jueves, 30 de diciembre de 2010

Vida nueva.

Con un pie en nochevieja no me queda más remedio que plantearme… año nuevo ¿vida nueva? Eso cuenta el dicho, y debería ser así, empezar a pensar en las cosas que queremos hacer, olvidar las que no cumplimos este año que se va… Y es que el planteamiento de la “vida nueva” es un soplo de aire fresco, una ilusión que se vive justo en ese momento, quizá engalanada por los ambientes festivos, y es que brilla el propósito de empezar realmente una nueva vida, más que eso, una nueva forma de vivir, justo lo que necesito ahora mismo, seguir caminando hacia el nuevo año, aunque ahora mismo sea consciente de que no hay novedad, sólo una nueva fecha que poner en el calendario, una montaña de incertidumbres, de incógnitas… Año nuevo, vida nueva… Quien sabe qué nos deparará esta vuelta de la esquina, si hará otro giro de tuerca a este año que ha sido más que amargo o me dejará desplegar mis alas para poder volar con la libertad de ser yo misma, sin más disfraces ni más Wendys esperando, sin más angustia por los malos momentos que sé que vendrán… Año nuevo, vida nueva, y nuevas esperanzas por seguir creciendo como persona, como profesional y, sobretodo, como mujer.
Un brindis por este año nuevo, que augura vida nueva. Feliz 2011.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Otra mañana en las trincheras...

No hay palabras para describir tal caos, increíble pero cierto, las salas llenas, los pasillos abarrotados de camillas y seguimos sin saber dónde meter a la gente mientras vemos que no dejan de llegar ambulancias sin parar trayendo “mercancía humana en mal estado”. Uno tras otro van pasando, como un desfile interminable, no podemos más, nos contagiamos del ambiente de nervios y de la falta de recursos, de espacio, de tiempo… Nos falta medicación, nos faltan manos para poder abarcarlo todo, paciencia para escuchar quejas, comentarios, peticiones de médicos que retumban en los oídos mientras se acumulan las cosas por hacer.
Esto es urgencias, un laberinto humano donde debes esquivar a la gente amontonada en los pasillos, sin ubicación y sin consuelo, quejándose de las horas que pasan allí, y con razón, pero ¿qué más podemos hacer? Corremos de un lado para otro, vías, analíticas, electros, monitorización, sondajes, cultivos, constantes, gasometrías, medicación, y ahora el carro de paros, y ahora otro código ictus… Y entre una cosa y otra, más gente, más caos, risas nerviosas, adrenalina a niveles demasiado altos como para poder parar un momento.
No me gusta tal desorganización, pero no hay más remedio, no se puede evitar atender a la marabunta que no deja de llegar. Es increíble que “urgencias” acabe siendo un lugar al que acudir por cualquier cosa, increíble porque no sé cómo podemos acabar resistiendo ante tal jornada de trabajo… Que no cunda el pánico, son sólo unas horas, pronto saldremos por la puerta, respiraremos hondo, dejaremos atrás el increíble espectáculo del servicio y podremos decir... ¡Hemos sobrevivido a otra mañana en las trincheras!

martes, 28 de diciembre de 2010

Sin balances, con propósitos.

Hoy quiero escribir y no sé qué contar… A escasos días de acabar este año, me propongo hacer balance y ni siquiera me siento capaz de hacerlo, hoy no, esta vez no, porque este año ha sido uno de esos para olvidar, para ni tan solo dedicarle tiempo a pensar en las cosas buenas, que sí, que también las ha habido, pero es que las malas han sido más y peores, demasiado, de esas que ni siquiera puedo dejarlas apartadas en el 2010 y algunas me las tengo que llevar al nuevo año, meterlas en mi día a día y asimilar que siguen conmigo a saber por cuánto tiempo más. Y bueno, a pesar de negarme en rotundo a hacer el balance típico que hago cada año por estas fechas, sí me planteo nuevos retos esta vez, quiero hacer cosas, no estancarme en esta ciénaga de países lejanos, quiero salir sin quedarme anclada en pasados que me abducen, quiero escapar de historias sin sentido que vuelven una y otra vez, de Peter Panes estúpidos que ni comen ni dejan comer, que aparecen y desaparecen invadiéndolo todo con esperanzas de volver a Nunca Jamás. Este año quiero romper con los sueños de ser princesa, este año que empieza quiero ser yo misma, con mis malos tragos por pasar, con los momentos que vendrán, y espero que por fin sea capaz de cerrar ventanas que me arrojan al vacío, y que la soledad no sea más que una etapa transitoria o, aunque dure más de lo que me gustaría, al menos sea un estado que me devuelva a mí misma la capacidad de ser yo sin necesidad de palabras en mi oreja, que no son más que ecos que se pierden de vez en cuando haciendo rasguños en el corazón.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Estrella(da).

Hoy me doy cuenta de que nada importa, todo da igual, por muchas estrellas que regale, por muchos esfuerzos que ponga, no sirve de nada, porque cuando ya no hay nada por lo que luchar ni nada a lo que agarrarse cuando estás a punto de caer, justo en ese momento, todo desaparece. Y se esfuman las ganas de seguir queriendo, los matices, los recuerdos, los encuentros, las sonrisas o los últimos besos que luchan en la memoria para no desvanecerse junto a todo lo demás. Y hoy me siento ridícula, con ganas de agachar la cabeza, como si tuviera que avergonzarme por sentir, qué tontería, sonrojándome ante mis ideas locas y absurdas… Regalar estrellas, ¿Quién hace eso hoy día? No sé quien podría desperdiciar algo tan especial y tan mágico. Una estrella con su nombre, qué extravagancia, qué originalidad, qué derroche de sentimientos para alguien que solo es capaz de ver nubes en el cielo.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Regalando estrellas.

Hoy es tu cumpleaños, te haces mayor, vas creciendo y tu capacidad de dejar atrás mundos infantiles sigue sin aparecer, a veces surge, un tiempo, pero acaba por desvanecerse y quieres volver otra vez a Nunca Jamás. Te da miedo cumplir años y ahí estás hoy, con uno más a tus espaldas, y yo preguntándome cómo estarás, qué sentirás, pensando en cuánto me gustaría pasar el día contigo.
Desde la distancia y desde el tiempo, que no ha hecho más que alejarnos, te envío un regalo en el silencio, una estrella, para que siempre te guíe y te cuide desde el cielo, y para recordarte que sigo aquí, perenne, al igual que su brillo en este cielo despejado de hoy, una estrella que te recuerde, cada vez que mires al cielo, que hubo un día en el que fuimos felices y no importaba nada más mientras pudiéramos seguir mirándonos a los ojos.
Feliz cumpleaños desde aquí, Peter Pan.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Y mañana, Navidad.

Mañana es Navidad otra vez, otro año más que pasa a una velocidad que me cuesta asimilar, otra vez villancicos, turrones, gorritos de papá Noel, risas y regalitos, compras compulsivas, días de fiesta (quien los tenga…), comer sin parar, juntarse con la familia como una especie de ritual… Es Navidad y todo esto parece formar parte de su decorado, porque sin todo esto la Navidad ¿en qué se queda? Para mí no es una fecha especial, son días que tienen que pasar deprisa, desapercibidos, no me gustan estas fiestas, y hoy, en el hospital, cuando todo el mundo se felicitaba y comentaba lo que iba a hacer esta noche, yo para mí pensaba… ¿Realmente esta noche es tan buena? Para mí está claro que no, que es otra noche más, como cualquiera del año, sin más genialidades que un adorno impuesto, un nombre propio en el calendario y un halo de espíritu navideño que será especial para quien lo sienta.
Hace años que no soy navideña a pesar de que recuerdo siempre haber vivido con intensidad estos días, pero supongo que la vida va dejando caer experiencias que hacen que las cosas cambien. No soy navideña, y este año menos que nunca, porque no tengo ganas de celebraciones hoy, a pesar de haber hablado con mi doctora y haberme dado un respiro temporal, de momento me libro del quirófano hasta nueva orden, en enero nuevo año y nuevas pruebas, otra vez, qué le vamos a hacer. Quizá esta nochebuena y esta navidad sean días de reír y de olvidarme de estas mochilas de piedras que me tienen contracturada, quizá estos días consiga reconciliarme con el espíritu navideño y me dedique a sonreír y a formular deseos, quien sabe… ¿no dicen que todo es posible en Navidad?

jueves, 23 de diciembre de 2010

Pequeña, pequeña Wendy.

Wendy amenaza con una vuelta brusca, una caída en picado ahora que había conseguido levantarse, parece ser que vuelve a perder el equilibrio que tanto le había costado conseguir, y es que es normal en el fondo, porque Wendy se siente perdida, no hay más que obstáculos en su camino, de esos que dan ganas de llorar, pequeños baches que te tuercen los tobillos y no te dejan avanzar nada. Y es por eso por lo que parece que vuelve a despertar desde el olvido, y toca mi puerta, quiere entrar, lo sé, volver a ocupar todo el espacio, volver a quedarse otra vez pegada a la ventana, esperando vueltas inútiles del mismo de siempre, que sigue en su mundo de no querer crecer nunca… Wendy se cuestiona por qué se amontonan las preguntas en su garganta, siente cómo se atropellan los porqués en su boca, quieren salir y estrellarse con su cara, perderse entre sus razones, y siguen sin existir palabras de respuesta, sólo miradas inútiles, inocentes, de ceños fruncidos y mirada triste.
Wendy tiene miedo, y yo de volver a liberarla, esta vez es más pequeña que nunca pero sigue brillando, quizá sea que el último vuelo a Nunca Jamás fue más importante de lo que ella misma pensaba y volvió a quedarse prendada de la magia, sí, tal vez sea eso, tal vez sea simplemente que está pasando por un mal momento, y el miedo sigue provocando brazadas entre la noche, buscando liberarse de las soledades imaginarias, de noches de esperarlo despierta. Pero no vuelve nunca de veras, sólo a medias tintas, como cuando el corazón lanza una extrasístole de sentido común y aparece en la memoria lo genial que era estar juntos… Quizá esta vez Wendy (yo misma) consiga superar este pequeño ataque de debilidad y los días pasen borrando tentaciones, tal vez… mientras tanto, Peter Pan sigue creciendo muy a su pesar, y a escasos días de su 33 cumpleaños, la capacidad de volar pierde fuerza y en este regreso de Nunca Jamás el camino de vuelta va perdiendo el rastro…

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Lloviento reencuentros estúpidos.

