miércoles, 17 de noviembre de 2010

Soles que se ponen.

Hacía tiempo que nadie me preguntaba por Peter Pan, será porque de alguna forma he dejado claro que ya no quiero seguir hablando de él, porque a pesar de necesitar siempre explicarlo todo a aquellos en quien confío, siempre hay cosas que es mejor guardarse para una misma, porque el dolor es demasiado grande, incluso duele sólo volver a recordarlo, así que hoy, durante uno de nuestros paseos por la playa, una amiga me ha preguntado por él, y lo ha dejado caer de forma casual, con curiosidad más que otra cosa, porque he pasado de un extremo a otro, de tenerlo en la boca continuamente a dejar de hablar de él de forma radical, y quien me conoce ha respetado mi silencio, quizá porque eso sea una forma de gritar a voces que no quiero volver a hablar.
Y es que no quería decir nada, porque es volver a recordar aquel último día donde mis esperanzas aún estaban a flote, y podía escuchar una tímida voz dentro de mí que me decía continuamente que aún era posible. Entonces ese día salí pronto de casa, y compré flores, ninguna en especial, sólo algo alegre, un toque personal, un batiburrillo de colores y olores que coloqué como centro de mesa en una que lo fue totalmente improvisada, y busqué la manera de sorprenderle, de provocar situaciones distendidas, acercamientos, conversaciones, quería atrasar en cierta forma el reloj del tiempo y volver hacia atrás, donde éramos felices, sólo para que volviera, pero esta vez para quedarse de verdad. Pero no vino, ni siquiera apareció ese día, y las flores se marchitaron, y la comida se quedó fría en los platos, sin apenas tocar nada, y la mezcla de colores se volvió gris, y esa tarde llovió mucho en mi corazón, y no hubo forma de esquivar esa estocada, ese “tocado y hundido” que acabó convenciéndome de la realidad, que no hay flores que valgan, ni sorpresas, ni momentos mágicos, ya no hay realidades por las que luchar, lo único que queda son las sobras de una comida sola y las velas consumiéndose despacio, manchando de cera un mantel verde del que no quiero desprenderme, y tiñendo de soledad todos los rincones de aquella tarde, donde el sol se puso para siempre en Nunca Jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...