El frío te cala en los huesos, te corta los labios, te entumece los dedos mientras va cayendo a finales de un noviembre como otro cualquiera, presala navideña de luces de colores adornando las calles abarrotadas de gente que se embute en abrigos y gorros, que intenta mantenerse caliente en un momento en el que parece que el frío me ha traspasado y ya no siento ni los pies. Me pregunto si sería capaz de correr contra el viento que me golpea la cara desnuda y hace que se me escape alguna lagrimilla tímida que se queda a medio camino, por no saber si caer del todo o congelarse en el trayecto… No veo el momento de llegar y enfundarme en mis mantas de colores mientras cierro los ojos y pienso… no hay nada como estar en casa.
En esta época es cuando a uno le apetece estar en casa, envuelto en una manta y olvidarse de las cosas frias... Tu, tus mantas, y tus reflexiones proporcionáis calidez, pero eso ya lo sabes! Un beso!
ResponderEliminarmejor sin pensar,
ResponderEliminarmejor sin pensar
Las cosas frías, por mí, se pueden quedar fuera, ya las veo bien a través del cristal...
ResponderEliminarUn beso!