Hoy, día de lluvia y de alma acartonada, será por los momentos imprevistos más que planificados, por poder evitarlo pero sin embargo seguir adelante y provocar un encuentro totalmente justificado. Él estaba allí, diferente, con el pelo demasiado largo, mirándome desde las alturas de su vuelo estúpido, alargando la mano de vez en cuando y tocándome la cara, provocando abrazos sin sentido, de esos tan geniales de apretarse fuerte y no decir nada, de tan solo querer sentir el otro cuerpo lo más cerca posible, como si fuéramos capaces de encontrar un grado de fusión entre ambos, como si pudiéramos volver a ser uno. Y otra vez vuelven a surgir los “lo siento”, tengo los bolsillos llenos de ellos, los guardo todos y cada uno aunque lleguen a deshoras, aunque no sirva de nada, y qué extraño vernos otra vez, en la soledad, sin paredes entre nosotros, sin tiempos, sin miedos, vernos con los ojos del alma marchita ya, gris de olvido, vernos como si no fuéramos nosotros, como si el tiempo que hubiera pasado no hubiese congelado el sentimiento, y con cada latido de mi corazón una sonrisa suya, una mirada de soslayo, una pregunta, un gesto, un “te doy todo lo que soy” pero sólo cuando yo quiero, no puedo lavar más esta toalla, lo siento, es mejor dejarla caer esta vez… Sin embargo hoy, más de un mes después sin saber nada el uno del otro, otra vez nos vemos, y otra vez sonrisas que reflejan momentos pasados, otra vez mentes que sobrevuelan realidades, otra vez un beso de despedida que no sabe si sobrevivirá entre tanto desamor.

martes, 21 de diciembre de 2010

¿Alegrarme o lamentarme?

Hoy me he sentido avergonzada, ha sido una sensación desagradable, de esas incómodas, que no sabes dónde meterte, lo peor es que era algo mío, ajeno al resto del mundo, ha sido una de esas “vergüenzas” internas, que sólo conozco yo y que nadie más percibe, sólo yo con mis miedos, con mis historias… Y es que a veces no sé qué es lo que tengo que hacer o cómo sentirme, si alegrarme o lamentarme, porque lo mío no es tan malo si lo comparo con tantas historias, pero es mío, mi problema, eso no lo arregla la peor de las desgracias ajenas.
Y hoy, mi crisis de vergüenza ha sido en uno de esos momentos en los que tienes un paciente delante y tienes algo que hacer, estaba en triage de urgencias y una señora en la camilla esperando a que le sacara analítica y le hiciera un ECG. Todo iba bien hasta que se ha puesto a hablar, ha empezado contándome cosas de sus molestias, de sus hijos, bueno, lo típico en estos casos, pero en cuestión de segundos, no sé cómo, la conversación estaba totalmente centrada en ella… Ella se llama Sonia, tiene pocos años más que yo, y es su nuera; hace poco le han dado la noticia a la familia y todo se ha venido abajo… El cáncer ya está demasiado extendido, metástasis en varios puntos, la situación es delicada y, a pesar de ponerse en tratamiento con quimio y radio, es posible que las cosas no vayan bien…
Poco a poco me he sentido abducida por la historia, conmovida al verla llorar mientras pensaba en lo afortunada que soy al haber cogido a tiempo lo mío y poder estar tranquila de que sea algo potencialmente solucionable, algo que me dará mis males de cabeza pero que podré simplemente olvidar de aquí a un tiempo (eso espero), y lo pienso y me parece mentira pero es así. Afortunada por tener una lesión donde debería haber un grupo de células sanas, afortunada por pertenecer a ese porcentaje de la población que sufre una dolencia sin cumplir con los factores de riesgo propios de dicho mal, afortunada por tener que enfrentarme en breve a este mal trago, y afortunada porque los problemas que pueden venir después puede que no sean tan malos…
No sé si lo soy, si he tenido mucha o muy mala suerte, va a ser verdad eso de que todo depende del cristal con que se mira…
Quizá si hubiera sido con Sonia con quien hubiera hablado hoy me hubiera dicho… qué suerte la tuya, y no podría haber expresado nada más, porque es cierto, he tenido suerte, y no la fatalidad de un caso como el suyo… ¿qué nos diferencia a las dos? ¿Por qué la vida nos pone estas piedras en el camino? ¿Por qué su piedra es mayor? Quien sabe… Esta vez, y seguramente sólo por hoy, deje de lamentarme y me alegre, quizá sea la primera vez que respire tranquila, al final de todo va a ser un alivio todo esto, un simple mal trago que pasará en un suspiro por mi garganta y, con un poco más de buena suerte, pueda quedarse siempre en el olvido.

Otra luna más.

Otra vez la luna ha vuelto a llenarse, exactamente un mes después desde la última vez. Recuerdo esa noche con todo detalle, aunque parece haber pasado hace años luz, esa noche que volvió con prisas, casi atropellándome con sus palabras torpes, con sus intentos por acercarse mientras yo no daba crédito a lo que estaba sucediendo. Fue una noche genial, de volver a Nunca Jamás al menos en sueños, cuando dormía a mi lado, y justo un mes después, con la siguiente luna llena, ni rastro de él ni de la magia, ni de países encantados, nada, sólo la tristeza de lo que ahora me importa más que él, yo misma, y aunque quisiera poder compartir este momento con él, aunque ese sea el deseo que quiera pedirle a la luna llena esta noche, no lo haré, porque casi prefiero pedir esta vez por mí, por lo que me toca vivir ahora, por el año que empieza que espero que traiga grandes cosas, grandes momentos por vivir mientras entierro el 2010 bien profundo y no lo dejo salir más… Qué año más malo…
Mi deseo de esta noche… una tregua, un propósito, una intervención con éxito y, por qué no, una historia que acabe saliendo bien…

lunes, 20 de diciembre de 2010

Felicidad paliativa.

Me da miedo pensar en qué pasará ahora, si conoceré a alguien lo suficientemente maduro que lo entienda, tanto como lo fue Peter Pan cuando, aún lo recuerdo con exactitud, y a pesar de que hacía poquito que estábamos juntos, se lo conté. Le dije que necesitaba que lo supiera, y una parte de mí tenía miedo de que saliera corriendo por eso y me dejara, pero no fue así, fue tan dulce, tan alentador, tan comprensivo y cariñoso que cuando recuerdo ese momento revivo el cálido abrazo que me dio, me apretó muy fuerte contra él y me susurró que estuviera tranquila, que iba a estar conmigo en todo momento, si tenía que operarme, si habían problemas después, parecía no importarle nada más que yo en ese momento, y el mundo no existía, y mi problema se hizo tan pequeño, tanto, que la siguiente biopsia salió negativa… ¿Será que los estados de ánimo puedan influir tanto? Quien sabe si realmente la felicidad sea más que paliativa, no lo sé, quizá se me va la cabeza pensando tonterías, pero es que ahora, después de la amargura del desamor, todo parece haberse complicado, como si lo anterior fuera un sueño o un espejismo provocado por las nubes rosas que envuelven Nunca Jamás. Me siento más sola que nunca, porque el miedo es lo que tiene, que aún agudiza más cualquier estado, y aunque sé que soy fuerte, me siento como una niña pequeña en un rincón; esta vez sólo quisiera respirar hondo y conseguir empequeñecer a ese grupo de células que les ha dado por cambiar dentro de mí, ojala fuera tan fácil como coger una goma de borrar en lugar de la hoja fría de un bisturí, y ojala él estuviera al otro lado, en la sala de espera, y cuando saliera, dolorida y con los efectos del postoperatorio inmediato, me cogiera de la mano, me guiñara un ojo y me dijera, aquí estoy bailarina… todo va a ir bien.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Añorando el último negativo.

Después de trabajar catorce horas casi sin parar, lo vivido por la mañana y lo vivido por la tarde parecen sucesos ocurridos en días diferentes, parece que todas las horas que han pasado vayan poco a poco borrando la noción del tiempo, y el cansancio se acumula, colapsa pies y cabeza, y a pesar de existir buenos momentos, risas, compañerismo, a pesar de todo, el día de doblaje nunca es fácil…
Hoy ha sido menos fácil que nunca, no por el día en sí, que ha resultado ser bastante tranquilo, sino porque ya han aparecido los resultados esperados en el ordenador y, a pesar del último negativo, esta vez no ha habido tanta suerte… Me toca esperar, asimilar sin atragantarme mucho lo que me va a tocar vivir ahora, y me doy cuenta de que esta vez va a ser diferente, ya esta última biopsia lo ha sido, porque la anterior Peter Pan se mudó conmigo y dejó Nunca Jamás bien aparcado, no en doble fila como últimamente, y se quedó ahí, llenándome de esperanzas y de sonrisas, cogiéndome de la mano y diciéndome que este trago lo pasaba conmigo… Ahora me queda la soledad y la incertidumbre, imaginar el proceso sin saber cuando será ni cómo irá, simplemente esperando que ocurra otro milagro, el de la mejoría o el de su vuelta para quedarse de veras. Me estoy dando cuenta de lo importante que sería pasar esto con él, como ya habíamos planeado, y sin embargo sólo me queda la fuerza individual y el coraje para afrontar esta nueva etapa… Qué curiosa es la vida, a veces parece mofarse con sus coincidencias, porque creo que voy a acabar el año justo como lo empecé…

sábado, 18 de diciembre de 2010

Pros y contras en mi nevera.

Un amasijo de caras, algunas conocidas, otras muchas no, y a pesar de buscarte en la noche, no te vi. Es mejor así, lo sé, quizá el destino me hizo un favor, sin más decepciones, pero una parte de mí pretendía encontrarte, no lo niego, y las expectativas pintadas de colores se han vuelto grises, quien sabe si sea posible encontrar un resquicio de luz en esta oscuridad plagada de notas malsonantes…
Es lo mejor, lo sé, porque en mi lista de pros y contras hay un desequilibrio enorme, sin embargo, ahí estaba yo, buscándote en la oscuridad, entre la gente, en los rincones, en cualquier sitio, esperando ese momento porque sé que no habrá más, porque seguimos en mundos diferentes, en turnos distintos, y yo aún me pregunto por qué será que sigo inventándote a mi lado aunque cada vez de forma más borrosa, por qué aún quiero encontrar una explicación… Cuando no existen motivos, lo único que queda son mil preguntas en el aire, mil porqués envueltos de melancolía, y listas desequilibradas colgadas en la nevera, pros y contras descompensados, aún así y sabiendo que he tenido suerte de no encontrarte anoche… ojala, entre canción y canción, me hubiera cruzado contigo en algún vuelo fugaz…

viernes, 17 de diciembre de 2010

Peter Pan y Wendy se van a bailar.

