lunes, 31 de enero de 2011

El paso del tiempo.

Hoy me he sentido tan extraña cuando él se ha sentado a mi lado, me ha sonreído y me ha enseñado una foto de su hijo... Me he emocionado, está precioso, tiene ya casi siete meses y está enorme, es igual que su padre, tiene una sonrisa pícara y unos ojos muy vivos. Ha empezado a enseñarme fotos, a contarme cosas del peque y yo he empezado a sentir ese pequeño nudo que a veces se forma en la garganta o en la boca del estómago. Recuerdo cuando nació, era una bolita rosa, de pelo negro y ojos alertas, me pareció encantador y sólo tenía ganas de cogerlo, y ahora lo veo y siento que el tiempo se paró justo cuando nació y podía tenerlo en brazos cuanto quisiera.
La verdad es que es extraño, porque a pesar de estar trabajando juntos últimamente, hay una barrera entre nosotros, me cuesta mirarlo sin ver más allá, considerarlo tan solo como un compañero más cuando sólo tengo ganas de decirle que me alegro de que no haya cambiado apenas nada. Él, el padre de la criatura, el hermano de Peter Pan, al principio estaba raro conmigo, cuando la historia se rompió quedaron tan solo sensaciones extrañas, un muro infranqueable, una tensión que no tenía pinta de resolverse, pero el tiempo parece ser sabio y acaba normalizando todas las situaciones, y sí, aunque al principio era como una losa sobre mis hombros, ahora parece diferente, como si nunca hubiera estado con él y nuestra historia se hubiera olvidado para siempre…
No es fácil trabajar bajo el mismo techo, aunque sea un techo muy grande y las posibilidades de encontrarnos sean mínimas, y no ha sido fácil para mí estos días trabajar con su hermano, es raro, sí, y sigue existiendo el tabú de nuestra historia, como si no pudiéramos hablar de lo que ha pasado entre Peter Pan y yo, sólo olvido y una tensión que poco a poco va disminuyendo por suerte, y ver crecer a un niño que vino al mundo con toda nuestra ilusión cuando estábamos juntos… En fin, así es la vida, ver al pequeño sólo en foto es triste, mucho, porque ya no puedo disfrutar de ese “sobrino” que me duró tan poco, tristeza y cansancio que siguen pesando aunque, por suerte, el tiempo y otras historias sobrevuelan todo este cúmulo de despropósitos…

jueves, 27 de enero de 2011

Dani.

Lleva una semana con nosotros y ya es como nuestro niño… La vida le ha jugado una mala pasada, sin explicación, sin sentido, sin saber por qué, de pronto su corazón se para y deja de latir, cae al suelo como si estuviera muerto, y en el fondo lo está un poco, unos segundos, ese espacio de tiempo permisivo en el que el alma no sabe si marcharse del todo o volver… No sé si él quiso volver pero lo medio obligaron, las maniobras de resucitación se alargaron casi una hora y al final su corazón volvió a latir en un tímido ritmo sinusal, poco a poco su cuerpo fue recobrando color, vida, y nos llega a nosotros en un estado difícil, no sabemos cómo despertará, es imposible evaluar los daños tan pronto…
El corazón sigue latiendo con normalidad el resto de los días, el TAC sale bien, no hay nada neurológico, nada que explique que, a pesar de sus 31 años, algo ha decidido parar la “gran máquina”, y yo me pregunto qué pasará después, qué ocurrirá al despertar, si será capaz de volver a conectar con el mundo real.
Esta semana no hemos dejado de estar allí a su lado, los escasos ratos que la familia podía entrar para estar con él me he convertido en público de una función extraña, una representación irónica, absurda, una lucha entre la aceptación y la realidad. Todo parece un sueño, cuesta asumir una realidad así, y ahí hemos estado intentando ejercer nuestro papel de mediadoras, de consoladoras, de enfermeras simplemente. Tantos ratos cogiéndole de la mano, llamándolo, hablándole… Dani, buenos días, cómo estás hoy? Abre los ojos si me oyes, si me entiendes… Pero le ha costado responder, volver de donde quiera que estuviera escondido….
Hoy ha sido la primera vez que por fin lo hemos levantado, apenas tiene fuerza para sostenerse en pie, a veces nos mira, otras lo encuentras con la mirada perdida, quien sabe hacia dónde vuele su alma en ese momento. Y sonríe cuando nos ve, intenta hablar a pesar de ser un sonido apenas perceptible el que sale de su boca, intenta… tantas cosas… y llora, le resbalan lágrimas que recorren su cara, de vez en cuando, ya ni siquiera en la soledad de esa habitación fría existe una mínima parte de lo que fue.
Estos días con él me han hecho pensar en las cosas que tienen valor, en la realidad de la vida, la dureza de tantas situaciones inesperadas que pueden golpearnos a cualquiera… No sé, tal vez Dani me ha llegado un poco al corazón, tal vez su juventud y su sonrisa me hayan hecho ser un poco más persona hoy, porque tengo la sensación estúpida de sentirme mal a veces, cuando lo miro ahí, en esa cama de hospital, triste, ajeno, a veces con nosotros, a veces no… Y me pregunto si realmente vale la pena llorar y gastar tiempo en nimiedades, en montones de momentos que nada aportan…
No quiero seguir llorando, voy a sonreír por él, por su futuro incierto, por las dificultades que le quedan por vivir, porque la vida ha vuelto a ser injusta otra vez… Quien sabe cómo acabará este chico, no volverá a ser el mismo otra vez, quizá nunca llegue a valerse por sí mismo, quizá la vida le de algún día otra oportunidad…

