No sé si te acuerdas la primera vez que nos miramos a los ojos y nos dijimos tantas cosas, aquella vez en la que tu cuerpo y el mío era simples sombras caminando por pasillos iguales, por caminos estrechos o anchos, con días de lluvia y de sol intenso, y nos miramos a los ojos despacio, hablando en el silencio de las miradas tímidas, y tu pelo se enredó entre mis dedos si apenas darme cuenta, y tus ojos me dijeron que siempre íbamos a estar juntos, y me prometiste noches en vela, paseos interminables, gotas de lluvia sólo para mí, y pusiste un arcoiris en el cielo, y me enseñaste a pedir deseos a la luna llena… No sé si ha pasado demasiado tiempo para que recuerdes estas cosas, o simplemente no es así, porque son cosas que nunca pasaron para ti, y los pasillos vuelven a ser ajenos y nuestros caminares siguen rumbos diferentes, tú al sótano y yo a las alturas…
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