Aún no es la hora y ya me duele la distancia que habrá entre nosotros esta noche, me produce escalofríos la idea de encontrarme contigo, visualizo ese momento en mi cabeza una y otra vez, barajando todas las opciones. No sé si seré capaz de acercarme, aunque todo el mundo me diga que te ignore y sepa que es lo mejor, lo único que te mereces por haberte ido así, pero no sé si podré hacerlo; o quien sabe si tal vez seas tú quien aparezca a mi lado y me saludes, si me ignoras, quizá más propia de ti esta opción, no lo sé… y me duele pensarlo, porque quedan solo unas horas, y me verás como voy a ir hoy, increíble, porque esa es la idea, que me veas y pienses en todo lo que has perdido…
Esta noche estaremos bajo un mismo techo, rodeados de un montón de gente ajena a nuestra historia, y tal vez cuando se crucen nuestras miradas, si es que eso ocurre, nos alejemos nosotros también, tú de mí y yo de ti, como si nunca hubiéramos compartido alma… Me quedaré muda en la noche y sé que mis ojos perderán la luz, sólo espero ser lo suficientemente fuerte como para no volver a imaginarme volando hacia Nunca Jamás cogida de tu mano… No puedo hacerlo, otra vez no… Otra vez…

Brote hospitalario.

Soy una llorona, sí, lo soy, qué le voy a hacer, lloro por muchas cosas, todo me emociona, y cualquier sentimiento se traduce en un nudo en mi garganta que acaba por desembocar en un llanto, ligero o no, silencioso, escandaloso, tímido, de felicidad, de impotencia, de rabia, de tristeza… Y cuando lloro, busco la soledad, porque a pesar de todo no me gusta que me vean en ese estado de vulnerabilidad total… Hoy no he podido esconderme, no había lugar que me diera cobijo durante el breve espacio de tiempo que me ha podido la impotencia, y no he podido evitar llorar, no podía contener mis lágrimas ni esconderme en una sonrisa falsa, pero lo necesitaba, necesitaba llorar y deshacer ese nudo que me dejaba sin aire.
Un día cualquiera puedes acabar así allí, haciendo un “brote” (como nosotras lo llamamos), porque el trabajo te supera, y sientes exigencias por parte de todos, de los pacientes, de los médicos, de los compañeros, y ves que no das más de ti misma… Hoy he llorado por el mal funcionamiento, por el sistema, por la burocracia, por el mal trato de los pacientes, por el despotismo de algunos médicos, por no poder cumplir los horarios establecidos y por mí misma, he llorado por no ser capaz de no llorar, por sentirme tan débil cuando sé lo que hay que hacer en esos casos, cerrar los ojos, contar hasta diez (o hasta cien…), ponerme la sonrisa y salir al pasillo con mi mejor cara, como si todo funcionara correctamente. No se puede abarcar tanto sin perder la cabeza por el camino…

jueves, 16 de diciembre de 2010

Mañana será mañana.

Hay días que todo te sobrepasa… Te sobrepasa la gente, el tiempo, las cosas pendientes por hacer… y es que hay días que más valdría darse media vuelta y seguir durmiendo cuando suena el despertador, como si se pudiera hacer algo así, y borrar el día del calendario, no porque haya sido tan malo, sino simplemente por todos los momentos en los que me han desbordado cosas que no puedo solucionar yo. Mi trabajo exprime mi paciencia como un limón, y aunque tenga mucha, hay días que se agota y no das más de sí, días como hoy, en los que más me hubiera valido seguir durmiendo…
Menos mal que mañana es viernes, y no uno cualquiera, es viernes de cena, de sorpresas, de risas, de fiesta, tengo ganas de enfundarme mi vestido nuevo, calzarme mis botas y bailar toda la noche; lo único que me quita el sueño es que acabaremos por encontrarnos otra vez, Peter Pan y yo, quien sabe en qué momento será, pero allí estaremos, ambos viviendo una noche por su cuenta, como si no fuera verdad que hace tan poco dormíamos en la misma cama… Mañana será una noche de mirarnos de lejos, quien sabe si nos saludaremos, nos evitaremos o simplemente no nos veamos, quien sabe si lo buscaré o lo hará él, quien sabe qué ocurra si volvemos a estar tan cerca el uno del otro y a la vez tan lejos de la realidad… Ahora mismo sólo quiero dormir, ya se verá qué ocurre, y olvidar un poco hoy, como dice Dani Flaco… mañana será otro día, mañana (por suerte) será mañana…

martes, 14 de diciembre de 2010

No los quiero.

No quiero más amaneceres tristes ni más puestas de sol sin tu mano apretando la mía, ni quiero más paseos a la orilla del mar, ni más fiestas ni promesas. No quiero más camas vacías ni ventanas cerradas, ni el olor de tu ausencia sobre mi almohada; ya no quiero más noches en vela ni lunas llenas que no saben conceder deseos, ni más madrugadas de sueños vacíos, ni más nubes de tormenta, ni lluvias ni soles, no quiero más tu voz en la distancia, ni tu recuerdo golpeando la pared… No quiero, no quiero, te quiero.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Propósitos.

Quiero cambiar, no tirar la toalla a la mínima de cambio, sino aprender a meterla en la lavadora y lavarla las veces que haga falta hasta que los manchurrones de la desdicha se desvanezcan de mi alma y el blanco radiante de días felices vuelva a brillar, como un sol sobre mi cabeza capaz de espantar esa nubes gris que no deja más que lluvia fría sobre mis hombros.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Necesidad.

Me pierdo en las entradas de las nubes, y entre los dedos de mis pies noto brisas que se cuelan y me hacen cosquillas, mientras en mi cabeza retumban los colores de un nuevo amanecer que despierta corazones helados y transporta magia hasta el fondo de mi corazón. Perder la cabeza, olvidarse de los sentidos y de la cabalidad, de los sueños que siguen un guión, de las palabras, las promesas, los finales perfectos y las ilusiones… La cabeza es sólo un lugar de confusión que te dice que pares cuando tienes ganas de saltar, y hoy, en pleno diciembre que anuncia una brusca entrada a un año nuevo, sólo quiero a alguien que me abrace en los días de lluvia… porque, cuando salga el sol, ya me iré yo sola a pasear…

sábado, 11 de diciembre de 2010

La maldición de tu foto por casualidad...

Cada año, por estas fechas, hago lo mismo, como un ritual, en mitad de las compras prenavideñas, cuando aún se consigue entrar en las tiendas, siempre compro algo para mí, un monedero nuevo, y una tarde cualquiera me pongo a hacer la minimudanza reglamentaria… Tarjetas varias, entradas de cine o te teatro que guardé por alguna razón, pequeños recuerdos, tickets de compras… y en mitad del traspaso, al fondo de uno de los compartimentos, me encuentro con la maldición de su foto que viaja siempre conmigo.
Su foto… Peter Pan ahí mirándome, con su barba de tres días y su sonrisa perfecta. Me mira desde ese pequeño pedacito de papel y me dice muchas cosas que suenan a despedida o a ecos olvidados de Nunca Jamás.
Y allí, parada, con su foto entre mis manos, no soy capaz de romperla o apartarla de mí, esta vez no me apetece hacerlo, y noto una pequeña punzada en el corazón que me dice que, a pesar de todo, ahí estoy sintiendo algo aún por él, a pesar de tantos fracasos y tantas veces que me dejó caer en pleno vuelo. A pesar de todo, lo miro y lo sé…  que siempre seré Wendy encerrada en mi habitación y, aunque ausente, una parte de mí siempre estará pegada a la ventana por si vuelve… Tal vez esa sea la maldición de su foto hasta que un príncipe me rescate de veras y no solo cierre la ventana, sino que también eche las persianas y me saque del castillo a tomar una copa, para que cuando vuelva otra vez, Peter Pan ser muera de frío fuera… Ya no hay cobijo en mi cama ni en mi corazón.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Mañanas sin ti.

Definitivamente no, no es lo mismo, por muchas risas que haya, por muchos momentos buenos, no tiene nada que ver, ni siquiera se le parece, ni genera en mí momentos dulces… Ahora allí las mañanas son descafeinadas, insípidas, horas caducadas en las que no aparecerás, como antes… antes sí que era genial ir allí, cuando sabía que te vería en cualquier momento y te sentabas a mi lado, incluso antes de que fuéramos Peter Pan y Wendy, mucho antes, cuando éramos amigos de esos que se sonríen y se aguantan la mirada, cuando nos llevábamos tan bien que incluso bromeábamos con historias que, aunque parezca mentira, acabaron por hacerse realidad… Y no, no es lo mismo, ni siquiera se le parece, ahora ya no, no es tan genial que me envíen allí cuando sé que no estás ya, que te fuiste por miles de motivos que tienen mi nombre, porque cada rincón de ese lugar es un recuerdo nuestro, tuyo, que me bombardea con la tristeza propia de quien se pone a recordar… Te echo de menos aunque me siga empeñando en ser feliz, aunque lo sea, porque siempre serás esa mitad que sobrevuela mis cielos y cubre mis noches de abrazos, siempre serás tú en mi corazón, siempre un amigo inútil, siempre una derrota, siempre un deseo por cumplir, y siempre, eternamente, el mejor del mundo…

jueves, 9 de diciembre de 2010

Más que un color.

Hoy, ni las finas gotas de lluvia que caen con desgana desde un cielo gris plomizo inanimado, ni siquiera ellas, consiguen enfriarme el alma. Respiro el aire helado con sabor a Navidad mientras camino saltando charcos, cerrando los ojos mientas guardo el paraguas y el agua golpea mi rostro con la suavidad de una caricia y pienso, sonrío, suspiro, extiendo mis dedos al aire, escucho los sonidos mezclados de la ciudad y de la lluvia, grito para mí y me evado del mundo, vuelo, vuelo, vuelo, vuelo, se puede volar en estos días grises, en los que las alas pasan desapercibidas y los vuelos en sueños consiguen alcanzar destinos inalcanzables en cualquier día de sol.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Nocturnidad.

Se acabaron los momentos inventados, las historias construidas sobre bases de algodón, de nubes empapadas de tormentas que acabarán haciendo añicos los castillos en el aire, y morirán despacio las ilusiones, como flores arrancadas de tierra fértil, como susurros que se pierden en el viento… Quiero salir y busco sentarme a horcajadas en la luna, quien sabe si le quede un hueco para albergar mi soledad buscada, quien sabe si me deje cuidar a su niño de piel. Buscadme en las alturas, donde la noche cae despacio y lo cubre todo con la espesura de lo incógnito…

martes, 7 de diciembre de 2010

Oh no! Hoy toca planta...

