme, no había lugar que me diera cobijo durante el breve espacio de tiempo que me ha podido la impotencia, y no he podido evitar llorar, no podía contener mis lágrimas ni esconderme en una sonrisa falsa, pero lo necesitaba, necesitaba llorar y deshacer ese nudo que me dejaba sin aire.
Un día cualquiera puedes acabar así allí, haciendo un “brote” (como nosotras lo llamamos), porque el trabajo te supera, y sientes exigencias por parte de todos, de los pacientes, de los médicos, de los compañeros, y ves que no das más de ti misma… Hoy he llorado por el mal funcionamiento, por el sistema, por la burocracia, por el mal trato de los pacientes, por el despotismo de algunos médicos, por no poder cumplir los horarios establecidos y por mí misma, he llorado por no ser capaz de no llorar, por sentirme tan débil cuando sé lo que hay que hacer en esos casos, cerrar los ojos, contar hasta diez (o hasta cien…), ponerme la sonrisa y salir al pasillo con mi mejor cara, como si todo funcionara correctamente. No se puede abarcar tanto sin perder la cabeza por el camino…

jueves, 16 de diciembre de 2010

Mañana será mañana.

Hay días que todo te sobrepasa… Te sobrepasa la gente, el tiempo, las cosas pendientes por hacer… y es que hay días que más valdría darse media vuelta y seguir durmiendo cuando suena el despertador, como si se pudiera hacer algo así, y borrar el día del calendario, no porque haya sido tan malo, sino simplemente por todos los momentos en los que me han desbordado cosas que no puedo solucionar yo. Mi trabajo exprime mi paciencia como un limón, y aunque tenga mucha, hay días que se agota y no das más de sí, días como hoy, en los que más me hubiera valido seguir durmiendo…
Menos mal que mañana es viernes, y no uno cualquiera, es viernes de cena, de sorpresas, de risas, de fiesta, tengo ganas de enfundarme mi vestido nuevo, calzarme mis botas y bailar toda la noche; lo único que me quita el sueño es que acabaremos por encontrarnos otra vez, Peter Pan y yo, quien sabe en qué momento será, pero allí estaremos, ambos viviendo una noche por su cuenta, como si no fuera verdad que hace tan poco dormíamos en la misma cama… Mañana será una noche de mirarnos de lejos, quien sabe si nos saludaremos, nos evitaremos o simplemente no nos veamos, quien sabe si lo buscaré o lo hará él, quien sabe qué ocurra si volvemos a estar tan cerca el uno del otro y a la vez tan lejos de la realidad… Ahora mismo sólo quiero dormir, ya se verá qué ocurre, y olvidar un poco hoy, como dice Dani Flaco… mañana será otro día, mañana (por suerte) será mañana…

martes, 14 de diciembre de 2010

No los quiero.

No quiero más amaneceres tristes ni más puestas de sol sin tu mano apretando la mía, ni quiero más paseos a la orilla del mar, ni más fiestas ni promesas. No quiero más camas vacías ni ventanas cerradas, ni el olor de tu ausencia sobre mi almohada; ya no quiero más noches en vela ni lunas llenas que no saben conceder deseos, ni más madrugadas de sueños vacíos, ni más nubes de tormenta, ni lluvias ni soles, no quiero más tu voz en la distancia, ni tu recuerdo golpeando la pared… No quiero, no quiero, te quiero.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Propósitos.

Quiero cambiar, no tirar la toalla a la mínima de cambio, sino aprender a meterla en la lavadora y lavarla las veces que haga falta hasta que los manchurrones de la desdicha se desvanezcan de mi alma y el blanco radiante de días felices vuelva a brillar, como un sol sobre mi cabeza capaz de espantar esa nubes gris que no deja más que lluvia fría sobre mis hombros.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Necesidad.