miércoles, 26 de enero de 2011

Mariposas.

Mariposas… vuelan con aleteo frágil y perfumado de aromas tibios, se deslizan mientras el roce de sus alas desprende virutas de magia que acarician las paredes de mi estómago… Esta vez las siento volar dentro de mí, provocándome una mezcla de colores y una sonrisa de oreja a oreja, de esas que iluminan  y te hacen levantar los pies del suelo.
Mariposas que surgen sin saber de dónde ni porqué. Vuelos estomacales teñidos de nervios y mil sensaciones cuando nos miramos a los ojos…
Wendy vuela sobre mariposas rojas, verdes, lilas, naranjas, amarillas… ya no hay Nunca Jamases que golpeen los sentidos y pidan a gritos volver, ya no hay Peter Panes que maten mi dulzura, porque ellas han vuelto, las mariposas, y no tengo intención de dejarlas libres, esta vez no, esta vez se quedan conmigo hasta que sea capaz de volar yo misma desprendiendo magia.
Estoy en ese punto extraño en el que no sé si seguir corriendo, si parar de golpe, si abrir las alas y echarme a volar, porque vuelven a elevarse con sus alas, acariciando las paredes de mi estómago y haciéndome sentir como si flotara... No sé si será el último adiós a Peter Pan, si aún lo dejaré más tiempo anclado en mi memoria y en mi corazón, tal vez consiga huir de su recuerdo y de la añoranza de un Nunca Jamás lleno de planes juntos... Esta vez quiero que las mariposas se queden, aunque sea sólo un espejismo, aunque tengan tiempo limitado o la fecha de caducidad esté a la vuelta de la esquina... Quiero que se queden alterando mi mundo y convirtiendo mis sueños en pequeñas realidades que hagan que vuelva a salir el sol, quiero todo eso y más, aunque las dudas sigan alzándose y cubriéndolas de nubes borrascosas.

lunes, 24 de enero de 2011

Contracturas del corazón.

Me pesan mucho los recuerdos, me contracturan el corazón, me causan dolor físico y no me dejan dormir… Ahora estoy en ese punto en el que echarlo de menos ya no tiene sentido, porque es una sombra, un fantasma, un espejismo que no hago más que inventar una y otra vez, como un sueño del que no puedo despertar aunque me zarandeen, aunque me griten que no vale la pena seguir durmiendo.
Hace mucho ya que no nos vemos, y sin embargo, cada día veo su moto aparcada en la puerta del hospital, cerca de mi coche… Cuesta verla ahí aparcada y recordar los paseos de verano, cuando me sentaba detrás de él y lo abrazaba, cuando acariciaba su pelo asomando por el casco, cuando se giraba y me sonreía, a veces creo que nunca pasó y no he hecho más que inventar una felicidad inexistente, una ilusión óptica…
El amor no existe, no en él ni en mí, no en nosotros dos como unidad, y ahora, que ya no quedan ni las migajas, ahora que los planes que teníamos se han derrumbado como un castillo de naipes, ahora lo echo de menos a pesar de tener el corazón ya en otros mundos, quizá más reales, tal vez más cercanos, pero nunca, nunca… con tanta magia…
El amor viene y se va, da vueltas alrededor y se tumba a descansar mientras en mi corazón aún hay días en los que sigue lloviendo sin saber por qué…


domingo, 23 de enero de 2011

Dubtes.

