martes, 21 de junio de 2011

La otra Wendy.

Otra vez esta agonía que recorre mi cuerpo, que paraliza los músculos de mi corazón, que hace que deje de latir segundos contados para volver después a acoger de nuevo este ritmo inútil que me mantiene viva. No sé si quiero seguir jugando a este juego, si podré soportar la idea de verle otra vez, de hablar de cosas pasadas, remover historias que no van a dar a ningún sitio, y será así, como siempre ha ocurrido cuando nos hemos vuelvo a reencontrar después del tiempo que nos termina separando siempre… Necesito cerrar esta puerta de una vez, necesito escapar, necesito ser yo y volar lejos, pero no a Nunca Jamás, ese sitio ya no existe para mí.
Peter Pan ha encontrado otro balcón donde posarse, otra Wendy a la que ha llenado de las ilusiones que yo conozco tan bien, otra vez ha descubierto que puede ser capaz de coger de la mano a alguien y volver a Nunca Jamás, sí, otra vez lo ha logrado, porque sabe hacerlo, sabe que su sonrisa tiene ese efecto mágico, y te envuelve en la sensación que él vive día tras día, una sensación de cuento donde se puede llegar a ser quien quieras ser, se puede llegar a volar, se puede conseguir tocar el cielo con las manos y, en pleno vuelo, llegar a ser la persona más especial del mundo. Lo sé, lo he vivido, y a pesar de saber que quizá la otra Wendy será una nueva víctima, siento envidia por ese rato que lo mantiene ahí, buscándola de tanto en tanto para volar mientras, a escondidas, sigue con la vista fija en mi ventana, como quien no quiere la cosa, porque en el fondo es como si quisiera verme ahí asomada, como si necesitara saber que sigo ahí… Y yo no sé si sigo aquí, si realmente seré capaz de cerrar los ojos y seguir con mi vida, no sé si querer tanto puede borrarse alguna vez del todo, si los días conseguirán que el recuerdo de Nunca Jamás se esfume de mi mente, como si nunca hubiera estado ahí… Quien sabe… Tal vez Peter Pan sea solo eso, un niño asustado al que le da miedo admitir que me quiso una vez, que estuvo a punto de abandonar el cuento y enraizar su alma a la mía, a punto ha estado tantas veces ya… Y ahora qué? Me pregunto si seré capaz de soportarlo, si la simple idea de saber de ella ya me produce arcadas… Mañana hemos quedado para hablar… para curar tantas heridas, para abrir otras más importantes quizá, mañana tal vez sea un momento difícil, una ironía, un vuelo forzado en el que no despegaremos del suelo… No sé si seré capaz de vomitar sobre él los sentimientos que me oprimen el pecho y no me dejan respirar, no sé si podré alcanzar la paz que necesito, si tal vez sea cuestión de llorar o hacerse la dura, no sé si podré ser yo, si conseguiré con mi mirada llegar a él, no sé lo que quiero, sin embargo sé que no puedo estar con él, demasiadas cosas rotas por medio, demasiada fragilidad y debilidad mostrada en cada gesto, en todas y cada una de las veces que ha vuelto y le he dejado entrar…
Estoy triste hoy, porque sé que ya no existe, y sin embargo… lo sigo necesitando tanto… Mañana, cuando nos veamos, llegará ese momento, el último en el que nos miremos a los ojos, el primero del resto de nuestras vidas…
Quien sabe… Tal vez lo único que obtenga sea otra dosis de soledad…

1 comentario:

  1. hola te escribo porque me siento muy identificada contigo ademas yo soy psicologa...por lo q lo de la "empatia con inmaduros" la siento a tope...en fin. me gustaria contactar contigo si tu quieres mi mail belisaz@hotmail.com. si no...un gran abrazo!

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