Me pierdo en las entradas de las nubes, y entre los dedos de mis pies noto brisas que se cuelan y me hacen cosquillas, mientras en mi cabeza retumban los colores de un nuevo amanecer que despierta corazones helados y transporta magia hasta el fondo de mi corazón. Perder la cabeza, olvidarse de los sentidos y de la cabalidad, de los sueños que siguen un guión, de las palabras, las promesas, los finales perfectos y las ilusiones… La cabeza es sólo un lugar de confusión que te dice que pares cuando tienes ganas de saltar, y hoy, en pleno diciembre que anuncia una brusca entrada a un año nuevo, sólo quiero a alguien que me abrace en los días de lluvia… porque, cuando salga el sol, ya me iré yo sola a pasear…

sábado, 11 de diciembre de 2010

La maldición de tu foto por casualidad...

Cada año, por estas fechas, hago lo mismo, como un ritual, en mitad de las compras prenavideñas, cuando aún se consigue entrar en las tiendas, siempre compro algo para mí, un monedero nuevo, y una tarde cualquiera me pongo a hacer la minimudanza reglamentaria… Tarjetas varias, entradas de cine o te teatro que guardé por alguna razón, pequeños recuerdos, tickets de compras… y en mitad del traspaso, al fondo de uno de los compartimentos, me encuentro con la maldición de su foto que viaja siempre conmigo.
Su foto… Peter Pan ahí mirándome, con su barba de tres días y su sonrisa perfecta. Me mira desde ese pequeño pedacito de papel y me dice muchas cosas que suenan a despedida o a ecos olvidados de Nunca Jamás.
Y allí, parada, con su foto entre mis manos, no soy capaz de romperla o apartarla de mí, esta vez no me apetece hacerlo, y noto una pequeña punzada en el corazón que me dice que, a pesar de todo, ahí estoy sintiendo algo aún por él, a pesar de tantos fracasos y tantas veces que me dejó caer en pleno vuelo. A pesar de todo, lo miro y lo sé…  que siempre seré Wendy encerrada en mi habitación y, aunque ausente, una parte de mí siempre estará pegada a la ventana por si vuelve… Tal vez esa sea la maldición de su foto hasta que un príncipe me rescate de veras y no solo cierre la ventana, sino que también eche las persianas y me saque del castillo a tomar una copa, para que cuando vuelva otra vez, Peter Pan ser muera de frío fuera… Ya no hay cobijo en mi cama ni en mi corazón.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Mañanas sin ti.

Definitivamente no, no es lo mismo, por muchas risas que haya, por muchos momentos buenos, no tiene nada que ver, ni siquiera se le parece, ni genera en mí momentos dulces… Ahora allí las mañanas son descafeinadas, insípidas, horas caducadas en las que no aparecerás, como antes… antes sí que era genial ir allí, cuando sabía que te vería en cualquier momento y te sentabas a mi lado, incluso antes de que fuéramos Peter Pan y Wendy, mucho antes, cuando éramos amigos de esos que se sonríen y se aguantan la mirada, cuando nos llevábamos tan bien que incluso bromeábamos con historias que, aunque parezca mentira, acabaron por hacerse realidad… Y no, no es lo mismo, ni siquiera se le parece, ahora ya no, no es tan genial que me envíen allí cuando sé que no estás ya, que te fuiste por miles de motivos que tienen mi nombre, porque cada rincón de ese lugar es un recuerdo nuestro, tuyo, que me bombardea con la tristeza propia de quien se pone a recordar… Te echo de menos aunque me siga empeñando en ser feliz, aunque lo sea, porque siempre serás esa mitad que sobrevuela mis cielos y cubre mis noches de abrazos, siempre serás tú en mi corazón, siempre un amigo inútil, siempre una derrota, siempre un deseo por cumplir, y siempre, eternamente, el mejor del mundo…

jueves, 9 de diciembre de 2010

Más que un color.