Dubtes… cada cop més dubtes, i més que vindràn… Dubtes de color mel, dubtes en gris, que m’envolten sense adonar-me’n, dubtes bojes que només volen aixecar-me, que m’allunyen del terra, que fan que els meus peus siguin cada vegada més tous, més petits, que fan que els meus ulls es tanquin com si res… Dubtes que no em deixen dormir, que m’ofeguen, que no tenen por de res… Dubtes per conèixer-te, per sapiguer si puc o no puc fer-te un lloc a la meva vida, dubtes per obrir portes, per deixar-te entrar, dubtes per tocar el dos a la mínima de canvi o donar-te la oportunitat de conèixer-me.
… Què faig?

lunes, 17 de enero de 2011

Se me olvida olvidarte.

Son tantos los días en los que se me olvida olvidarte… Y me descubro pensándote o recordándote mientras nos mirábamos a los ojos, y me invade la nostalgia, la sensación de haberte querido tanto que tu sola imagen en mi cabeza me eriza la piel… Y se me olvida olvidarte y vuelvo a acordarme de ti, no con la tristeza esta vez, sin lágrimas, sin ningún sentimiento que arrojar por la ventana, esta vez no, esta vez es distinto, como cuando aprendí que ya no había opciones y los sueños de Nunca Jamás se quedaban para siempre guardados en algún lugar ajeno y frío.
Se me olvida olvidarte, no sé cómo hacer para conseguirlo, se me olvidan los malos momentos y las decepciones, se me olvidan hasta tus silencios, y en mitad de mi euforia a veces estoy a punto de ir a buscarte, abrazarte y decirte que nos dejemos ya de tantas tonterías, que volvamos a empezar, que sé que saldría bien y seríamos felices otra vez… Entonces despierto de mi sueño, sé que no es más que eso, y que a pesar de que me encantaría, no voy a hacerlo, ya no voy a ir a buscarte más a tus paraísos infantiles, ya no más Wendy ni Peter Pan, sólo tú y yo en mundos ajenos… Me invade la nostalgia, pero te recuerdo con una sonrisa, con la sensación extraña que producen nuestros últimos días juntos alejándose cada vez más, espaciando el hueco que hay entre nosotros, convertido ahora en miles de kilómetros…
Se me sigue olvidando olvidarte algunas noches, antes de irme a dormir, cuando sé que voy a soñar contigo, o cuando despierto por las mañanas sabiendo que no va a haber más despedidas, ni más reencuentros, sólo nubes blancas de algodón alejándose, convirtiendo nuestra historia en pedacitos de cielo, en estrellas que brillarán siempre en nuestro cielo olvidado.
Ya no quedan más opciones, ni más esperanza de la que seguir tirando, ni una pizca más de ilusiones entremezcladas, ya no más ventanas ni esperas en las noches de invierno, sólo distancia, nuevos horizontes y, de vez en cuando, algún recuerdo que no es capaz de morir del todo, algún segundo de morriña que se me cuela entre las válvulas del corazón y recorre mi cuerpo haciendo que ocurra otra vez, sin más, un segundo, un minuto, un día, una vida, vuelvo a olvidar olvidarte.

domingo, 16 de enero de 2011

Día de luz.

Días como este, radiantes, llenos de luz y azul, dan ganas de airear, no solo el cuerpo, sino también el alma y el corazón, y dejarlos tendidos al sol mientras recogen la energía y la calidez y se liberan de fríos y soledades. Las tristezas se escurren y acaban cayendo al suelo, y los miedos se guardan en cajones oscuros que no se tengan que volver a abrir. Hoy, día radiante, y a pesar de pasarme el fin de semana en el hospital, sale el sol cuando, de forma inesperada, aparecen nuevas sonrisas que te alegran el día sin saber por qué.

jueves, 13 de enero de 2011

Lapsus...