No quiero decir que me disguste, ya que la planta abre un gran abanico de posibilidades donde puedo ser yo misma, disfrutar de la gente, establecer nuevos vínculos y ejercer mi trabajo asistencial de una forma aparentemente más pausada, pero no es así, ni tan fácil ni tan idealista, porque la planta es una ola gigante que antes de que te des cuenta, te ha empapado hasta los huesos, ha roto sobre tus pies y te ha entrado agua hasta en las orejas… La planta es pasear un carrito (lleno de medicación que no se acaba nunca) arriba y abajo por un pasillo (que tampoco parece acabarse) y no poder dejar de atender decenas de peticiones en el transcurso de tu paseo. Hojas por rellenar, tratamientos que comprobar, médicos pululando pidiendo que los acompañes a pasar visita,  timbres que suenan sin parar, familiares que se quejan en la puerta de la habitación, y parece mentira que aunque te hayas presentado nada más llegar, sean las doce del mediodía y te sigan llamando “nena”, que sí, que yo lo entiendo, que somos mucha gente que pasamos a diario en este desfile irónico hospitalario, pero yo también hago mi esfuerzo por acordarme de los nombres de mis pacientes, que son unos cuantos cuando viajo a las alturas y aterrizo ese día en la planta…
Esta mañana los paseos han sido interminables, porque los imprevistos iban surgiendo y pasando ante mis ojos como una pesadilla, acumulándose las cosas por hacer mientras corría de una habitación a otra pensando que no es posible trabajar así… No se puede, y parece mentira que den las tres, me vaya a casa sin sentirme las piernas, con la sensación de que me dejo cosas por hacer, pero sin poder luchar ya con las agujas del reloj que, días como hoy, se empeñan en correr más de la cuenta y hacer de mi jornada laboral una lucha a contracorriente…

lunes, 6 de diciembre de 2010

Buenas noches, princesa.

Escucho canciones, respiro susurros que golpean en mi ventana los días de frío, y me acurruco aún más bajo las sábanas de franela que me acarician suavemente y mantienen mi calor; quien sabe si lograré dormir otra noche a pierna suelta, sin escuchar ruidos conocidos, sin estirar el brazo y encontrar el vacío a mi alrededor; dulces sueños, princesa, que duermas tan plácidamente que, en algún lugar dentro del reloj, esta noche conquistes reinos olvidados y conviertas deseos en realidades.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Desapareciéndome.

Hoy te he querido más que nunca mientras dormías, cuando no había más luz que tus ojos abriéndose de tanto en tanto para verme dormir a mí, y es que a pesar de estar a mi lado rozando mi cuerpo en algún momento perdido de tu sueño, sé que tu corazón estaba a años luz de mí, como si se hubiera perdido y no supiera encontrar el rastro de mi voz llamándote en silencio. Te he querido más que nunca mientras veía pasar las horas sabiendo que no volverían y que tu presencia a mi lado se iba desvaneciendo poco a poco, no sé si esperaba encontrar frío a mi lado al despertar, o ver cómo tu imagen se iba haciendo borrosa mientras me decías adiós, así ha sido la última noche de comerte a besos sabiendo que era mentira, porque lo era, lo sé, aunque me dijeras que volverías pronto… No te creí, perdóname, nunca lo hago ya, me has mentido tantas veces… Lo siento, hoy me quiero quedar más tiempo a tu lado, no quiero perder la calidez del último beso viendo cómo sales por la puerta con el ceño fruncido mientras me dices con voz entrecortada que ya hablaremos, lo siento, déjame que, por una vez, me vaya antes y sea yo la que te diga adiós…

sábado, 4 de diciembre de 2010

Más azúcar para mi media naranja, por favor.

Todo acaba volviendo a la normalidad, todo acaba convirtiéndose en lo que era antes, incluso yo misma, que poco a poco voy recuperando la cordura, la sensación de no necesitar, y me siento bien, como en paz conmigo misma, sin fingir que estoy bien sólo por fingirlo, sino estando en mitad de una aceptación que llega de forma tardía, pero que siempre acaba llegando. La ilusión de convertirte en la otra mitad es banal, insustancial, es sólo un engañabobos que provoca la sociedad, que parece obligar a emparejarte; esta vez no, me digo, esta vez la soledad no es tan mala, ni es tan difícil de llevar, porque los sueños pueden ser simplemente individuales, y aunque a nadie le amarga un dulce, el amor puede aparecer en cualquier momento y en cualquier circunstancia, no sólo regando una media naranja de zumo amargo, que no mejora por mucha azúcar que le eches.
Medias naranjas o verdades completas, aquí sigo, construyendo el camino que me toca seguir andando, demasiado estrecho esta vez como para poder compartirlo con alguien, y sin embargo, ideal para mi caminar, con paso seguro, sin mirar demasiadas veces al pasado de caminos anchos, esta vez con botas nuevas de tacón alto, que van marcando cada paso con el sonido firme y sordo del taconeo de mi nueva vida sola.
Parece que las etapas del duelo han vuelto a avanzar, quizá ya dejé atrás el resto y ahora navegue en la Aceptación… Porque acepto que no esté, porque acepto dormir sola en mi cama de matrimonio, y porque las noches se han convertido en lugares de descanso y las pasiones olvidadas ya no se atreven ni a salir del cajón… Quizá vuelva a abrirlo de vez en cuando, pero con la llave bien cerca por si tengo que cerrarlo de golpe otra vez, si me doy cuenta de que corro el riesgo de despertar emociones que me empeño en enterrar bajo kilos y kilos de desilusiones, esta vez la Aceptación es más dulce que una media naranja en tiempos de crisis.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Pruebas... Esperas...

Por mucho que ya sepas a lo que vas, que no va a ser agradable y que, por suerte, no dura mucho, a pesar de todo esto, entrar en esa consulta fría, sentarte y esperar mientras sientes todos los músculos de tu cuerpo ponerse en tensión mientras oyes a la doctora decir… prepárame para biopsia… y aunque te sonrían y te cojan de la mano, es un momento extremadamente desagradable. La enfermera me dice que respire hondo, que es sólo un “pellizquito”, ya lo sé, pienso, no es la primera vez que me tumbo en esta camilla incómoda, hasta me dicen que ya me voy a acostumbrar y todo, no lo creo, pienso, nunca te acostumbras a que te quiten un trozo, por muy pequeño que sea…
Y es que el dolor, a fin de cuentas, es el menor de los males, porque es pasajero aunque dure unos días, lo peor es la incertidumbre de unos resultados… Tres semanas me han dicho, ya veremos a ver si hay tanta suerte como la última vez, en la que el resultado negativo me dejó con la boca abierta… quien sabe si esta vez se repita, ojala que sí, sea como sea no hay más remedio que esperar y hacerse la fuerte, porque no hay nada más que hacer contra crecimientos anómalos que se producen sin que puedas hacer nada por evitarlo… Como dije una vez, mi cuerpo no es mío, va por libre, sólo espero que esta vez me de una tregua… Qué difícil hablar de esto…
Esperando, esperando, esperando, desesperando, desesperando…

jueves, 2 de diciembre de 2010

Y elegiste, nunca más.

Será porque el frío del invierno se materializa en mis pestañas, o quizá sea por el simple hecho de que haya resultado un noviembre raro, que me siento como si pudiera volar, porque tengo la cabeza en las nubes y puedo tocar el cielo con las manos si las estiro bien y si alargo los dedos, quien sabe si alcance a rozar un rayo de sol con mis yemas, tal vez en ese momento deje de tener frío y sienta el calor de tus ojos acariciando mi espalda, sólo mi espalda, porque ya no voy a mirarte de frente (tu elección) nunca más…

Terapia de choque.

Vaya, será verdad que sí resulta ser terapéutico, que una mañana te levantas y, casi sin pensar, coges el bolso, el abrigo y las llaves del coche y te da por irte de tiendas. No es que necesite nada en concreto, sólo escapar de las vueltas que da la mente cuando no tienes nada que hacer, que tampoco es que sea mi caso, pero haciendo honor a esta característica femenina, puedo hacer varias cosas a la vez, y cualquiera de ellas engloba el estar pensando siempre más de la cuenta, para variar… Pero esta mañana, me he levantado y he pensado que puedo probar terapias nuevas y me he decidido a irme de tiendas.
Y hay días, cuando estás emocionalmente en la cuerda floja, que puede pasar cualquier cosa, o que no te guste nada de lo que ves o, en mi caso de hoy, que me gusten demasiadas cosas, y a pesar de no estar en el mejor momento económico de mi vida, me he dado varios caprichos hoy.
Lo mejor, llegar a casa a mediodía y esparcir por el salón las bolsas, empezar a abrir cajas y a probarme las nuevas adquisiciones sin importarme nada más, ni que sea la hora de comer y no tenga la comida hecha, ni que aún tenga pendiente ir a comprar el pan, no, todo da igual, hoy hasta dan igual los pensamientos que golpean la ventana en un intento por imitar al personajillo de siempre, no importa ni siquiera que mañana sea un día marcado en mi calendario desde hace ya meses, un día que espero que no cambie nada y que los resultados sean los mismos que la última vez… Mañana toca consulta, biopsia y esperar…

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Y de lejos... Nunca Jamás.

Será verdad que estamos destinados a volver una y otra vez ahora que sabemos que no existen razones, que los motivos son gotas de lluvia que se rompen al chocar contra el asfalto, cuando el frío lo ocupa todo y las noches que empiezan a las cinco de la tarde me dejan triste… Quizá me atreva a decirte que no quiero volver otra vez, porque no sé si quiero, no estoy segura de sobrevivir una vez más a tu portazo, ni a las noches en vela esperando una señal que me anuncie tu llegada. Ahora no quiero esperarte, aunque las nubes vuelen bajo y parezca alguna vez que vislumbro Nunca Jamás a lo lejos, como si pudiera volver a pisar sus tierras de magia otra vez, no quiero esperarte porque tus idas y venidas ya no dejan rastros de estrellas en mi ventana y no quiero seguir echando el aliento sobre el cristal para dibujar corazones vacíos que te atraigan de nuevo hacia mi balcón… Esta vez no, lo siento, esta vez déjame dormir tapándome la cabeza, guardándome del destino, por si se atreve a hacernos volver otra vez.

martes, 30 de noviembre de 2010

Perspectivas.

Ir por ir, sin saber qué hay detrás, sin pretender encontrar nada más que historias fusionadas que cuentan alegrías, tristezas, miserias, comedias… Ir por ir de enlace en enlace, sin saber por qué se escoge una u otra página, sin sospechar si es porque tenías que cruzarte con una serie de palabras que te hacen pensar en otras cosas, y es que visitando páginas y leyendo magias me planteo si el enfoque que yo muestro roza la tragedia, porque soy pesimista últimamente y no sé ni siquiera si es pasajero o pretende instalarse aquí conmigo. Esta vez sé que es cuestión de perspectiva, de saber reponerse a tiempo y dedicarle solamente las horas o los minutos requeridos, los que están contados en esa permisividad, y lo demás simplemente sobra, porque no hay ningún minuto extra que dedicar a personas que no saben volar, o a quienes vuelan demasiado alto y no podemos alcanzar.
Vidas, retos, enfrentamientos, sueños, metas… Todo a punto de conseguir un equilibrio en esta existencia mía que a veces me parece insustancial y otras el epicentro del mundo. Mientras tanto, sigo navegando en esos mundos, inventados o no, que me devuelven la ilusión por seguir contando historias mías, nuestras, ajenas o libres de vuelos inciertos.

lunes, 29 de noviembre de 2010

A ras de suelo.

