Quiero cambiar, no tirar la toalla a la mínima de cambio, sino aprender a meterla en la lavadora y lavarla las veces que haga falta hasta que los manchurrones de la desdicha se desvanezcan de mi alma y el blanco radiante de días felices vuelva a brillar, como un sol sobre mi cabeza capaz de espantar esa nubes gris que no deja más que lluvia fría sobre mis hombros.
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