Siento que he perdido las ganas, la ilusión por seguir escribiendo cada día, será que el año nuevo me ha dejado sin inspiración, será que la semana ha pasado como un rayo sin traer nada nuevo, no lo sé, el caso es que llevo ya días sin sentarme a escribir nada.
A veces creo que simplemente ocurre, que se necesita un espacio de tiempo en blanco en el cual puedes ordenar ideas, sensaciones, sentimientos o migajas del viejo amor, porque cuando ya sólo quedan los restos esparcidos por el suelo, no existe más tiempo que dedicarle, ni más palabras, ni más noches, ni más sueños, ni más lunas llenas que vuelven a golpear deseos inútiles contra la ventana.
Esta vez soy consciente de que ya no queda nada de nuestro amor desangelado, y las ruinas de mi corazón ya están libres de nuevos derrumbes, hoy tan solo siento la naturaleza impar de mi ser en un año que avanza con las mismas cosas, las mismas carencias, los mismos miedos acumulados. No sé si puedo decir que he empezado bien, o si tan solo he seguido rodando cuesta abajo, pero me siento al borde de un precipicio donde puede que, saltar, sea la mejor opción si no miras abajo.
Ya no quedan más que sombras que envuelven este cariño apagado, y lo único que guardo para mí es un recuerdo borroso de días irreales, quien sabe, quizá necesite abrir este cajón algún día, cuando me asalten las ganas de un abrazo.


lunes, 10 de enero de 2011

Olvidando, olvidado.

En mi corazón, en los rincones, en mi habitación, sólo la escarcha, el frío, el vaho que se me escapa de la boca con cada nuevo amanecer en la soledad de mi esquina de la cama, con el frío hueco a mi lado, sin tu cuerpo cerca, sin tu calor junto a mí, sin más que pesadillas que se quedan a vivir bajo el nórdico… No quiero más amanecer sin ti, no quiero más madrugadas de despertar de golpe gritando tu nombre, o pensando que la forma de tu cuerpo se ha quedado dibujada en el colchón. No puedo borrarte, no quiero borrarlo, esta vez prefiero quedarme para siempre pegada a ti o a tu recuerdo, olvidando estos días navideños que hubiera querido pasar contigo aunque ya nunca más seamos tú y yo…


martes, 4 de enero de 2011

Buscando(te) en otras sonrisas.

Cuando buscas una sonrisa, una en concreto, todas te parecen sonrisas grises, ausentes de dulzura, de nitidez, todas están vacías de recuerdos y son huecas, hacen eco. Yo sigo buscando tu sonrisa entre la gente, quien sabe si vuelva a toparme con ella, con tus dientes perfectos, como teclas de piano, y estiro mis dedos y toco una melodía diferente con cada beso, melodías antiguas de besos pasados, y ahora no hay sonrisa que valga, ni que suene a música que me haga dormir. Tu sonrisa existe en algún lugar dentro de mí, resonando entre mis manos, en cada latido de mi corazón, y se materializa cada vez que cierro los ojos y revivo tu rostro junto al mío, cuando sonreías, cuando lo hacías sólo para mí… No hay motivos para sonreír de forma banal, cuando las sonrisas escogidas no tienen el color ni el brillo de tus ojos, no hay motivos para seguir buscando tu sonrisa entre la gente, esta vez sólo cabe dejarla ir mientras pienso que esa sonrisa, la tuya en concreto, son notas que se escapan entre mis dedos como la arena fina de esta playa que me cobija los días de invierno sin ti.

domingo, 2 de enero de 2011

Ilusiones.

Hay momentos en los que me pongo a pensar en esas cosas que no tienen sentido, como cuando sigo empecinada en volver a verlo, si ya da igual, si cada vez tiene menos que ver conmigo, si sé que nunca podría funcionar, esta vez no, por tantas cosas que se han estropeado, por tanta gente de su entorno con quien ya nunca me sentiría cómoda, porque creo que todo el mundo ya sabe hasta dónde ha llegado esta historia, hasta qué punto se ha deteriorado este amor de caramelo. Y ahora lo veo y pienso en lo diferentes que somos, en que no hay nada que pueda aportarme, ni seguramente yo a él, porque parece que nuestros mundos no llegaron a converger nunca y sólo fue un espejismo, una ilusión, un oasis en mitad de un desierto en el que yo vagaba con demasiada sed…

sábado, 1 de enero de 2011

Empezar el año trabajando y así...