Será cuestión de seguir caminando y ver pasar los días de esta forma absurda… Quiero volar, pero me siguen arrastrando los pies…

domingo, 28 de noviembre de 2010

Crisis de fin de semana.

A veces tengo mis dudas, porque no sé si esto es un simple preámbulo o va a ser así siempre… Tengo que reconocer que no estoy tan mal, me podría acostumbrar a esta situación, sí, podría hacerlo, y acabar convirtiéndome en una de esas mujeres solitarias que hacen la compra sola y que acaba aprendiendo a cocinar para una persona, que acaban hablándole a la tele y dejando de ir a la peluquería, quizá deje de combinar la ropa o me de por comer sin control, total, para qué, para quien voy a cuidarme… No sé, está claro que estoy exagerando, posiblemente quien me conozca pensaría que dramatizo, que no es para tanto y que tengo que mirar lo estupenda que estoy y la de cosas que consigo por mí misma, y sí, la verdad es que todo eso es cierto, me considero una mujer con muchas cosas buenas, dotada con dones valiosos, como la vocación, sencilla, buena persona, sí, y muchas cosas más, también con mis defectos, que hay una larga lista de ellos, pero sin embargo, con gran capacidad para aplanar caminos… Lo he intentado siempre, y quizá sea ese uno de mis defectovirtudes (yo los llamo así porque no sé en qué categoría encajan mejor), porque me empeño en hacerle la vida más fácil a quien esté a mi lado, pensando incluso más en él que en mí misma… Craso error, sí, porque nunca debería dejar de ocupar el primer lugar en mi vida, pero… qué le voy a hacer… sigo luchando por mejorar ese aspecto de mí… Así acabo, con mis relaciones rotas en mil pedazos  y tratando de esquivar los cristales rotos, y parece mentira pero por mucho que barra, siempre acaba volviendo a salir algún que otro cristalillo que se había quedado agazapado en cualquier rincón, y se me clava en un pie, en un dedo o en el corazón…
Manías mías, tal vez, emociones, carencias, más dramatismo envuelto en papel celofán de colores, sí, quizá sí sea tan solo una representación en mi cabeza en la que la protagonista pasa por numerosas fases y acaba como en las mejores películas de domingo tarde, de esas de sesión lacrimógena que acaban con finales felices comiendo perdices o con amores verdaderos que no dejan de ser utopías en realidad.
Pesimista o no, aquí me encuentro, en mi salón que está quedando genial, y sin embargo, en silencio, porque no escucho nada, no hay voces ni sonidos de rutinas compartidas, no hay sorpresas ni palabras que se me cuelen en la oreja, ni buenas noches con besos incluidos, de esos tan geniales que acaban dando las tantas y ni siquiera importa si hay que madrugar al día siguiente… Todo eso me falta y, sin embargo, reconozco que no estoy tan mal, será que ya he iniciado el proceso de conversión y la metamorfosis esté transformando mi parte emocional, porque ya casi no existe el dolor por pérdidas anteriores, por Peter Panes que se fueron, aunque les de por volver algunas veces, porque nada de eso puede ya alterar este mundo creado a partir de desilusiones varias que se han convertido en mí misma, sin miedos, casi sin sensación de soledad, sin nada más que la visión de un camino llano y fácil, donde la única desventaja es mirar atrás y ver un par de huellas solamente.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Ella y yo.

Hoy la miraba con una sonrisa, ella también sonreía, cómo se nota que le gusta que pasemos tiempo juntas, haciendo cualquier cosa, eso es lo de menos, lo importante es el tiempo compartido, los ratitos de hablar de lo que sea, de reírnos un rato, de recordar viejos tiempos, de estar simplemente abrazadas. Ella me echa de menos muchas veces, yo lo sé, y yo a ella; cada día, antes de irme a dormir la recuerdo y le envío un beso, la quiero tanto, siempre le pido a Dios que la deje muchos años más conmigo, que quiero disfrutarla al máximo, y que cuando sea una abuelita de esas encantadoras, con su pelito blanco y sus limitaciones, la cuidaré con todo el amor del mundo, con todo lo que ella me ha transmitido siempre, porque ojalá pudiera devolverle todo lo que ha hecho por mí, tantas luchas y tantos sacrificios, tantos años dedicados a crear lo que soy ahora… La adoro, la venero, la admiro por su fuerza, por tanta sabiduría en lo más simple, por los valores y las lecciones que, en su humildad, ha sabido hacer de mí la persona que soy, porque estoy orgullosa de poder tenerla a mi lado… Te quiero mamá.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Frío congelando.

El frío te cala en los huesos, te corta los labios, te entumece los dedos mientras va cayendo a finales de un noviembre como otro cualquiera, presala navideña de luces de colores adornando las calles abarrotadas de gente que se embute en abrigos y gorros, que intenta mantenerse caliente en un momento en el que parece que el frío me ha traspasado y ya no siento ni los pies. Me pregunto si sería capaz de correr contra el viento que me golpea la cara desnuda y hace que se me escape alguna lagrimilla tímida que se queda a medio camino, por no saber si caer del todo o congelarse en el trayecto… No veo el momento de llegar y enfundarme en mis mantas de colores mientras cierro los ojos y pienso… no hay nada como estar en casa.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Para ti, mujer.

Hoy es uno de esos días que me paro a pensar en mi condición de mujer, me siento orgullosa de mi sexo, me considero fuerte, inteligente, capaz de enfrentarme a cualquier cosa y de valerme por mí misma sin necesidad de dependencia, con mis manos trabajo para sacarme adelante, en mi vientre puedo engendrar y dar vida, cada día que pasa sé que soy, que puedo y que no hay nada que no esté a mi alcance…
Soy mujer y hoy quiero decir que me avergüenza muchas veces mi condición humana, por pertenecer a una raza capaz de maltratar y matar a quien ha querido… Espero que algún día desaparezca este concepto de “violencia de género” que se ha convertido en algo usual en los tiempos que corren, y dejen de sufrirlo víctimas inocentes que acaban convirtiéndose en muchas ocasiones en marionetas en manos de sus verdugos…
Espero que esto se acabe pronto… Desde aquí mi granito de arena por todas aquellas que lo han (hemos) sufrido, por aquellas que no lo superaron, por aquellas que podrán evitarlo, y por todas las mujeres del mundo, porque somos seres mágicos con capacidades increíbles…
Nadie será más que yo… NUNCA!

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Nadando en la cordura.

Sé que hay muchas puertas que aún tengo que cruzar, muchos caminos por andar en esta vida, quien sabe cuántos habrá de buenos, cuántos de peores, pero aún así el capricho de la vida sabrá llevarme a uno y otro lugar, mientras paseo por los rincones de mi alma y me sigo conociendo más cada día. Hoy me siento bien, feliz, aunque la felicidad sea ese estado ambiguo que carece de extensión en el tiempo, pero hoy parece que sí, que me ha cubierto una oleada de felicidad y de abrir los ojos a algunos mares que tenía en penumbra. Hoy siento que sé dónde están mis propios límites, que puedo tomar mis propias decisiones sin importarme nada más, que soy capaz de vivir momentos mágicos que se queden sólo ahí, y que por primera vez en mucho tiempo he sucumbido a una realidad que no hacía más que rondarme sin parar, sin que yo quisiera abrirle los ojos… Hoy lo sé, que no hay nada en él que me pueda devolver la sonrisa, sólo momentos robados que sirven sólo para nadar a contracorriente el tiempo justo hasta que se empiezan a cansar los brazos, y entonces tomar la mejor decisión de todas, dejarse llevar por las corrientes de la cordura y dejar de intentar llegar al otro extremo, donde las aguas son tan turbias que a pesar de cubrirme escasamente, no me dejan ver mis pies.

martes, 23 de noviembre de 2010

Corazones de cristal.

Fragilidad entre algodones, míseros momentos que luchan por romper el corazón de cristal que habita en mi pecho, que se empeña en latir mientras la sangre fluye entre sus cuatro cavidades llenando con cada ciclo cardiaco mi cuerpo de ese líquido viscoso que me oxigena. Siento mi fragilidad dura como una piedra, en la que los golpes apenas hacen pequeños rasguños, mi fragilidad envuelta en caricias que llenan los rincones olvidados, y tal vez sea por eso que mi corazón de cristal se haya convertido en un simple músculo que hace su función mientras se endurece cuando ve que los algodones que lo rodean están cada vez más descoloridos.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Vuelos inesperados.

Wendy tiene los ojos como platos… Aún le da vueltas a lo que pasó anoche y descubre un corazón latiendo a mil por hora, rodillas que tiemblan, manos que sudan, palabras que no saben salir… No sé si será porque fue luna llena, o si simplemente tenía que ocurrir así, que estando Wendy tan tranquila oyó un ligero golpe tímido en la ventana. Cual fue su sorpresa al encontrarse a Peter Pan otra vez, allí de pie, mirándola, sonriendo y lo peor, pidiéndole que le dejara entrar.
No sé tampoco si es que la noche era demasiado fría, si no le apetecía dar largos vuelos a Nunca Jamás, el caso es que ahí se plantó con su mejor sonrisa y la pobre Wendy no sabía ni qué decir.
Al final cedió ante tal chantaje emocional y abrió la ventana, y él se coló acomodándose en su habitación, y ocurrió lo que tenía que ocurrir, porque entre ellos siempre hubo magia, y Peter Pan se quedó a dormir con Wendy esa noche abrazado a su cuerpo, que apenas se movía por miedo a estar soñando…
Lo que pase a partir de ahora serán simples encuentros fugaces entre vuelo y vuelo, quizá el tiempo los espacie o los borre por completo, tal vez el destino quiera que no se repita y que quede en el olvido, quien sabe, lo único cierto es que la luna abrió un camino común nuevamente y a la vez volvió a cerrarlo, dejando un mínimo hueco por el que algún que otro recuerdo se ha filtrado a escondidas, quien sabe, quizá vuelva, quizá se quede volando para siempre…

domingo, 21 de noviembre de 2010

Noche de luna llena.

