Hoy, ni las finas gotas de lluvia que caen con desgana desde un cielo gris plomizo inanimado, ni siquiera ellas, consiguen enfriarme el alma. Respiro el aire helado con sabor a Navidad mientras camino saltando charcos, cerrando los ojos mientas guardo el paraguas y el agua golpea mi rostro con la suavidad de una caricia y pienso, sonrío, suspiro, extiendo mis dedos al aire, escucho los sonidos mezclados de la ciudad y de la lluvia, grito para mí y me evado del mundo, vuelo, vuelo, vuelo, vuelo, se puede volar en estos días grises, en los que las alas pasan desapercibidas y los vuelos en sueños consiguen alcanzar destinos inalcanzables en cualquier día de sol.
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