sábado, 20 de noviembre de 2010

Espinete no existe.

Los años vuelan y sin darnos cuenta vamos cambiando y dejando atrás muchas cosas que, un día, fueron importantes, cuando aún creíamos en cuentos de hadas, cuando nuestros pies colgaban al sentarnos en cualquier silla, cuando  alguien de más de treinta te parecía una persona muy mayor… Nuestro cuerpo parecía de goma, nos caíamos y nos arañábamos las rodillas en el parque, cargábamos con una mochila llena de libros que pesaban demasiado, nuestras ropas eran totalmente de niños, y no como ahora, que ves niños que parece que van vestidos de adultos, y todo era simple y tranquilo, y las preocupaciones que teníamos estaban limitadas a cosas que ahora nos hacen sonreír… La magia de la infancia parece ir esfumándose con el paso de los años, parece que los recuerdos y los apegos a ciertas cosas van cobrando cada vez menos importancia, y es que la vida nos va absorbiendo con las responsabilidades propias de los adultos, que cada vez son más, y a veces quisiera, sólo por un día, ser capaz de retroceder en el tiempo y despertarme hace veinte o veinticinco años, y volver a tener coletas rubias, nariz pecosa, algún que otro diente de leche, y volver a merendar pan con chocolate o ir a comprarme chucherías con cinco duros… Qué recuerdos más dulces me traen estas pequeñas cosas que formaron parte de mi niñez… Anoche pude hacer un recopilatorio abriendo la cápsula del tiempo y descubriendo pequeñas cosas que siempre fueron grandes tesoros…

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