Esta noche es luna llena y será increíble… En el transcurso de los próximos días empezará a menguar y, aún así, será radiante y estará rodeada de magia hasta desaparecer. Siempre me gusta dedicarle unos minutos al espectáculo que ofrece tan sólo mirarla, sobretodo días como hoy, cuando está en todo su esplendor en un cielo que espero esté limpio de nubes, tan redonda, tan mágica, a veces incluso parece que está más cerca, que ha salvado un trocito de esa distancia enorme que existe y se ha acercado para regalarte su brillo. Desde hace un tiempo he cogido la costumbre de pedirle deseos a la luna llena; recuerdo la primera vez que Peter Pan me habló sobre eso, pues decía que la luna llena era capaz de cumplir deseos… Al principio, no me lo creí mucho, pero poco a poco me he dado cuenta de que es verdad, y de que a veces los deseos están al alcance de nuestras manos, sólo necesitamos estirar un poco los dedos y antes de darnos cuenta, quizá estemos rozando un sueño… Esta noche pido deseos para mí, porque ya he desperdiciado demasiados pidiéndole a la luna que cierto personajillo vestido de verde y con aires infantiles golpee el cristal de mi ventana y me suplique que lo deje quedarse para siempre junto a mí.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Espinete no existe.

Los años vuelan y sin darnos cuenta vamos cambiando y dejando atrás muchas cosas que, un día, fueron importantes, cuando aún creíamos en cuentos de hadas, cuando nuestros pies colgaban al sentarnos en cualquier silla, cuando  alguien de más de treinta te parecía una persona muy mayor… Nuestro cuerpo parecía de goma, nos caíamos y nos arañábamos las rodillas en el parque, cargábamos con una mochila llena de libros que pesaban demasiado, nuestras ropas eran totalmente de niños, y no como ahora, que ves niños que parece que van vestidos de adultos, y todo era simple y tranquilo, y las preocupaciones que teníamos estaban limitadas a cosas que ahora nos hacen sonreír… La magia de la infancia parece ir esfumándose con el paso de los años, parece que los recuerdos y los apegos a ciertas cosas van cobrando cada vez menos importancia, y es que la vida nos va absorbiendo con las responsabilidades propias de los adultos, que cada vez son más, y a veces quisiera, sólo por un día, ser capaz de retroceder en el tiempo y despertarme hace veinte o veinticinco años, y volver a tener coletas rubias, nariz pecosa, algún que otro diente de leche, y volver a merendar pan con chocolate o ir a comprarme chucherías con cinco duros… Qué recuerdos más dulces me traen estas pequeñas cosas que formaron parte de mi niñez… Anoche pude hacer un recopilatorio abriendo la cápsula del tiempo y descubriendo pequeñas cosas que siempre fueron grandes tesoros…

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sueño que sueño...

Será cuestión de dejarse caer despacio sobre un manto de recuerdos y hundirse lentamente al abrigo de pensamientos que vienen y van, y así poder encontrar un lugar que me abrace con tal calor que pueda dormirme tranquila, sin pensar en nada más que en mí misma, cuando por fin el camino andado deja de ser cuesta arriba y la sensación de caminar libremente entre flores y mares azules se convierte en la mejor manera de soñar… Los sueños avanzan despacio por lugares estrechos para, en un momento, emerger de las profundidades y bañarlo todo con luces nuevas y colores chillones de amaneceres dulces y llenos de nuevos proyectos y motivos para sonreír.

jueves, 18 de noviembre de 2010

El mejor beso del mundo.

Aquella tarde había salido el sol como casi todas las tardes que ya van rozando una primavera próxima, y su calor me había traído nuevamente ganas de ver tu cara junto a la mía, pasear a tu lado por cualquier sitio, e incluso perderme mientras perdía yo misma la noción del tiempo.
Y fue esa tarde cuando nos sentamos en un lugar cualquiera y me mirabas de  vez en cuando, o bajabas la mirada si te miraba yo; y empezamos a hablar de cualquier cosa, sabiendo que la conversación sólo tenía un destino posible que a ambos nos daba miedo alcanzar. Y poco a poco fue fluyendo la magia, colándose por los pequeños rincones que dejaban las palabras, y me dijiste que habías visto algo en mí, que te daba vergüenza decírmelo pero que no podías ocultarlo más, y yo te miré haciéndome la extrañada y sonriendo por dentro, ya lo sé, pero permíteme poner esta cara de sorpresa y de no saber qué decir, mientras en mi cabeza no paran de sonar canciones y las palabras se amontonan en mis labios queriendo salir a borbotones; entonces tú no bajaste la mirada más y yo sostuve la mía, y tu mano se acercó a mi mano de forma tímida, con el miedo al rechazo, y mi piel tembló cuando me rozaste y sólo quise detener el tiempo.
La tarde siguió siendo mágica, con esas miradas que no necesitan palabras, con roces de manos o sonrisas que se escapan mientras caminábamos por el mundo sin rumbo fijo y sin importarnos nada más que estar sintiéndonos tan cerca. Y la despedida llegó, y mientras me llevabas a casa, sólo había silencio y dos manos cogidas, que de vez en cuando daban algún apretón extra produciendo oleadas de sensaciones recorriéndome la columna.
Paraste el coche frente a mi portal y me miraste, hacía demasiado tiempo que no nos decíamos nada, y ya había anochecido y las calles estaban desiertas. Miré el reloj y me pareció demasiado tarde, pero me dio igual, entonces esperé que te movieras, que dijeras algo, pero sólo logré a ver la quietud de tu voz y de tu cuerpo junto al mío. Entonces me acerqué y te besé, sin pensar, y te pilló tan de improvisto que tardaste unos segundos en reaccionar y abrazarme, y el beso se convirtió en un momento, y ese momento en una noche, y esa noche en una vida, y esa vida en un recuerdo, porque sin duda, resultó ser el mejor beso del mundo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Soles que se ponen.

Hacía tiempo que nadie me preguntaba por Peter Pan, será porque de alguna forma he dejado claro que ya no quiero seguir hablando de él, porque a pesar de necesitar siempre explicarlo todo a aquellos en quien confío, siempre hay cosas que es mejor guardarse para una misma, porque el dolor es demasiado grande, incluso duele sólo volver a recordarlo, así que hoy, durante uno de nuestros paseos por la playa, una amiga me ha preguntado por él, y lo ha dejado caer de forma casual, con curiosidad más que otra cosa, porque he pasado de un extremo a otro, de tenerlo en la boca continuamente a dejar de hablar de él de forma radical, y quien me conoce ha respetado mi silencio, quizá porque eso sea una forma de gritar a voces que no quiero volver a hablar.
Y es que no quería decir nada, porque es volver a recordar aquel último día donde mis esperanzas aún estaban a flote, y podía escuchar una tímida voz dentro de mí que me decía continuamente que aún era posible. Entonces ese día salí pronto de casa, y compré flores, ninguna en especial, sólo algo alegre, un toque personal, un batiburrillo de colores y olores que coloqué como centro de mesa en una que lo fue totalmente improvisada, y busqué la manera de sorprenderle, de provocar situaciones distendidas, acercamientos, conversaciones, quería atrasar en cierta forma el reloj del tiempo y volver hacia atrás, donde éramos felices, sólo para que volviera, pero esta vez para quedarse de verdad. Pero no vino, ni siquiera apareció ese día, y las flores se marchitaron, y la comida se quedó fría en los platos, sin apenas tocar nada, y la mezcla de colores se volvió gris, y esa tarde llovió mucho en mi corazón, y no hubo forma de esquivar esa estocada, ese “tocado y hundido” que acabó convenciéndome de la realidad, que no hay flores que valgan, ni sorpresas, ni momentos mágicos, ya no hay realidades por las que luchar, lo único que queda son las sobras de una comida sola y las velas consumiéndose despacio, manchando de cera un mantel verde del que no quiero desprenderme, y tiñendo de soledad todos los rincones de aquella tarde, donde el sol se puso para siempre en Nunca Jamás.

martes, 16 de noviembre de 2010

Pensando en volver al astrágalo...

Queda menos de un mes para volver a esa consulta fría, a la incertidumbre y a la espera de resultados. Llevo unos meses ajena a todo y con ese tema guardado al fondo de un armario y cerrado con unos cuantos candados, y me parece que hace mil años que ocurrió cuando en realidad hace sólo unos meses. Quien sabe qué pasará esta vez, si volverá la vida a querer regalarme un resultado negativo, o si por el contrario esta vez quiera hacerme pasar por ese mal trago… De momento, sigo estando bien, ajena a todo, sin pensarlo demasiado, quien sabe si por miedo o porque simplemente esté en mi destino olvidar, pero ahora, a unos días de las pruebas, vuelvo a sentir ese temor en la boca del estómago, como si nunca se hubiera ido de ahí, y me muerde despacio y me hace sentir pequeña y tremendamente impotente… Quien sabe si deba volver a los zumos antioxidantes o al astrágalo, quien sabe si existe remedio eficaz contra el miedo… quien sabe… De momento descanso y confío en que no me quiera tan mal el destino.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Rumbos diferentes.

No sé si te acuerdas la primera vez que nos miramos a los ojos y nos dijimos tantas cosas, aquella vez en la que tu cuerpo y el mío era simples sombras caminando por pasillos iguales, por caminos estrechos o anchos, con días de  lluvia y de sol intenso, y nos miramos a los ojos despacio, hablando en el silencio de las miradas tímidas, y tu pelo se enredó entre mis dedos si apenas darme cuenta, y tus ojos me dijeron que siempre íbamos a estar juntos, y me prometiste noches en vela, paseos interminables, gotas de lluvia sólo para mí, y pusiste un arcoiris en el cielo, y me enseñaste a pedir deseos a la luna llena… No sé si ha pasado demasiado tiempo para que recuerdes estas cosas, o simplemente no es así, porque son cosas que nunca pasaron para ti, y los pasillos vuelven a ser ajenos y nuestros caminares siguen rumbos diferentes, tú al sótano y yo a las alturas…

domingo, 14 de noviembre de 2010

Mica en mica...

Estoy cansadísima, muerta, rendida, acabada… necesito dormir y dejarme soñar un millón de horas al menos, porque hoy me duelen hasta las palmas de las manos y la parte del corazón que tengo que proteger de la luz, hoy hasta siento pequeñas punzadas de realismo cuando miro a mi alrededor y veo los pequeños logros conseguidos… Está claro que, piedra a piedra, se consigue levantar el muro, o… como dicen en mi tierra… mica en mica s’omple la pica!

sábado, 13 de noviembre de 2010

Cajas de cartón.