Hoy, ni las finas gotas de lluvia que caen con desgana desde un cielo gris plomizo inanimado, ni siquiera ellas, consiguen enfriarme el alma. Respiro el aire helado con sabor a Navidad mientras camino saltando charcos, cerrando los ojos mientas guardo el paraguas y el agua golpea mi rostro con la suavidad de una caricia y pienso, sonrío, suspiro, extiendo mis dedos al aire, escucho los sonidos mezclados de la ciudad y de la lluvia, grito para mí y me evado del mundo, vuelo, vuelo, vuelo, vuelo, se puede volar en estos días grises, en los que las alas pasan desapercibidas y los vuelos en sueños consiguen alcanzar destinos inalcanzables en cualquier día de sol.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Nocturnidad.

Se acabaron los momentos inventados, las historias construidas sobre bases de algodón, de nubes empapadas de tormentas que acabarán haciendo añicos los castillos en el aire, y morirán despacio las ilusiones, como flores arrancadas de tierra fértil, como susurros que se pierden en el viento… Quiero salir y busco sentarme a horcajadas en la luna, quien sabe si le quede un hueco para albergar mi soledad buscada, quien sabe si me deje cuidar a su niño de piel. Buscadme en las alturas, donde la noche cae despacio y lo cubre todo con la espesura de lo incógnito…

martes, 7 de diciembre de 2010

Oh no! Hoy toca planta...

No quiero decir que me disguste, ya que la planta abre un gran abanico de posibilidades donde puedo ser yo misma, disfrutar de la gente, establecer nuevos vínculos y ejercer mi trabajo asistencial de una forma aparentemente más pausada, pero no es así, ni tan fácil ni tan idealista, porque la planta es una ola gigante que antes de que te des cuenta, te ha empapado hasta los huesos, ha roto sobre tus pies y te ha entrado agua hasta en las orejas… La planta es pasear un carrito (lleno de medicación que no se acaba nunca) arriba y abajo por un pasillo (que tampoco parece acabarse) y no poder dejar de atender decenas de peticiones en el transcurso de tu paseo. Hojas por rellenar, tratamientos que comprobar, médicos pululando pidiendo que los acompañes a pasar visita,  timbres que suenan sin parar, familiares que se quejan en la puerta de la habitación, y parece mentira que aunque te hayas presentado nada más llegar, sean las doce del mediodía y te sigan llamando “nena”, que sí, que yo lo entiendo, que somos mucha gente que pasamos a diario en este desfile irónico hospitalario, pero yo también hago mi esfuerzo por acordarme de los nombres de mis pacientes, que son unos cuantos cuando viajo a las alturas y aterrizo ese día en la planta…
Esta mañana los paseos han sido interminables, porque los imprevistos iban surgiendo y pasando ante mis ojos como una pesadilla, acumulándose las cosas por hacer mientras corría de una habitación a otra pensando que no es posible trabajar así… No se puede, y parece mentira que den las tres, me vaya a casa sin sentirme las piernas, con la sensación de que me dejo cosas por hacer, pero sin poder luchar ya con las agujas del reloj que, días como hoy, se empeñan en correr más de la cuenta y hacer de mi jornada laboral una lucha a contracorriente…

lunes, 6 de diciembre de 2010

Buenas noches, princesa.

Escucho canciones, respiro susurros que golpean en mi ventana los días de frío, y me acurruco aún más bajo las sábanas de franela que me acarician suavemente y mantienen mi calor; quien sabe si lograré dormir otra noche a pierna suelta, sin escuchar ruidos conocidos, sin estirar el brazo y encontrar el vacío a mi alrededor; dulces sueños, princesa, que duermas tan plácidamente que, en algún lugar dentro del reloj, esta noche conquistes reinos olvidados y conviertas deseos en realidades.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Desapareciéndome.