Ilusa de mí, que pensaba que hoy, por ser el primer día del año, tendría una mañana tranquila en el hospital. Ya me ha costado levantarme, y eso que no tuve los excesos típicos de Nochevieja, me fui a dormir más tarde de lo normal, eso sí, pero sobria y con un número de horas razonable por delante.
Por la mañana todo eran restos de festividad por las calles, y mucho frío, los cristales del coche entelados de la humedad y yo muerta de sueño conduciendo hacia una mañana de locos.
Me había hecho mis propias conclusiones, y pensaba que la unidad estaría calmada, total, en estas fechas no hay apenas quirófanos, sólo las urgencias, y es posible que estemos tranquilos y podamos pasar un día entre compañeros y celebrando el año nuevo juntos, ya que nos ha tocado estar allí un día tan especial como el primero del año. Pero al llegar, todo lo contrario, la unidad abarrotada, y la calidad de los pacientes, pésima… Sólo llegar ya he recibido la primera del día, y es que en ese momento me ha dado igual que el pobre hombre tuviera Alzheimer, que hubiera pasado mala noche o que estuviera desorientado, porque la patada que me ha dado en el pecho casi me tira al suelo, y ya he estado dolorida toda la mañana, si es que hay cosas que no se pagan con dinero y estos momentos, por suerte escasos aunque presentes, sólo despiertan ganas de coger tu bolso y largarte a tu casa… Menos mal que los compañeros estamos ahí para cualquier cosa y entre todos hemos podido calmarlo y bueno, aparte de regañinas varias por la agresión, también se ha llevado unos miligramos de propofol, que por suerte ha sido suficiente en ese momento.
He pensado… vaya día uno… y lo peor estaba por llegar.
La carga emocional del día ha sido más dura que la propia patada, y es que he llevado a una chica justo de mi edad (cosa que ya de base me altera), gestante de 28 semanas e ingresada en críticos por una cetoacidosis diabética. Laura estaba muy angustiada, me cogía fuerte de la mano cada vez que entraba al box, y ha empezado la mañana más o menos bien hasta que han comenzado las contracciones; a partir de ese momento, aquello se ha convertido en un desfile de anestesistas, ginecólogos, otros compañeros de la unidad, la comadrona con la monitorización fetal y yo misma sin poder dejar de estar con ella, pues la angustia me traspasaba y no había más consuelo que estar a su lado y cogerla de la mano; como excepción he llamado a su marido y lo he dejado entrar, allí no pueden estar las familias, pero me ha podido verla llorar. La mañana ha ido transcurriendo a base de contracciones, medicaciones para parar el proceso, visitas continuas, hasta que se ha decidido cesárea urgente tras una serie de bradicardias del pequeño Marc, que debería haberse quedado unas cuantas semanas más dentro de su madre pero que no ha tenido más remedio que venir a este mundo esta mañana y a trompicones.
Por suerte, la cosa ha ido bien, y Laura ha vuelto a la unidad a última hora, la pobre no ha podido ni ver a su hijo, que se lo han llevado rápido a la unidad de neonatos.
Hoy me he preguntado por qué pasan estas cosas, por qué es tan complicado a veces que las cosas salgan bien, y aunque esta historia tiene posibilidades de salir adelante sin demasiadas complicaciones, otras veces no ocurre, y sé que a Laura aún le queda mucho por pasar, recuperarse ella misma y después de eso, jornadas interminables en ese edificio hospitalario hasta que pueda llevarse a su pequeño a casa. Que el pequeño Marc luche por salir adelante y que, con su escaso peso y su inmaduración aún consiga ganarle este pulso a la vida que, justo un día tan señalado como hoy, le ha obligado a salir a este mundo cuando aún no le tocaba y a empezar su existencia ya con demasiados riesgos y angustia.
Es la vida… Reconozco que me ha afectado esta historia y me he ido a casa con mal sabor de boca, a ver qué tal va mañana, a ver si esta vez hay suerte y aún ronda por aquí el espíritu navideño y protege al pequeño, quien sabe, ojala algún día se convierta en un gran hombre y el día de hoy sólo en un mal recuerdo para sus padres…
Días como este, después de estar a su lado, de vivir la intensidad y las emociones, de ver que las cosas parecen haber ido bien, de la confianza en mí, de mi papel en estos momentos, sólo puedo decir… me encanta ser enfermera.
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