Un gran número de cajas de cartón llenan mi salón. Cajas que contienen parte de mi vida, mis cosas, retales de mi mundo que empaqueto para que viajen conmigo y que por fin instalo en mis nuevas cuatro paredes sola.
Esta vez es verdad, parece que el camino por delante me vaya a dar un respiro y se adivina cuesta abajo por un tramo, al menos ya dejé atrás las primeras subidas, y aunque el cansancio lo tenga acumulado en la espalda y en el corazón, los nuevos aires me traen ganas de correr cuesta abajo, abrir los brazos y agitarlos como si, con el impulso, pudiera volver a volar.
Volar y volar, correr, saltar, reír a carcajadas, encontrarme a mí misma y disfrutar del paisaje acartonado de mi salón. Gran sábado!

viernes, 12 de noviembre de 2010

Pies en agua salada.

Hoy el mediterráneo estaba tan frío que parecían pequeñas agujas clavándose en mis pies, suerte que la espuma final de las olas remendaba el daño con una suave caricia. Qué gusto meter los pies en el mar en pleno noviembre, parece que es la mejor forma de liberarse de viejos fantasmas, aunque hayan algunos que resisten hasta el frío, incluso en días soleados como hoy.

Treinta y dos.

Hoy me paro a mirar a mi alrededor, dedico un tiempo a observar la imagen que me devuelve el espejo, sonrío ante él, me acerco mientras busco imperfecciones, nuevos cambios, alguna que otra cana suelta ya entre el pelo rubio, y es que no me doy cuenta y los años van pasando, y aunque me siento igual, joven, estupenda, no puedo negar que da un poco de miedo pararse a pensar en la velocidad con la que las hojas del calendario se pierden en el vacío y no dejan rastro… El tiempo pasa muy deprisa, los años no perdonan, y parece que estoy igual pero ya no aguanto si trasnocho mucho y ya necesito dormir mis horas, será verdad eso de que me estoy haciendo mayor a la velocidad de la luz, o tal vez al paso de un caracol, no lo sé. Tengo treinta y dos y me parecen tantos y a la vez tan pocos…

jueves, 11 de noviembre de 2010

Estado de semicongelación.

Hoy tengo el alma semicongelada, parece que me he pasado esta vez, la he guardado demasiado tiempo en la nevera y se me ha hecho cubitos con forma de corazones grises, que acabarán fundiéndose en algún vaso largo y desaparecerán… Qué destino más cruel le espera a mi alma semicongelada, qué dolor por derretirse en vasos empañados, donde no quedará más remedio que borrar el carmín de los bordes de aquellos besos que nos dimos cuando éramos felices…
Cierra la nevera, por favor, que se me escapa el frío de la mirada…

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Pintando sola.

Ay si me vieras hoy, con las manos manchadas, el pelo enredado, la ropa de pintar con los manchurrones de colores que me hiciste aquel día… Si me vieras no podrías evitar reírte, con tu sonrisa perfecta, porque aquellos días no me dejabas pintar y ahora lo estoy haciendo todo sola… Me duelen las manos y la espalda, pero no me está quedando tan mal, no como cuando estabas tú, que lo hacías todo tan bien, tan perfeccionista, rematando cada esquina de la mejor manera, y yo, un desastre, pero aún así aquí sigo, empeñándome en imitarte, recordando aquellos días en los que acababa con el pelo de colores y tirada en el suelo muerta de risa… Parece que fue ayer y sin embargo el tiempo ha ido pasando y borrando los recuerdos que hoy vuelven a mí… Te acuerdas cuando no sabíamos ni dónde sentarnos, cuando no había nada más que tú y yo en estas cuatro paredes, cuando nos reíamos a carcajadas juntos y nos revolcábamos en el suelo lleno de pintura, y acababas haciendo ver que ibas a besarme para pintarme de verde la nariz… Me sentía feliz a pesar del desastre de tener tanto por hacer, y ahora me doy cuenta de que todo daba igual, no importaba lo que hubiera que afrontar si tú estabas cogiéndome de la mano. Y hoy, en plena crisis de pintora novata sólo puedo alcanzar a pensar… Ojalá estuvieras aquí hoy…

martes, 9 de noviembre de 2010

Es lo que tiene noviembre.

Estamos ahora en la época en la que al tiempo le da por anochecer a las cinco de la tarde, los días son más cortos y el frío por las mañanas da pereza y te obliga a remolonear bajo el nórdico siempre cinco minutos más… Y la noche baña las calles desprovistas de luz natural, y los ambientes son cada vez más cambiantes, casi con las bufandas y los abrigos ya… Por suerte aún queda la magia del sol de mediodía en días como hoy, en los que hay alerta por temporal en todo el país, pero aquí parecen haberse escapado las nubes sigilosamente y he podido disfrutar de un mediodía bañado en rayos de sol y respirando la brisa marina, y la sensación de sentir el calor mezclado con el aire fresco, el sonido de las olas que van y vienen en un intento por alcanzarme los pies, el olor a agua salada y el tacto de la arena tibia entre los dedos es el mejor de los regalos, como un soplo de aire fresco en un momento de asfixia.

Límites.

Siempre preguntas y más preguntas, siempre planteándome las mismas cosas, y es que hay días en los que los límites se hallan demasiado marcados y otros en los que son simples líneas efímeras que apenas se adivinan, y las situaciones requieren que el límite se cumpla, que no se pase la línea, pero apenas es posible cuando esa línea es tan difusa. Y es que no hay blancos o negros puros, siempre están los dichosos matices que le confieren a todo ese aire de dudas y de negociación.
Hoy un día más en los que me encuentro entre nudos morales, en los que la toma de decisiones es ambigua, y me alegro de no tener que ser yo la que decida, de ser un simple “lacayo” en esta escena, y me limito a hacer lo mío y a guardarme mi opinión, que para eso es mía, y días como este, cuando ves a la muerte rondar tan cerca, no puedo evitar hacerme mil preguntas.
¿Dónde se hallan los límites? ¿Y la moralidad? No sé exactamente por qué ocurre, pero aún a pesar de ser una batalla perdida, muchas veces nos empeñamos en seguir adelante cuando la viabilidad es prácticamente nula.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Pies fríos.

No sé por qué sigo esperando una señal del destino, algo que me demuestre que sabes que existo, que sigo recluida en este rincón, buscando por las esquinas los recuerdos que se me han caído de los bolsillos, cuando corría tanto que no me daba ni cuenta de estar perdiéndolos y derramándolos sobre la almohada, y ahora busco entre las sábanas pero no los encuentro, y la sensación de tener los bolsillos vacíos es tan triste que sigo preguntándome por qué estoy aún esperando, y el teléfono no suena ni apareces en mi puerta, ni siquiera existen ya destinos que nos crucen los caminos desandados, y las huellas tuyas ya se están borrando sin saber por qué.
Y yo sé que sigues estando ahí, bajo las sombras de la noche oscura, mirándome a través de un espejo o quizá sea un simple recuerdo que aparece por las noches barriendo los reflejos de mi imagen en el cristal… No estás ni apareces, ni hay rastro de ti en las horas que pasan, en los días que se pierden, porque ya no queda nada desde hace mucho tiempo, y la nada ocupa cada vez más espacio recordándome que no existe ninguna posibilidad de volver a abrazarte en las noches frías, ahora que llega el invierno y se me congelan los pies...

domingo, 7 de noviembre de 2010

Tictac... tictac...

El tictac de un reloj siempre acaba poniéndome nerviosa, me rompe el silencio recordándome que los segundos se escapan a una velocidad incontrolable, como hojas que caen y se pierden con el viento, como arena entre los dedos, los segundos vuelan, haciendo muecas burlonas por conseguir escaparse, y se alejan a su ritmo, sin prisas, moviéndose de un lado a otro como si bailaran. Y el silencio se rompe con su música, con el movimiento de las agujas del reloj, donde cada sacudida dibuja una pérdida de tiempo. Y nos empeñamos tantas veces en volver atrás, con la memoria, con los recuerdos, a veces provocando situaciones que nos devuelvan sensaciones pasadas sin ser conscientes de que esos segundos ya no existen, se han caído por un precipicio lejano y no saben escalar. Tal vez por eso sea que me pone nerviosa escuchar el tictac, porque una parte de mí quisiera ser capaz de volver atrás en el tiempo, incluso de detenerlo, porque hay momentos que no me importaría estar reviviendo una y otra vez…

sábado, 6 de noviembre de 2010

Por qué será...

No sé por qué hoy me ha dado por echarte de menos, no tiene sentido. La verdad es que los días siguen pasando y todo ha vuelto a la normalidad en mi mundo gris; sigo sobreviviendo al día a día, a las rutinas, ya casi me he acostumbrado a no verte pululando por casa, o apartarte de mi lado del sofá; he aprendido a no tropezarme con tus cosas, porque ya no están, y a moverme a mi antojo en la cama que antes compartías conmigo. Y no sé por qué hoy me ha dado por echarte de menos, poco rato, no te creas, pero sí el suficiente como para pensar qué estarás haciendo ahora, si te estarán llegando todos los pensamientos que te envío, pero ni las estrellas ni la luna llena me contestan. No sé por qué sigue en mi cabeza el recuerdo de tu cara dibujando una sonrisa en lugar del portazo de despedida… ¿por qué será?

viernes, 5 de noviembre de 2010

Amanecer.

A las siete y media de la mañana, el mar parece un fantasma de ojos azules que te mira y te estudia con la minuciosidad y la precisión de un relojero, y parece adivinar cada movimiento próximo, o entablar un lenguaje nuevo con el vaivén de las olas, donde cada una trae un nuevo mensaje por descubrir… Y es que con ese casi amanecer, el tono de azules brilla de forma especial, y las luces del nuevo día parecen filtrarse por cada una de las gotas de agua que lo forman y así regala una visión mágica. El mar a esas horas me recuerda a un ser desconfiado pero seguro de sí mismo, que se acerca y se aleja a su antojo, que apenas depara en mi pequeñez, porque soy pequeña, diminuta ante tal espectáculo, y a pesar de ser una día laborable y esa imagen vaya acompañada de todo el sueño del mundo, cojo mi coche y me voy a trabajar con otros aires, quizá aires salados de brisa marina y tonos azulados, aires renovados, donde las viejas corrientes siguen ocultas en el fondo de mi mar.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Sangre.