Hoy te he querido más que nunca mientras dormías, cuando no había más luz que tus ojos abriéndose de tanto en tanto para verme dormir a mí, y es que a pesar de estar a mi lado rozando mi cuerpo en algún momento perdido de tu sueño, sé que tu corazón estaba a años luz de mí, como si se hubiera perdido y no supiera encontrar el rastro de mi voz llamándote en silencio. Te he querido más que nunca mientras veía pasar las horas sabiendo que no volverían y que tu presencia a mi lado se iba desvaneciendo poco a poco, no sé si esperaba encontrar frío a mi lado al despertar, o ver cómo tu imagen se iba haciendo borrosa mientras me decías adiós, así ha sido la última noche de comerte a besos sabiendo que era mentira, porque lo era, lo sé, aunque me dijeras que volverías pronto… No te creí, perdóname, nunca lo hago ya, me has mentido tantas veces… Lo siento, hoy me quiero quedar más tiempo a tu lado, no quiero perder la calidez del último beso viendo cómo sales por la puerta con el ceño fruncido mientras me dices con voz entrecortada que ya hablaremos, lo siento, déjame que, por una vez, me vaya antes y sea yo la que te diga adiós…

sábado, 4 de diciembre de 2010

Más azúcar para mi media naranja, por favor.

Todo acaba volviendo a la normalidad, todo acaba convirtiéndose en lo que era antes, incluso yo misma, que poco a poco voy recuperando la cordura, la sensación de no necesitar, y me siento bien, como en paz conmigo misma, sin fingir que estoy bien sólo por fingirlo, sino estando en mitad de una aceptación que llega de forma tardía, pero que siempre acaba llegando. La ilusión de convertirte en la otra mitad es banal, insustancial, es sólo un engañabobos que provoca la sociedad, que parece obligar a emparejarte; esta vez no, me digo, esta vez la soledad no es tan mala, ni es tan difícil de llevar, porque los sueños pueden ser simplemente individuales, y aunque a nadie le amarga un dulce, el amor puede aparecer en cualquier momento y en cualquier circunstancia, no sólo regando una media naranja de zumo amargo, que no mejora por mucha azúcar que le eches.
Medias naranjas o verdades completas, aquí sigo, construyendo el camino que me toca seguir andando, demasiado estrecho esta vez como para poder compartirlo con alguien, y sin embargo, ideal para mi caminar, con paso seguro, sin mirar demasiadas veces al pasado de caminos anchos, esta vez con botas nuevas de tacón alto, que van marcando cada paso con el sonido firme y sordo del taconeo de mi nueva vida sola.
Parece que las etapas del duelo han vuelto a avanzar, quizá ya dejé atrás el resto y ahora navegue en la Aceptación… Porque acepto que no esté, porque acepto dormir sola en mi cama de matrimonio, y porque las noches se han convertido en lugares de descanso y las pasiones olvidadas ya no se atreven ni a salir del cajón… Quizá vuelva a abrirlo de vez en cuando, pero con la llave bien cerca por si tengo que cerrarlo de golpe otra vez, si me doy cuenta de que corro el riesgo de despertar emociones que me empeño en enterrar bajo kilos y kilos de desilusiones, esta vez la Aceptación es más dulce que una media naranja en tiempos de crisis.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Pruebas... Esperas...

Por mucho que ya sepas a lo que vas, que no va a ser agradable y que, por suerte, no dura mucho, a pesar de todo esto, entrar en esa consulta fría, sentarte y esperar mientras sientes todos los músculos de tu cuerpo ponerse en tensión mientras oyes a la doctora decir… prepárame para biopsia… y aunque te sonrían y te cojan de la mano, es un momento extremadamente desagradable. La enfermera me dice que respire hondo, que es sólo un “pellizquito”, ya lo sé, pienso, no es la primera vez que me tumbo en esta camilla incómoda, hasta me dicen que ya me voy a acostumbrar y todo, no lo creo, pienso, nunca te acostumbras a que te quiten un trozo, por muy pequeño que sea…
Y es que el dolor, a fin de cuentas, es el menor de los males, porque es pasajero aunque dure unos días, lo peor es la incertidumbre de unos resultados… Tres semanas me han dicho, ya veremos a ver si hay tanta suerte como la última vez, en la que el resultado negativo me dejó con la boca abierta… quien sabe si esta vez se repita, ojala que sí, sea como sea no hay más remedio que esperar y hacerse la fuerte, porque no hay nada más que hacer contra crecimientos anómalos que se producen sin que puedas hacer nada por evitarlo… Como dije una vez, mi cuerpo no es mío, va por libre, sólo espero que esta vez me de una tregua… Qué difícil hablar de esto…
Esperando, esperando, esperando, desesperando, desesperando…