Qué se puede hacer cuando cualquier intento es vano, cuando no se consigue el objetivo por mucho empeño que pongas… Y es que a primera hora, nada más llegar, ya se preveía el desastre. Si ya lo digo yo siempre… cuando ves demasiado revuelo de batas blancas acumulándose al lado de una cama, algo pasa, y hoy había demasiada gente en ese box minúsculo, y se notaban los nervios, se escuchaban teorías, posibles soluciones, y las manos volaban de un lado a otro, todo era como un caos organizado que parece devastador.
Y no sé si ha sido por un ataque de curiosidad o de pura profesionalidad, que he dejado el bolso sin apenas mirar y he ido hacia la acción. Me gustan estas situaciones, el estrés, trabajar bajo esa presión, donde cualquier cosa puede ocurrir y tienes que correr, echar mano de lo que haya alrededor, tomar decisiones, priorizar… esa parte de mi trabajo es adictiva, la necesito siempre en pequeñas dosis. Pero hoy era mucho más que eso; al acercarme, intentando escuchar peticiones de mis compañeros y de paso ayudar en algo, me he topado con él. No era muy mayor, posiblemente alrededor de los cincuenta, y su cara era un amasijo rojo, y las sábanas parecían sacadas de una película de terror. Y es que ya se sabe, que la sangre es muy escandalosa, aunque en este caso, el escándalo estaba asegurado. Las teorías… una posible hipertensión portal, quien sabe si con algún componente cirrótico sin antecedentes, el caso es que provoca una hemorragia digestiva alta imposible de controlar… Y cae la tensión, el hematocrito por los suelos, no remonta a pesar de… ¿cuántas bolsas de sangre le han pasado ya? Ni lo recuerdo… Y ahora una placa, y medicación, y colocar la Sengstaken, y ni aún así se cortaba la hemorragia… Ha sido apoteósico, aquello parecía una obra macabra en el que, sin ensayar, cada uno hacía su papel, mezclándose con los demás como siguiendo un guión, y la lucha ha sido mano a mano, esta vez todos teníamos algo que hacer, sin discusión, si apenas tener que decirnos nada, unos intentado mantener las vías, poner la medicación, aumentar dosis, controlar el estado hemodinámico, otros liberando un hemoneumotórax a tensión, y entre todo este caos… la sangre, que no paraba de salir como una fuente, parece increíble… El final ya estaba más que anunciado, porque hoy ha sido uno de esos días en los que cualquier lucha es una derrota segura, cuando el adversario es tan difícil de ganar que aunque pongas todo tu empeño, ves de antemano que no hay nada que hacer. Y es que la muerte es así, cuando envía a uno de sus lacayos, no hay maniobras que valgan, ni actuaciones, ni siquiera esperanza, y es así, tan duro como llevarse a alguien de esa manera. Hoy ha sido más peliculero que nunca, y eso que he visto muchas cosas a lo largo de mi vida hospitalaria, pero hoy no sabría definir la escena… Sólo quisiera tener la capacidad de sentarme y escribirlo, pero después de leer esto, me doy cuenta de que hay imágenes que a veces no se pueden describir con palabras. Por suerte, a pesar de que estas vivencias me suelen dejar hecha polvo, he aprendido a encontrar el límite, que a veces cuesta, y ser capaz de dejar la tristeza, la sangre y la impotencia en la unidad justo cuando salgo, es lo más reconfortante en días tan duros como el de hoy.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Pensamientos que van y vienen.

Hoy he aprendido que hay días en los que no vale la pena ser valiente, que es mejor dejarse llevar por el derrumbe y no preocuparse por reconstruir un corazón cerrado por derribo, y es que dan igual los consejos, porque no pretendo esquivar un duelo, ni que nadie me rescate de este presente, sólo quiero seguir un día a día como ya lo hago, con esos momentos que parece que están destinados, quiera o no, a pensar en ti. Y días como hoy, en los que no podía parar de darle vueltas a lo mismo, a saber que por fin estás de vuelta y que a pesar de las escasas posibilidades podemos cruzarnos en cualquier momento, días como hoy sólo quiero dejarme caer en el sofá, huir de este techo en común y proyectarme en otro lugar, desaparecer o aparecer en el fin del mundo donde no pueda cruzarme contigo. Y le doy vueltas una y otra vez y caigo en la cuenta de que quizá sea cuestión de dejar de pensar en ti de vez en cuando, quizá ese sea el secreto para poder cerrar historias que se resisten a irse, que parece que no quieran marcharse nunca. Porque aunque parece que se sujetan al alma con más fuerza que nunca, el viento de las cosas nuevas poco a poco las arrastra hacia el fondo de un cajón. Quizá tenerte como te tengo ahora es la mejor manera de disfrutar de ti, desde la distancia y basándome en meros recuerdos que me traen de vez en cuando tu sonrisa y lo único que he podido conservar de ti, una imagen en mi memoria y algún que otro recuerdo descuidado que ronda sin rumbo fijo en un corazón en el que tu nombre ya no hace más que eco.

martes, 2 de noviembre de 2010

Patch Adams.

Ayer haciendo zapping antes de irme a dormir, y después de una intensa tarde de trabajo, topé por casualidad con una de esas películas que no me canso de ver, y es que no sé si es porque siempre tengo cierta atracción por cualquier cosa que esté ambientada o relacionada con el mundo hospitalario, o tal vez es porque el mensaje es simplemente directo al corazón, que me obligué a quedarme a verla de nuevo, a pesar del sueño y de tener que madrugar hoy.
La historia, totalmente recomendable, es algo así como una oda a la vocación, en este caso médica, un don que tenemos (y me incluyo en el término) algunas personas y que podemos desarrollar y hacer crecer; y es mágica la sensación de ver y sentir que puedes ayudar tanto con tan poco, aunque, al igual que en la película, haya personas que no lo valoren o que incluso provoquen desenlaces tristes, las personas somos así de imprevisibles y con demasiadas cosas por pulir siempre, sin embargo, esta mañana, al entrar por la puerta del hospital y recordar algunas escenas, no he podido evitar preguntarme qué pasaría si algún día apareciera con una nariz de payaso...

lunes, 1 de noviembre de 2010

Sin sentido.

Los días siguen pasando entre penumbras, entre historias para no dormir, entre puertas que quieren abrirse y ventanas que quieren cerrarse, y yo misma soy el epicentro de esta crisis existencial, donde no sé si dar un portazo o correr un pestillo, no sé si entrar o salir, si olvidar o hacer una llamada, y es que hay días grises que se empeñan en traer recuerdos gratos e ilusiones de colores, días como hoy, en lo que, a pesar de la penumbra y de las puertas entreabiertas, sigo buscando con el rabillo del ojo, disimulando, alguna señal de su presencia cerca, aunque sólo sea por soñar un ratito más que se puede ser feliz volando sin rumbo fijo y sin alas para volar.

domingo, 31 de octubre de 2010

Día de echarte de menos.

A pesar de sentirme ya casi en plena forma emocional, aún hay momentos, pequeños segundos, que apareces en mi memoria de forma fugaz, casi siempre en esos momentos en los que todo me desborda, en los que me siento sola, en esos momentos en los que quisiera mirar a un lado y verte ahí, y que me cogieras de la mano y me dijeras que todo va a ir bien. Pero no estás, y también acude a mí en forma de oleadas fugaces la tristeza, por no tenerte cerca, por no poder siquiera ya ni hablar, y es mejor así aunque esté triste y te eche de menos en las noches frías, y recuerdo que abrazarte era dejar a un lado mis cargas y poder descansar. Pero en este tiempo ya no has vuelto más, a pesar de que aún albergaba alguna esperanza de verte aparecer de nuevo, quien sabe si con una disculpa o con una flor, o con un sentimiento nuevo, o con algo más que ofrecer que un simple vuelo a tu mundo infantil. Pero no has vuelto, ni tú ni ese aire despreocupado, ni tan solo tu sonrisa, que ya empieza a borrarse de mi recuerdo aunque permanezca en nuestras fotos juntos, y las miro de vez en cuando y veo la luz de tus ojos al mirarme, tu mano acariciándome el pelo, y tu sonrisa limpia a dos centímetros de mí.
Y siento la melancolía de no tenerte ahora, que es cuando más te necesito, porque hay días en los que me agotan las rutinas y la gente me desborda, y porque aún no he encontrado otro lugar, aún me voy a dormir con la mochila llena de piedras, y soy incapaz de ponerme a buscarlo, pero sé que necesito encontrarlo de una vez… Quizá algún día vuelva a hallar un lugar donde simplemente ser yo misma, liberarme de todo y encontrar la paz, un lugar que no seas tú.

sábado, 30 de octubre de 2010

De los nervios...

Hoy tengo ganas de gritar… Abriría la ventana y gritaría con todas mis fuerzas, aunque me miraran raro, aunque me tacharan de loca… pero es que hoy llevo ya el día cruzado, porque estoy en uno de esos momentos en los que parece que todo sale mal… ¿Será verdad eso que contaban en el libro de “El secreto”? Y es que alomejor soy yo, que sólo hago que enviar mensajes negativos al universo, pero es que hay días que no sale nada más que eso, días como hoy, en los que la incompetencia de los demás consigue sacarme de mis casillas y lo único que quiero es gritar… ¿Tanto cuesta trabajar bien?
(… Sigo liada con arreglos en casa…)

viernes, 29 de octubre de 2010

Aprendiendo.

Hoy he rememorado tiempos pasados, he recordado momentos vividos con estrés y miedos, pero con muchas ganas y emoción, todo gracias a esta mañana, cuando he llegado al hospital y he acabado en el servicio de UCI de cirugía cardíaca y me han asignado el box que me tocaba llevar. Y yo entro como todas las mañanas, ahí donde me pongan, con todas mis ganas y el sueño que arrastro a primera hora, pero siempre contenta y dispuesta a aprender algo nuevo o a tener una mano que coger o una palabra que decir. Y empiezo revisando mi box, los dos pacientes que llevo, las medicaciones, las gráficas del día anterior, y mientras estoy enfrascada en las tareas de la primera hora, escucho una vocecilla a mi espalda que me saluda y me dice que hoy está conmigo.
Y al girarme me encuentro a una chica que me mira, nerviosa, sujetando una libretita entre las manos, la nueva estudiante de prácticas, que lleva sólo tres días en el hospital y que se encuentra como un pez de pecera de repente arrojado a la inmensidad del mar, con agua salada, demasiado espacio y depredadores varios que no dejan de acechar y parecen vigilar continuamente cada movimiento; y en ese instante, mi cabeza hace una ligera regresión para recordarme ese momento en el que yo viví esa situación y me encontré igual, con la sensación de asfixia, los miedos y las ganas que son las que, en el fondo, te hacer seguir adelante y aprender. Y es que esos días en los que empiezas es como un aterrizaje forzoso donde parece que nadie te hace caso, y la jungla hospitalaria te absorbe, te contagia de esa locura mágica en la que acabas aprendiendo en muchas ocasiones a base de golpes, pero que sin embargo, es capaz de mostrarte al mismo tiempo su cara más dulce.
La mañana de hoy, por tanto, ha resultado ser más docente que otra cosa, y he podido disfrutar de volver a repasar trabajos, conceptos, definiciones… y lo mejor de todo, revivir ese momento en el que estás a punto de cumplir un sueño, porque en la ilusión de los ojos de mi estudiante he logrado ver el reflejo de mí misma.
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