jueves, 2 de diciembre de 2010

Y elegiste, nunca más.

Será porque el frío del invierno se materializa en mis pestañas, o quizá sea por el simple hecho de que haya resultado un noviembre raro, que me siento como si pudiera volar, porque tengo la cabeza en las nubes y puedo tocar el cielo con las manos si las estiro bien y si alargo los dedos, quien sabe si alcance a rozar un rayo de sol con mis yemas, tal vez en ese momento deje de tener frío y sienta el calor de tus ojos acariciando mi espalda, sólo mi espalda, porque ya no voy a mirarte de frente (tu elección) nunca más…

Terapia de choque.

Vaya, será verdad que sí resulta ser terapéutico, que una mañana te levantas y, casi sin pensar, coges el bolso, el abrigo y las llaves del coche y te da por irte de tiendas. No es que necesite nada en concreto, sólo escapar de las vueltas que da la mente cuando no tienes nada que hacer, que tampoco es que sea mi caso, pero haciendo honor a esta característica femenina, puedo hacer varias cosas a la vez, y cualquiera de ellas engloba el estar pensando siempre más de la cuenta, para variar… Pero esta mañana, me he levantado y he pensado que puedo probar terapias nuevas y me he decidido a irme de tiendas.
Y hay días, cuando estás emocionalmente en la cuerda floja, que puede pasar cualquier cosa, o que no te guste nada de lo que ves o, en mi caso de hoy, que me gusten demasiadas cosas, y a pesar de no estar en el mejor momento económico de mi vida, me he dado varios caprichos hoy.
Lo mejor, llegar a casa a mediodía y esparcir por el salón las bolsas, empezar a abrir cajas y a probarme las nuevas adquisiciones sin importarme nada más, ni que sea la hora de comer y no tenga la comida hecha, ni que aún tenga pendiente ir a comprar el pan, no, todo da igual, hoy hasta dan igual los pensamientos que golpean la ventana en un intento por imitar al personajillo de siempre, no importa ni siquiera que mañana sea un día marcado en mi calendario desde hace ya meses, un día que espero que no cambie nada y que los resultados sean los mismos que la última vez… Mañana toca consulta, biopsia y esperar…

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Y de lejos... Nunca Jamás.

Será verdad que estamos destinados a volver una y otra vez ahora que sabemos que no existen razones, que los motivos son gotas de lluvia que se rompen al chocar contra el asfalto, cuando el frío lo ocupa todo y las noches que empiezan a las cinco de la tarde me dejan triste… Quizá me atreva a decirte que no quiero volver otra vez, porque no sé si quiero, no estoy segura de sobrevivir una vez más a tu portazo, ni a las noches en vela esperando una señal que me anuncie tu llegada. Ahora no quiero esperarte, aunque las nubes vuelen bajo y parezca alguna vez que vislumbro Nunca Jamás a lo lejos, como si pudiera volver a pisar sus tierras de magia otra vez, no quiero esperarte porque tus idas y venidas ya no dejan rastros de estrellas en mi ventana y no quiero seguir echando el aliento sobre el cristal para dibujar corazones vacíos que te atraigan de nuevo hacia mi balcón… Esta vez no, lo siento, esta vez déjame dormir tapándome la cabeza, guardándome del destino, por si se atreve a hacernos volver otra vez.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...